Manifiesto: capitulo doce

8K 500 77
                                    

Narrado por Abaddon:

Saber que Jazzlyn estaba en peligro encendía todas las alertas internas con las cuales me había familiarizado. No había otra manera de pensarlo, mi mujer vivía metida en problemas y solo intentaba seguir el ritmo porque sabía, con la mayor certeza del universo, que esa mujer solo hacía lo que su corazón le dictaba.

Yo no solo creía ciegamente en el corazón de esa mujer, sino que lo protegía contra cualquier persona, sin importar qué. El corazón de Jazzlyn se había vuelto parte de mi, y sabía que acabaría con el mundo entero si eso la mantenía segura.

Estaba jodido, tan jodido que no había un nivel de comparación.

Había llegado al punto donde no me importaba ir contra mi propia sangre para mantenerla segura. Abdel no iba a llegar a ella tan fácilmente, eso era una certeza.

La casa donde estaba pasando mi estancia en el último tiempo dejaba mucho que desear. Me había criado en un sitio donde no habían colores vivos, o mejor dicho, no se admitían. Los colores oscuros para mi no habían sido un problema al crecer pero al estar más de un año con Jazzlyn rodeada de colores, luz y vida, mis costumbres habían cambiado.

No podía caminar por aquel pasillo subterráneo de piedras oscuras sin ninguna luz que iluminara las cosas. Me hacía sentir presionado, asfixiado.

Podía sentir cada partícula contenida a mi alrededor, cada mínimo sonido y movimiento siendo controlado por mi. Había aprendido a caminar a oscuras toda mi vida, pero en ese momento me sentí un intruso en una vida que ya no me correspondía.

No podía encajar en un mundo tan oscuro, pero tampoco toleraba la pureza desbordante de las soñadoras y sus protectores. Estaba en un punto medio, necesitaba ambos mundos para sentirme dueño de ellos, partícipe.

Yo quería encajar, simplemente encajar.

—Bernard.—Lo había sentido incluso antes de que hablara, su presencia lo decía todo, no necesitaba luz para verlo—. Alim lo espera en el sector central.

No me molesté en afirmar que lo había escuchado, sabía que como cualquiera de nosotros podía sentirme en ese corredor. Mis pisadas eran firmes pero suaves, fuertes pero no sonoras. Había perfeccionado mi caminar toda la vida, el pasar desapercibido podía ser un arte que dominaba por completo.

Incluso cuando no quería, tuve que atravesar aquel corredor ignorando aquel instinto que me pedía a gritos que volteara y me largara a correr en busca de Jazzlyn. Sabía que Araxiel todavía no había hallado la base donde nos habíamos asentado, pero no tardaría en hacerlo, y yo tenía que liberar el camino a la niña pura.

No comprendía que pasaba por mi mente un año antes de aquel momento, donde aún consideraba la idea de acabar con ella y triunfar en el bando oscuro.

Lo supe en ese instante, mientras posiblemente me dirigía a un problema seguro. Yo amaba a Jazzlyn, y sabía que si ella no estaba en ese mundo, nada valdría la pena.

El amor era una mierda pero algo me decía que aquel sentimiento me había ganado hace mucho tiempo y mi terquedad no me había permitido admitirlo.

Crucé el corredor y me vi frente a dos puertas de madera oscura. El primer instinto fue empujarlas con mi mano pero no estaban diseñadas para que una acción tan humana las moviera así que dejé que mis malas costumbres se adueñaran de mi y, segundos después, me vi atravesar las mismas en cuanto cedieron a mi.

Siempre todo había sido tan sencillo de controlar con mi mente que una parte de mi, aquella parte más egoísta, se preguntó porque diablos no había seguido por aquel camino.

OcultoWhere stories live. Discover now