Y así, el destino es...

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Cuando llegamos al hospital, Marcos pregunto en recepción por Alberto

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Cuando llegamos al hospital, Marcos pregunto en recepción por Alberto. Le informaron que estaba en quirofano  a causa de una lesión en la pierna, así que no nos quedo de otra más que esperar.

Tres horas después de una larga espera en silencio, el medico salio para informar que todo había salido bien, pero que Alberto tendría que llevar un yeso por dos meses y después necesitaría tratamiento para recuperar el movimiento.

Marcos paso primero a verlo, dejándonos solos a Fernando y a mí.

-Ahora que sabes que él esta bien te dejare para que pases a verlo- fue lo primero que dijo en las tres horas.

-Fer... Yo... Lo siento- dije comprendiendo que nuestra relación estaba fracturada.

-No tienes nada que sentir- dijo sonriéndome y tomando mis  mejillas- Nosotros no podemos hacer nada cuando el corazón toma sus decisiones.

Al decir eso, dio media vuelta y salio por la puerta. 

Yo me quede observando el sitio donde él había estando hace unos momentos sintiendo pánico. Por alguna razón sabia que los dos habíamos tomado decisiones y estas no iban en el mismo sentido. 

Cuando Marcos salio de la habitación me informo que el ya estaba saliendo de la anestesia y que podía pasar. Al entrar encontré a un Alberto totalmente vulnerable. Nada quedaba del chico altanero o conquistador de hace unas horas.

Su rostros tenia algunos cortes que los médicos ya habían cerrado y su pierna colgaba de un estribillo.  Sus ojos estaban abiertos pero podía verse que estaba luchando contra la anestesia.

-Hola- dije casi a punto de llorar. No me gustaba nada verlo en ese estado.

-Hola Mel. Viniste...

-Si, vine- conteste. 

Sabia que las cosas no habían cambiado mucho para él. Nadie había venido en el tiempo que estuvimos esperando, lo que me indicaba que su vida seguía siendo solitaria. 

Por mi parte las cosas habían cambiado mucho. Había perdido a una madre pero gane un hermano y si el tiempo lo quería, también un padre.

Me senté en la silla que estaba a un costado de la cama, tome su mano y comencé a llorar.

-Eres un tonto...- hipe- Me asustaste mucho.

Ninguna otra palabra salio de mis boca pues el llanto lo impedía.

En algún momento Alberto me levanto y me puso sobre su regazo donde me abrazo.

-No se supone que deba estar sobre ti. Eres el paciente- comente.

-Te veías como que necesitabas estar aquí- contesto Alberto sonriendo.

Sonreí como respuesta y a pesar de que estaba muy cómoda me levante de la cama.

Sonreí como respuesta y a pesar de que estaba muy cómoda me levante de la cama

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Tres días después fui dado de alta. Para mi sorpresa Mel me visito todos los días e incluso la ultima noche se quedo a dormir.

Sabia que las cosas con el tal Fernando no iban bien, pues todos los días se presento con ojeras los que me molesto. Me enojaba saber que era el causante de sus problemas, pero por alguna razón ella seguía volviendo lo que me daba más esperanzas.

-¿Estas seguro que no quieres que te lleve a mi casa? Sabes que no es un problema para mi- dijo Marcos quien había ido para llevarme a mi departamento.

-Seguro, soy consciente que "El muerto y el arrimado a los tres días apesta" Así que gracias pero no.

-Bueno, pero sabes que si necesitas algo puedes llamarme a la hora que quieras.

Sabia que podía confiar en él. Pero tampoco me gustaba aprovecharme de las personas como normalmente la gente lo hacia conmigo.

-Sabes, mejor llévame a la casa- dije refiriéndome a la casa que había comprado para Mel- Creo que ya a estado el tiempo suficiente sin habitantes y es momento de cambiar eso. 

Marcos me miro, sonrió y cambio de dirección.

Una vez que me instale, me sentí como en casa. 

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