Hagamos una promesa

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Después de aquella platica que Alberto y yo tuvimos, las cosas fueron a mejor

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Después de aquella platica que Alberto y yo tuvimos, las cosas fueron a mejor. Todos los días pasaba recogerme a la escuela. A mi madre parecía no agradarle la idea, pero aunque se atreviera a decirme algo, había decidido pensar por primera vez en lo que yo quería y en ese momento era estar con él, así que podía enfadarse todo lo que quisiera, pero en esto no podía interferir.

Leonardo puso un poco de distancia al enterarse que no había tomado el taller de porristas y tenia un bago presentimiento que había tenido una charla con Alberto.

-Vamos Melisa, no te distraigas- dijo Diego mientras revisaba que hiciéramos los ejercicios correctamente.

Como el había dicho, muchas chicas se presentaron para entrar al taller, pero para su decepción solo tres personas pasamos el examen. Un amigo de Diego, un chico de primer curso y yo. Esto nos permitía aprender mejor pues Diego y Gissell quien era su novia eran los encargados del curso y se aseguraban de que aprendiéramos cada tema.

-Lo siento- dije concentrándome en la actividad.

Cuando la clase termino, tome mis cosas para salir al encuentro de Alberto.

-Chicos, antes de que se vayan queríamos invitarlos a una fiesta en mi casa que se dará para los de ultimo año- explico Gissell- Se que dos de ustedes no lo son, pero como la fiesta la hago yo están invitados. Pueden llevar a quien gusten.

Gissell nos paso una invitación con nuestros nombres muy cool y nos sonrió.

-Espero que puedan ir- dijo finalmente.

-Gracias Giss. Ahí  estaré- contesté. Y sabia muy bien a quien llevaría conmigo.

Cuando llegue al estacionamiento, Alberto ya estaba esperando.

-Hola, ¿por qué tardaste tanto?- preguntó mientras me ponía el casco.

-Tienes que hacerme un espacio este fin de semana. Se que son días en los que te vas con tus amigos, pero me invitaron a mi primer fiesta y quiero que vayas conmigo- intente ocultar un poco mi emoción pero me fue imposible.

Él pareció notarlo porque sonrió, me tomo de las mejillas y planto un beso en mi frente.

-Claro que haré un espacio para ti. Siempre lo tendrás- dijo con una mirada que no supe interpretar. Hacia un tiempo que su trato hacia a mi había cambiado para bien, sentía que me trataba como una hermana menor.

-Perfecto- dije feliz.

-¿Tienes que llegar a tu casa temprano?- preguntó mientras tomaba la carretera.

-No creo- contesté gritando- Mi madre va a salir con Rodrigo a una cena de negocios, así que supongo que no.

En estas semanas mi madre se había distanciado un poco más de mi si eso era aun posible. No lo decía en voz alta pero parecía que yo estorbaba en su nueva vida. Razón por la cual pasaba mucho tiempo con Alberto. 

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