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Me desperté con algo babeando mi cara. Un Spitz enano estaba encima mío, con la lengua de fuera y un moño en la cabeza.

-¿Qué rayos?- tomé al perro entre mis manos y lo saqué de encima para ponerlo a un lado. Me incorporé en la cama y volteé a ver él lado de Collin, pero éste no estaba.

Él perrito se subió en mis piernas y se paró en dos, poniendo sus patas delanteras en mi pecho. Acaricié sus orejas y piqué su nariz.

-Veo que ya lo conociste- Collin estaba en él marco de la puerta, andaba cargando una caja azul y vestía algo formal. Se acercó a la cama y, sonriendo, me tendió la caja.- Feliz cumpleaños.

Dejé la cama y lo abracé, él perrito empezó a ladrar y con Collin, reímos.- Anda, ábrelo- tomé la caja azul y la abrí, dándole la tapa a Collin y sentándome en la cama. Sonreí ampliamente.

Unas botas largas negras, de piso y piel, era lo que se encontraba en la caja. Saqué una de las botas y la acaricié emocionada, hasta que me di cuenta. Estaba acariciando unas botas de seiscientos dólares, lo sabía por que eran las mismas que venían en él catálogo que había visto él otro día con Kat. Guardé las botas rápidamente y le devolví la caja a Collin.- No puedo, es mucho dinero.

Con sus manos, acercó la caja a mí- Son tuyas, él dinero no me importa si no esa sonrisa en tu bello rostro.

Mordí mi labio y me senté para colocármelas. Me calzaban algo grande pero me encantaba su comodidad.

Miré a Collin y me paré de nuevo para besarlo, los ladridos se escuchaban de nuevo y empecé a sentir que jalaban mi camisa. Me separé de mi novio y cargué al perrito que estaba en la cama.

-Supongo que debo ponerte un nombre, ¿no?- lamió mi mejilla con su lengua y ladró.- Te pondré Dixon, porqué mi personaje favorito de The Walking Dead lo tiene como apellido- Dixon ladró, de nuevo, y giró su cabeza hacia Collin, gruñendole.

-Cuidado señorito, no olvide quien lo sacó del refugio- apuntó Collin y tomó mi mano.- Lo bueno es que ahora tienes dieciocho- movió sus cejas de arriba a abajo y le fulminé con la mirada.

*

-Como ya tienes dieciocho, entonces ya no hay pretexto, te enseñaré a fumar como se debe- Nolan estaba frente mío, con cigarrillo en mano, arrancando las hojas de un viejo libro. Él principito.

-¿Por qué tanto odio hacia los libros?- pregunté mientras trataba de quitarle él ejemplar y éste lo movía de lugar, arrancando lo demás.

-Ten- aventó la cubierta en mi dirección, las paginas estaban regadas por él piso y unas cuantas las tenia en la mano y las quemaba con su encendedor.- Solo los detesto, una vez rompí un libro de texto en frente de mi profesora y le aventé la cubierta dura a la cara.- Apagó su cigarrillo y encendió otro.- Él caso es que los libros son malos- me apuntó- Y tu vendrás conmigo hoy, andando.- me hizo señas con sus manos y me levanté del asiento. Acomodé mi gorro y me coloqué la sudadera de mezclilla.

Mi cumpleaños número dieciocho se celebraba hoy, pero se sentía como un día normal.

Así se sentirá de ahora en adelante, esas fueron las palabras de Phillip por él teléfono cuando llamó.

En realidad creí que sería mas emocionante.

Collin había venido a dejarme al apartamento de Nolan, había besado mi frente y desaparecido por la puerta. Me sentí como su me hubieran abandonado en mi primer día de instituto.

En él auto, Nolan había puesto a Nickelback y estaba cantando Photograph a todo pulmón. Disimuladamente tapé mis oídos y mordí mi labio.

Complaciendo a Papá. EN EDICIÓN.Where stories live. Discover now