La sangre es más espesa que el agua

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4 años después

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4 años después...

-Vamos Mel, necesito tu ayuda. No confió en nadie mas para encargarse del negocio. Ademas papá va a llegar por la noche para hacer el cierre. Solo tienes que estar las primeras horas- dice Andres suplicante.

Iba a cumplir un año de noviazgo con su novia quien también era mi mejor amiga de la universidad y quería llevarla a un fin de semana romántico a un spa que estaba en Cuernavaca. Para eso tenia que dejar la administración del Bar del cual se encargaba momentáneamente pues su papá estaba ocupado abriendo uno nuevo.

Por una parte quería evitar estar en el bar ya que ahí trabajaba el mejor amigo de Andres, quien no reparaba en hacerle saber al mundo su interés por mi. Era un chico muy agradable físicamente, pero era demasiado coqueto para mi gusto, así que prefería mantenerlo como amigo.  Y por otro lado quería mucho a mis amigos para quitarles esta oportunidad.

-Así que supongo por fin se me hará el conocer a tu papá- digo mientras meto mis cuadernos a la mochila.

-Eres la mejor- dice Andres mientras me abraza.

-Convenenciero- digo mientras me rió.

-¿Sabes que te quiero?- dice dándome un beso en la cabeza.

-Ya es suficiente. Guarda ese amor para Amanda.

-La próxima vez te llevare a ti a un sitio especial o puedes aceptar una cita de Fernando y el hará esas cosas por ti. No es mala persona Mel, te aseguro que si le dieras una oportunidad dejaría de hacerse el tonto con todas.

>>Que esto se quede entre nosotros, pero me dijo que lo hace para ponerte celosa. Solo que tu falta de interés lo esta volviendo loco.

-No se si estoy lista para una relaciona.

-Sabes que generalmente no digo nada, pero han pasado cuatro años desde que tuviste una relación. Creo que va siendo hora de que sigas adelante.

-Yo seguí adelante- digo sin convicción.

-No lo has hecho Mel. Creo que aun esperas a alguien que jamas va a volver.

-Lo voy a pensar ¿esta bien? Por ahora es mejor que me vaya o llegare tarde a clases.

La semana paso como un borrón. Lo único que ocupaba mi mente eran las palabras de Andres. Estos últimos cuatro años había intentado convencerme de que había olvidado a Alberto, pero mis acciones mostraban lo contrario. Si bien nunca hablaba de él con nadie, me había mantenido soltera en espera de él. Seguro Andres pensaba que era una tonta por hacer eso y pensándolo bien, lo era.

Andres me había dejado el uniforme del bar. Me dirigía al lugar cuando recibí un mensaje de animo de su parte.

Cuando entre al bar, los meseros apenas estaba arreglando las mesas y sillas.

-Hola chicos- salude dirigiéndome a la oficina.

-¿A quien tenemos aquí?- dijo una voz tras de mi.

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