Capítulo 25: Cuando la valentía aparece de forma inesperada...

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Me habría gustado decir que después de aquél abrazo que le di, la miré directamente a los ojos y…

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Me habría gustado decir que después de aquél abrazo que le di, la miré directamente a los ojos y…

No, esperen, así no.

A pesar de lo tonto que me sentía por pensár en éso… Me habría gustado retenerla entre mis brazos, mirar con fijeza aquéllos ojos suyos y, seguramente, decirle con tono tímido y seguro que:

Creo que me gustás, Isabella.

Pero como éso solo fue un sueño que mi hermoso inconsciente se tomó el trabajo de crear segundos antes de verdaderamente ser capaz de abrazarla, podía afirmar que a veces no todo lo que previamente imaginamos, que sería lo que en verdad queremos que pase, se va a hacer realidad. No. Porque lamentablemente para mí quise declararle mis sentimientos justo cuando una vocecita cortó mis palabras de un golpe.

Literalmente.

— ¡Soltá a mi prima!

Había expresado aquélla voz chillona acompañado de un grito que podría haber roto los vidrios de las casas vecinas, o solo mis oídos, no sé. Y justo cuando bajé la mirada, la nenita me dio una patada en el pie y me empujó haciendo que cayera por cuarta vez en dos semanas.

— ¡Ami, no! —había gritado Isabella que se había zafado de mi abrazo y después se dirigió a mí—. ¡Levi!

Tontamente y sin querer, le había murmurado aquéllas palabras al pasto que hacía que me picara la cara y que por abrir la boca algunos se quedaran en mis dientes. Ésa situación me dejaba nuevamente con el titulo de fracasado tatuado en la frente. Yo ya lo sabía, pero en los últimos días y a pesar de mis tontas caídas, lo había olvidado por completo. Aunque no era de extrañar que me hubiera olvidado de varias cosas ya que cuando estás escribiendo descubrís que se te ocurren ideas a cada rato. Podés estar hablando con alguien o mirando una imagen y sin esperarlo una idea se atraviesa en tu mente, acaparando toda tu atención. En las últimas semanas ya se me había olvidado en dónde estaban las llaves de la casa, en dónde tiré el cuaderno viejo y en dónde metí las medias térmicas para el frio invernal.

Ojos color primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora