Capítulo 15: La primera en confiar.

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—Pero, ¿te parece que dá risa?

Bajé la mirada hacia la hoja que tenía en las manos y comencé a leer lo que Miquéas había escrito hace dos días atrás. Ambos estábamos sentados junto a la mesa del living intentando ver ideas y buscando palabras que él desconocía en el diccionario del colegio. La tarde estaba pasando de una forma muy rápida para mi gusto. Parecía que las dos horas que habían pasado solo eran un mero espejismo. Esas dos horas se sentían como veinte minutos y todo por hablar de un tema que yo amaba: los cuentos.

Al terminar de leer giré la cabeza y encontré los ojos celestes de Miquéas mirándome con nerviosismo. Era muy fácil saber lo que él sentía en ésos momentos. Se veía inquieto y éso lo hacía ver más tierno de lo que ya era. Dos horas me bastaron para asegurar que la felicidad de Miquéas era infinita. No paraba de sonreír ni de reírse de todo, tenía la energía de un nene de cuatro años, lleno de sueños y mucha vitalidad. Bajé nuevamente la mirada hacia la hoja y suspiré, como si estuviera a punto de decirle que era lo peor que había leído en mi vida.

—Miquéas, lo que escribiste... —hice una pausa y solté una carcajada al ver la cara su de espanto—, está buenísimo.

Al escuchar mis palabras colocó una mano sobre su pecho y soltó suspiro de alivio que dio como resultado una gran sonrisa de felicidad.

—Ay, qué bueno —se pasó ambas manos por la cabeza y me dio una mirada fulminante—. Por tu culpa, casi se me rompe el corazón.

—Perdón —dije mientras dejaba la hoja sobre la mesa—. Pero de verdad, esta buenísimo. Y aunque tiene algunos errores ortográficos, me encantó. No sé cómo hice para aguantarme la risa, pero me causó mucha gracia...

—No sabés lo feliz que me hace.

Miré a Miquéas con una media sonrisa, extrañada por su tono de voz. No se parecía al tono que había empleado en las últimas dos horas, ése tono alegre e infantil se había convertido en un tono que desbordaba sinceridad.

Seguramente el trabajo es muy importante para él, pensé con entendimiento. Todavía me acuerdo de lo difícil que había sido para mí encontrar un tema para el cuento que hice el año pasado. Tenía muchas ideas pero no sabía cuál podía continuar. Es muy difícil hacer un trabajo que es tan importante para vos. Querés que sea perfecto, que tenga tu alegría al escribirlo y que dentro de la historia el lector encuentre vida y que, además, se identifique con ella. Realmente no sé si mi cuento tuvo todo eso, pero sabía que tuvo un pedacito de cada sentimiento que desarrollé con palabras.

Ojos color primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora