Collin: Lo que fue de él

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Collin

Tres semanas.

Exactamente tres semanas desde que Carter me había abandonado, llevándose a Michael con ella. No dijo a donde irían, solo dejó una nota diciendo que todo se había acabado. Que ya no podía soportarlo.

Volví a leer aquél papel que se encontraba en mi mano. Su perfecta caligrafía yacía plasmada en aquél papel, comunicándome que ya no había nada entre nosotros.

Esas pocas palabras escritas destrozaron mi corazón.

Yo solo quería lo mejor para ella, hasta que se convirtió en lo mejor para mí.

¿Era acaso tan malo el querer conservarla para mí y solo para mí?

Boté el papel al suelo y apreté los puños.

¿Qué no le era suficiente a esa perra? ¿Tanto que dí por ella?

—Collin, tienes que calmarte. —respiré profundamente y me miré al espejo.— Tú la amas, no tienes por que ofenderla.

Ella también te ama.

Te ama.

—Ella me amaba, hasta que lo arruiné.

Si tan sólo no hubiese confiado demasiado, si tan sólo no hubiese mostrado mi verdadero yo. Lo que me atormenta.

Si tan sólo hubiese fingido un poco más.

—Ella era feliz con el Collin perfecto, no con el obsesivo y manipulador.

Pero dicen que no todo es para siempre. Eso lo supe cuando ví como se miraban ella y Willmer. Querían ser amantes. Tal vez lo fueron.

Sabía que no podía competir contra él.

Tenía, no, quería y necesitaba tenerla encerrada para mí.

Era la única forma de que se quedara conmigo, sana y salva.

Pero, ¿por qué se llevó a mi niño? ¿Por qué decidió apartarme de mi pequeño Michael?

Tenía una posibilidad de comenzar de cero gracias a él, lo estaba logrando. Michael me quería, lo veía en sus ojos cuando su mirada topaba con la mía.

Desde pequeño me quiso, ¿por qué apartarme de él?

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Cuatro meses.

Cuatro meses sin saber de mi pequeño o de mi esposa. Seguía siendo mi esposa, pues los papeles de divorcio no tenían mi firma todavía.

Aún recuerdo cuando Michael corría por el pasillo con sus diminutos pies descalzos.

Carter, te lo suplico, déjame encerrarlos para poder sentirme seguro. Déjame librarles del alcance de extraños para que sean solo míos.

No me rompas más.

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Los papeles de divorcio ya están firmados.

Llevamos seis años sin ser pareja y al parecer a mi princesa le está yendo bien. Tanto que regresó de Australia y ahora tengo el derecho de ver a mi hijo.

Fines de semana. Eso es lo que dijo la jueza cuando ella regresó, Carter no pudo negarse puesto que Michael aún me quiere. Sabía que podía confiar en mi pequeño, lo sabía.

Al menos aún piensa en mí.

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Cuando me dieron la noticia, yo estaba leyendo un libro sobre la familia Romanov. Estaba llegando a la parte donde toman al zar y a su familia, los llevan al sótano y los fusilan. Primero el pequeño, luego sus hermanas.

No fue Deniel, fue Michael.

—Espero que asistas, ella aún te guardaba cariño. Después de todo, en cierto punto fuiste su todo y eres mi padre. —lo que me gustaba de mi hijo era la forma en la que me miraba, ni siquiera me guardaba rencor.

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La cosa más graciosa del asunto era que el trío de oro ya estaba muerto.

Willmer. Un paro cardíaco.

Katherine. Asesinada.

Mi princesa, Carter. Edad.

Solo faltaba yo, el que se interpuso.

Que cierto era aquello de que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. El problema conmigo había sido que lo entendí muy, muy tarde.

Y era mi turno de fallecer.

De la única cosa que podría llegar a arrepentirme. No, la única cosa de la que me arrepiento es no haber fingido más tiempo, confiar menos y no confiar más en ella.

Lo que viví durante tantos años sin ella fue el infierno, la muerte era el postre.

Collin, cáncer de pulmón.

Complaciendo a Papá. EN EDICIÓN.Where stories live. Discover now