Manifiesto: prologo.

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Narrado por Jazzlyn:

Podía sentir el calor envolvente, empujando contra mi piel como si quisiera recordarme su presencia incluso cuando sabía que no era necesario. Mis ojos ardían frente a las llamas tan cercanas pero que aún estaban lo suficientemente lejos como para no alcanzarme, aunque ver la escena desarrollarse era mucho más doloroso de lo que el fuego podría hacer sobre mi cuerpo.

Mientras intentaba encontrar alguna entrada segura con mi campo de visión nublado de lágrimas dolorosas podía sentir mi corazón desbocado, palpitando, recordándome que allí estaba y que mientras aquellos latidos perduraban otros podían estar extinguiéndose. 

No podía soportar ver aquella cabaña de madera derrumbándose porque sabía que alguien importante estaba dentro, sabía que aún había una vida en juego y tenía cada parte de mi queriendo salvarla.

Pero los brazos de Bastian no me lo permitían.

—¡Suéltame! —grité pero el fuerte brazo que me sostenía por la cintura parecía convertirse en hierro puro mientras me levantaba unos centímetros del suelo—. ¡Suéltame, Bastian!

El fuego avanzaba y lo consumía todo a su paso, las llamas parecían estar jugando una carrera destructiva que yo no podía detener y que aunque tuviera el poder de hacerlo, Bastian me lo impedía con más determinación de la que había visto antes.

—¡No voy a dejar que cometas una locura! —Apreté mis manos sobre sus brazos y comencé una ardua batalla queriendo soltarme de un agarre inquebrantable—. No te perderé, ¿entiendes eso? 

—Tengo que entrar... —Mi frase quedó interrumpida cuando el último poste que sostenía la cabaña se quebró por la elevada temperatura. Sentí que mi garganta comenzaba a ser oprimida cuando el costado izquierdo de la casa comenzó a derrumbarse por la perdida de sostén—. ¡No!

Bastian dio unos pasos más lejos de la escena que se desarrollaba frente a nuestros ojos pero en ningún momento aflojó el agarre que tenía sobre mi, sino que me rodeo con ambos brazos y mientras yo rogaba que me dejara entrar, él comenzó a llorar sobre mi hombro.

Mis ojos se abrieron de un momento a otro aunque estos me ardían, parecía como si hubieran estado abiertos frente a una fuente de calor demasiado poderosa y yo sabía, que era provocado por aquel sueño perturbador. 

No sabía donde estaba, tampoco recordaba como había llegado a aquel lugar. Lo último que mi mente había procesado era la decepción que sentía por Bastian mientras salía de aquella sala y mi cuerpo caía sobre los brazos de Jaden. Había perdido la fuerza, mi cuerpo no había soportado el esfuerzo al que lo había expuesto.

¿Cuantas cosas hacía que podían perjudicarme directamente? Era una mujer demente frente a muchas personas, pero nadie conocía las verdaderas razones detrás de mis actos.

Dejé que mis ojos recorrieran aquel lugar notando por primera vez que había obtenido alguna habitación nueva, muy diferente a las que anteriormente había ocupado. Todo el lugar era de un blanco impoluto, las paredes, las cerámicas del suelo, el borde de las ventanas. Incluso los muebles eran blancos, con pequeños y casi invisibles detalles en negro, tales como la empuñadura de un mueble a la cerradura de una puerta. Los pocos detalles provocaban contraste, como si quisieran incluso con más firmeza remarcar la pureza de aquel color.

Algo no se sentía correcto en aquel lugar pero me era extrañamente cómodo.

Apoyé ambas manos en la cama y pude notar por primera vez la manera en la que la situación me afectaba. Mis manos temblaban, era muy difícil sostener mi propio peso cuando tan solo quería sentarme para terminar de comprender la situación. Logré sentarme y en cuanto lo hice, vi algo que realmente destacaba en aquella habitación.

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