Capítulo 26: ¿De qué nos reímos?

291 14 110
                                    

“Peleamos en guerras de palabras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


“Peleamos en guerras de palabras.
Combatimos contra sentimientos llenos de negatividad.
Que amenazan a nuestro frágil corazón.
A caer, sí; y a inevitablemente, romperse.
Pero, todos tenemos una sonrisa de recuerdo.
Una risa de suerte.
Y la imagen de dos ojos que siempre nos transmiten amor”








Coloqué el separador en la penúltima página del penúltimo capítulo y después de debatírmelo por un segundo, si guardarlo o dejarlo para leerlo más tarde, opté por llevar el libro pegado a mi costado derecho.

No era de leer mucho en la calle y menos con el peligro y la distracción que éso me daba, pero existían excepciones como ésta en la que yo no podía dejar éste libro a medias.

Había estado ensimismada leyendo casi sin interrupciones durante casi todo el día de ayer. Y es que valía la pena leer éste tipo de libros. Porque el que estaba leyendo, Malas tierras de Jordi Serra i Fabra, era uno de aquéllos que se asemejaban un poco al estilo del libro Violet y Finch. Porque no solo era plantear una historia y publicarla por la cantidad de sus palabras, parecía que lo que importaba era la calidad de las emociones que ésta te podía brindar.

Una de las cosas maravillosas que te da leer es que aprendés cosas que tal vez nunca se te habrían pasado por la cabeza. La verdadera lectura existe cuando después de varias páginas comenzás a reflexionar y a buscarle la lógica a toda la historia. ¿Cómo tres vidas pueden estar relacionadas cuando ninguno de ellos se conoce? Éste libro me contó sobre la vida de varias personas y aunque muestra su actualidad como una en la que yo todavía ni había nacido, hacia que comprendiera la vida, las costumbres, las decisiones y el posible futuro que cada uno de ellos podría haber tenido. Estaban inundados de sueños y pesadillas, de peligro y espontaneidad. Algunos querían vivir, cuando otros sólo buscaban una mera compañía; algo que los pegara un poco más a la vida.

Y yo tontamente me cuestioné: ¿Cómo es que la vida de tres individuos se mezcla en solo una noche, en una única situación para luego dejar ir a dos y que, después de todo, solo uno de ellos termine con la verdadera oportunidad de vivir?

Es una pregunta tonta, ya que no puedo utilizarla como se debe; no tengo la oportunidad de conocer al autor de la novela y menos de plantearle tal cuestión. Pero la historia salió de él y de su posible mundo imaginario, en donde la vida tiene más ramas que la física y busca contagiarse en la mente de todos los privilegiados que tuvieron la suerte de leer su obra.

Todavía no leí el final y sé que con toda la poca rebeldía que tengo la voy a leer en el colegio. Esperaba que mis sentimientos no se volvieran a desbordar de mí en forma de lágrimas, como cuando terminé el libro de Violet y Finch en el patio del colegio y terminé llorando. Pienso en que yo no sabía que iba a volver a toparme con un libro que tuviera casi todos los mismos valores que aquél libro que leí casi a finales de otoño.

Ojos color primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora