La respuesta era fácil: me había aburrido.

—Veo que lograron encontrarte más rápido que la última vez. ¿Ya habías llegado de tus escapadas? —No respondí, porque no había nada que responder—. De todas formas me alegra tu eficacia, hijo.

Me erguí y dejé que mis brazos colgaran a mis costados sin dejar la postura a la defensiva que había adoptado. Me sentía nuevamente transportado a mis días donde era un soldado en preparación, y no un soldado en el campo de batalla.

Me sentía una pieza de su juego pero por primera vez, con pensamientos propios.

—Siempre fui eficaz, Abdel.

Abdel se movió por la sala y me percaté de su apariencia descuidada. Llevaba unos jeans de aspecto viejo, una camisa de seda negra abierta y los pies descalzos. No parecía preocuparse por su pinta pero incluso cuando todos podían ver la capacidad de liderazgo que tenía, se notaba desencajado, fuera de lugar.

No me pregunté que pasaba por su mente, me daba igual.

—Me gustaría decir que lo has demostrado en el último año pero no soy amante de las mentiras —contestó, lo vi tomar una copa de vino que había sobre una mesa de cristal y llevarla a sus labios—. Siempre tuve el presentimiento de que volverías, de la misma forma en la que tu madre volvió a mi.

—Esa mujer no es mi madre.

—Esa mujer aceptó cambiar su vida para que tú tuvieras la tuya, frente a mi exijo que mantengas respeto. —Dejó la copa con un movimiento brusco y me observó sin expresión alguna—. ¿Queda claro, Abaddon?

Jazzlyn. Toda esa mierda era por Jazzlyn.

—Si, padre.

—Me alegra ver lo rápido que podemos entendernos. El arte de la conversación es algo...¡Ah! ¡Formidable! —Volteó con una sonrisa en sus labios y pude apretar mis puños como quería—. ¿Has sabido algo de la pura?

Quería lanzarme sobre su cuello y acabar con él en ese mismo instante. Tenía demasiadas emociones contenidas intentando que nada se saliera de control, intentando mentalizarme en ser un soldado.

El soldado que me habían enseñado a ser.

—No, señor, se ha mantenido fuera del camino —respondí—. Usted tenía razón, solo fue una distracción.

—Y una muy grande para ti, temí perder al líder que eres por esa mujerzuela. —Me dolían las manos, no sabía como controlar la furia que me dominaba—. ¿No ha sospechado de ti?

—En lo absoluto. Los planes van tal como usted los planificó, ella volvió a confiar en mi.

—Tal vez no ha sido tan malo que hayas tenido una aventura con ella, la confianza que te tiene es descomunal, de otro mundo. —Tomó asiento en un sofá de cuero y me observó con firmeza—. Las acciones que tenemos con los demás hablan más que las palabras que nos molestamos en repetir. Podrás fallarle mil veces, Abaddon, pero con mostrarte por un segundo como un humano corriente la tendrás otra vez a tus pies. Lamentablemente la pura no sabe manejarse en este mundo, tan escaso de sentimientos falsos y palabras incoherentes.

—Ella creció en ese mundo.

Abdel parecía tener todos sus movimientos calculados, si me esforzaba incluso podía ver las tuercas de su mente comenzar a girar. Con paciencia movió una de sus manos, y la copa nuevamente servida fue hasta él.

—No me gusta ese tono a la defensiva, Abaddon, parece que no has aprendido nada —dijo—. Has vivido en ese mundo un año, has sucumbido ante la tentación de un mundo inferior. ¿No eres consciente aún de porqué te apartamos de él? Tienen debilidades, Abaddon. Son seres irracionales que se permiten sentir demasiado, le dan un poder invaluable a cosas que no tienen sentido. Cuando permites que algo llegue tan lejos, le estas dando el poder de desarmarte.

OcultoWhere stories live. Discover now