El perdón libera tus demonios

8 0 0
                                    

Había pasado una semana desde que vi a Alberto, también una semana que las cosas entre Fernando y yo no iban nada bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había pasado una semana desde que vi a Alberto, también una semana que las cosas entre Fernando y yo no iban nada bien. El muro que nos separaba era cada vez más grande y me entristecía ver como se iba marchitando poco a poco.

-Fer, tenemos que hablar- dije mientras lo veía entrar por la puerta. Mi maleta estaba junto a mi y él lo noto.

-¿Me vas a dejar?-preguntó aun parado en el marco de la puerta.

-No me gusta ver, lo que esta sucediendo entre nosotros. Sobre todo, no me gusta ver lo que esta sucediendo contigo.

El camino hacia mi y se detuvo solo cuando estuvo frente a mi. Puso su mano sobre mi mejilla y levanto mi rostro para que lo mirara.

-Se que lo nuestro pudo a ver sido increíble, pero no puedo retenerte cuando nunca te tuve. Esperaba que con el tiempo lograras olvidarle, pero jamas imagine que el aparecería de nuevo. Pero quiero que sepas que siempre vas a ocupar un lugar importante en mi corazón.

Se inclino y sus labios tocaron los míos. Fue un beso suave y dulce que termino por quebrar un poco más mi corazón. Jamas había sido mi intención herir a Fernando, pero eso fue justamente lo que hice y ahora los dos pagaríamos por ello. 

-Espero que seas muy feliz con él- dijo. Justo después entro a su habitación y cerro la puerta.

Una lagrima corrió por mi mejilla. 

Tome mi maleta y salí del departamento que en algún momento pensé podría ser mi hogar. Ahora lo había dejado todo sin saber que de depararía el futuro. Solo me reconfortaba saber que era la decisión correcta. Entre más retuviera a Fernando, al final sufriríamos más.

Subí a un taxi y pedí que me llevaran a un hotel. No podía ir con Andres ya que lo pondría en un dilema por apoyar a su hermana o a su mejor amigo y sin duda Fernando lo necesitaba más. Tampoco podía ir con papá porque nuestra relación no legaba a ese grado de confianza aunque estaba segura que si le pedía alojamiento no me lo negaría, pero no estaba preparada para eso. Así que no había otra opción.

Al día siguiente desperté con una idea en mente y en cuanto me bañe y me arregle tome el celular y marque a Marcos.

-Hola Marcos, soy Mel. Necesito tu ayuda con una dirección- dije sin darle oportunidad a que hablara.

 Necesito tu ayuda con una dirección- dije sin darle oportunidad a que hablara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No saber de Mel me estaba volviendo loco. Pero no había mucho que pudiera hacer con un yeso en mi pie. Aun no estaba acostumbrado a andar con las muletas y sin dudas no utilizaría la silla de ruedas, era demasiado estorbosa.

Había contratado a una señora para que me ayudara con la comida y limpieza de la casa. Pero en los último días era acompañada por una joven. Suponía que era su hija, pero no quería parecer interesado preguntando por ella. 

Por primera vez en mi vida estaba centrado en una sola chica. Una chica que siempre estuvo en mi mente y sobre todo en mi corazón pero por tonto no sabia lo que tenia hasta que lo perdí.

El timbre sonó y me levante para abrir la puerta. La joven salio de la cocina y camino a la puerta.

-Yo abro, no se preocupe- sonrió al tiempo que movía sus caderas en dirección a la puerta. En otro momento no habría perdido oportunidad, pero ahora me era difícil pensar en otra chica que no fuera Mel.

-Oh, soy una tonta- escuche que la persona del otro lado de la puerta decía. Inmediatamente identifique la voz de Mel.

Antes de que ella se fuera me abalance sobre la puerta y la tome del brazo. Cuando me miro pude ver decepción de su mirada.

-No te vayas- dije mientras sentía molestia en la pierna. En mi arranque había caminado recargando la pierna fracturada y ahora estaba pagando las consecuencias.

-Yo... No quería molestas- dijo insegura- Marcos no me menciono que estabas ocupado.

Mel miro en dirección a la chica y después a mi. Inmediatamente imagine lo que estaba pensando, pero esta vez no dejaría que las cosas terminaran mal.

-Estoy solo- dije conteniendo el dolor- Ella viene con la señora que me ayuda con la comida.

Mel pareció notar mi dolor. Tomo mi mano y me encamino al sillón.

-¿Por que recargaste el pie fracturado?- preguntó mientras acomodaba el pie enyesado con los cojines. Tomo unas pastillas para el dolor y me las ofreció con agua.

-No quería que te fueras.

La razón era simple, pero era la única verdad.

-Pudiste lastimarte más- dijo un poco molesta.

-También pudiste irte, pero ninguna de las cosas ocurrió- dije sonriendo. Esperaba que funcionara para que se relajara un poco y cuando vi que contesto con otra sonrisa sentí calidez.

Tomo asiento frente a mi.

Conversamos de  como me encontraba y trato de evitar cualquier tema que la involucrara a ella. Me molestaba un poco que no me dejara saber más de ella, pero tenia que ser paciente para que eso pronto cambiara.

Le di el día libre a la señora que me ayudaba para poder tener más tiempo a solas con Mel. En cuanto ellas se fueron el ambiente cambio a uno más cálido y amistoso.

-Es una casa hermosa- comentó Mel de pronto mientras comíamos.

-Si, la compre para alguien especial- conteste mientras la miraba.

Ella evito mi mirada y voltio hacia las puertas que daban al jardín.

-Debes querer mucho a esa persona.

-Claro que lo hago. Y espero que algún día acepte vivir conmigo.- No podía soltar así de pronto que ella era esa persona especial. Lo más seguro es que lo único que lograría seria que ella saliera corriendo.

Poco a poco me recordé.

-Bueno tengo que regresar al hotel que ya es tarde- dijo mientras se despedía.

-¿Al hotel? ¿Estas viviendo en un hotel?- pregunte incrédulo.

Ella se dio cuenta de su error y trato de restarle importancia.

-Yo... si, bueno... solo sera temporal. En lo que encuentro donde rentar.

Sus mejillas había tomado color y se le veía bastante apenada.

-Ya lo tienes- dije abriendo los brazos- Tengo una habitación disponible y necesito a una compañera que me eche el ojo- dije guiñando un ojo.

-No creo que sea adecuado- contesto- No tenemos la mejor historia y no quiero causarte problemas con tu persona especial.

Sonreí mientras escuchaba lo que decía.

-No creo que a ella le moleste.

-¿Seguro?- pregunto insegura.

-Jamas eh estado mas seguro de algo Mel.

Cuando acepto, me sentí el hombre más afortunado del planeta. Las cosas iban tomando su lugar.

...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora