Juegos De Dos - [SNK]

Capítulo 1: ¿Quién es el verdadero asesino?

[Eren narra]

Levi.

Maldigo ése nombre. Aunque de cierta forma, mi vida gira alrededor de él.

Mi meta...

Matarlo.

Me nombre es Eren y tengo diecinueve años. Por ahora me reservo mi aspecto, personalidad y familiarización.

¿Por qué?

Si te lo digo, te mueres. Así de Simple.

¿Quién te mata?

Pues Yo, pero sigamos. Cómo soy un "estudiante", voy a la prepa y de hecho, estoy de camino. No sé porque siempre se me hace tarde. Puse la maldita alarma y aun con eso llegare con retrasó.

— Hag, Mikasa va a matarme -digo. Ella tiene la capacidad de hacerlo sin duda. Es de las pocas personas de las que me cuido la espalda, sin embargo me asegura que nunca sería capaz de lastimarme.

— Eren -demanda la presencia de Armin. Suspiro. En realidad estaba muy agradecido de qué me encontrara él y no...

— Eren -habla Mikasa. Ay, Carajo ya me atrapó. Pienso al darme la vuelta y voy empleando la rapidez que tengo, para irme ocultando la mayor parte de mi cuerpo detrás de la silueta de Armin. 

— ¿Te ocultas de Mikasa otra vez? -dice Armin al ver que lo obligo avanzar hacia la salida, lento y conciso, a tal punto de no ser visto.

—Claro que...no -le musito y miro a un lado y al otro, percatándome de que lado puede venir, para correr de lado contrario, pero...

—EREN -dice, apareciendo frente a mí, con una mirada macabra.

— ¡AHh! ¡Eres un puto Fantasma! -Gritó en alto, algo aterrado. Muy poco y retrocediendo parte de mis pasos.

— Deja de jugar, Eren. -me dice. Genial, me ganare un reproche — Llegas 47 minutos tarde

— Si, si... Ya vo···

— !! -Giraba media vuelta para iniciar mi retira táctica de retirada, pero ella me agarra del cuello por la parte trasera de mi uniforme y va evitando qué escapé por su flanco.

— Diah-blos, Mikas-ahg -jaloneo hacia adelante, provocando una leve asfixia por los botones de mi camisa, oprimiendo mi cuello — ¡Agh! No fue mi culpa esta vez, fue de mi...

— El despertador -adivinó. — Lo pusiste mal, otra vez

—Pff -Suelto un bufido, dejo de caminar y mis intentos fallidos por escapar, solo me limito a que ella arrastre al interior de aula. Total, ya es una batalla perdida.

—No te preocupes, Eren... yo te pondré la alarma mañana -dice Armin. No era un puto niño para no hacerlo solo.

— ¡Jum! -Cruzó los brazos en mi pecho con un ceño fruncido, pues mi molestia es más que evidente.