Capitulo cuarenta y tres:

13.2K 964 72
                                    

Narrado por Jazzlyn:

Estaba demasiado cansada como para abrir mis ojos y sentarme en la cama para pedirles que cerraran la boca de una condenada vez. Me alegraba notar que mi cerebro seguía funcionando de forma correcta porque en ningún momento había notado si estaba en una cama, o en un sofá, o vaya a saber uno donde.

Quería pedir que se callaran porque era capaz de escuchar voces, tan solo que aún no las había reconocido en lo más mínimo y debía esforzarme por hacerlo.

Me sentía fatal, mi cabeza palpitaba y mi cuerpo parecía gritarme "¡tan solo dejame descansar un segundo!" pero no había tiempo de descansar, lo sabía. Todo se nos había ido de las manos, el tiempo ya no valía nada, tan solo era más limitado de lo que creíamos posible.

Me removí y pude reconocer que estaba en mi cama, o al menos en la cama provisoria que había para mi en la fortaleza. El perfume de Bastian aún estaba impregnado en las almohadas y las sabanas, sospechaba que el tiempo que me quedara ahí sería limitado pero, aún así, me negaba rotundamente a lavar las almohadas. Prefería lavar las sabanas pero, al menos una almohada, tenía que seguir sintiendose como si el estuviera en la cama, conmigo.

No me sentía en casa si no estaba con el a mi lado.

—Te dije que bajaras la voz, la despertaras y ella necesita descansar.

No sabía si estaba comenzando a desarrollar una obsesión con Bastian pero juraba por mi madre que aquella voz era la suya. Podía distinguir que estaba serio, tan a la defensiva como si esperara un ataque sorpresa en cualquier momento..

Dudaba que un seguridad de la casa blanca fuera tan protector como el conmigo.

Quería que se recostara a mi lado y me dijera que todo estaba bien, que saldríamos de aquella situación juntos pero lo cierto es que aún en ese momento estaba peleando con mi mente para que el no notara que había despertado, para que mis pensamientos no me delataran y me permitieran escuchar a ese hombre tan solo hablar un poco más.

Sabía que el no me hablaría si me veía despierta, el ni siquiera se acercaria a mi o dirigiría su mirada en mi dirección. Aquello dolía, más de lo que podía doler cualquier otro rechazo.

—Tú eres tan idiota que me sacas de mis casillas, Abaddon.

Sabía muy bien quien era el único que le hablaba en aquel tono y no recibía un golpe contra la pared junto con un estrangulamiento. Tenía su nombre en el borde de mis pensamientos, tan solo no podía hacerlo, no podía.

Debía contenerme y lo sabía pero era muy dificil evitar pensar en el nombre de una persona. El cerebro lo identifica de manera automatica, era evidente cuando me costaba manejar aquello.

¡Necesitaba un descanso, por el amor de Dios!

—Tan solo mantente atento a ella ¿si? Más con esto, no podemos dejar que lo vea. —Escuche como algo se arrugaba, parecía ser un papel, no estaba del todo segura—. Lleva mucho tiempo inconsciente, comienza a preocuparme.

Irónico que se preocupara en ese momento cuando la noche anterior me había dejado hecha un mar de lágrimas mientras tan solo se iba, sin siquiera mirar atrás.

Quería levantarme y reclamarle por todo aquello pero en cuanto lo hiciera el volvería a irse, no ponía duda en aquello.

Tal vez era una idiota por querer escuchar su voz, por querer sentir su presencia en una habitación que el había dejado de sentir como suya pero lo necesitaba. Quería saber que el después de todo seguía allí, una parte de su miedo quedaba nulo comparado a la preocupación que sentía y eso era suficiente para mi. No podía tan solo ignorar su existencia porque aunque fuera estúpido, aunque me mereciera un golpe por masoquista, quería saber que el estaba bien aún cuando me dominaban las ganas de correr hacía el y rogarle que no me dejara.

OcultoWhere stories live. Discover now