Capítulo 13: Bloqueo de escritor.

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Violet y Finch —respondí mientras miraba los lápices que había sobre la mesa.

Estaba cansado y me sentía como un teléfono con 15% de batería. El levantarme había sido un gran logro que terminé pagando con los múltiples desmayos que sufrí durante toda esa mañana. Y la pregunta es, ¿por qué estaba así?

La culpa la tenía el libro que me había prestado la chica que estaba sentada frente a mi mejor amigo. El día anterior me había quedado parte de la tarde y una gran parte de la noche leyéndolo. Realmente cuando lo empecé a leer, no pensaba que me iba a enganchar tan rápido. Yo solo lo quería leer para saber si de verdad podía evocar tantos sentimientos, como al parecer había logrado en Isabella. Pero sinceramente, no me había esperado que fuera así.

A ver, yo no era un chico de libros. La verdad es que nunca se me había pasado por la cabeza la idea de leer algo que no fuera del colegio. Yo últimamente era más de ver series y películas antiguas. Me gustaban más que las películas de ése entonces, aunque siempre había encontrado varias excepciones.

Si, ya lo dije, era un aficionado en mirar la tele. Me pasaba todos los días mirando capítulos de series—mis favoritas eran las de ciencia ficciónviejas y, a veces, nuevas. Era una afición que me había contagiado Alexander; aunque él era mucho peor que yo. Tenía muchos artículos de series en su cuarto,—me parecía que él trabajaba únicamente para comprarse todas esas chucherías que tenía sobre las paredes, la tele, la ropa...—. Manías tenemos todos. Y las mías estaban relacionadas con las series y películas de Star Wars y Star Trek.

— ¿Ya tienen una idea de lo que van a escribir?

La pregunta de Isabella hizo que levantara la cabeza. La miré y me cuaestioné el por qué una chica como ella me había resultado tan intimidante. Cada vez que me tomaba el tiempo de observarla se me iban planteando más y más dudas sobre mis aparentes reacciones hacia aquella chica de actitudes silenciosas.

Tenía puesto, como siempre, su abrigo color negro. Se abotonaba y desabotonaba el primer botón de su campera como si fuera un tic nervioso. Llevaba el pelo suelto, el cual le caía sobre la cara limpia sin un gramo de maquillaje, dejando al descubierto su ojos extraños. Pasé la mirada hacia Miquéas, que no había apartado la mirada de ella y negué con la cabeza, respondiendo la pregunta de Isabella y negando por lo atontado que se encontraba mi mejor amigo.

Ojos color primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora