Juntas otra vez...

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Sus miradas se clavaron juntas en medio de todo ese tiempo que había pasado separadas. Sus pulmones se llenaron de anticipación y ansiedad de estar en frente de la otra. Laura fue la primera en dejar de manejar sus impulsos y casi corrió a cerrar sus brazos alrededor de la cintura de Carmilla. Sus sentidos parecían haber estado dormidos durante todo el tiempo que pasó alejada de la pelinegra. Sintió el aroma que emanaba de su piel y las cálidas percepciones volvieron a aparecer. Se aferró fuerte a su figura mientras Carmilla cerraba los ojos para que las sensaciones también la invadieran. Llevó ambas manos a la espalda de Laura y la recorrió de arriba hasta abajo, sintió el perfume en el cuero cabelludo de la rubia y la sostuvo con fuerza contra su pecho.

Laura ya se había olvidado por qué había pasado tanto tiempo distanciadas. Cualquier razón le parecía estúpida en comparación con la sensación de tenerla en sus brazos. Y no le importaba todo lo que había pasado entre las dos, solo quería que ese momento no se terminara. Pero las palabras de la mayor la hicieron volver a la realidad.

-Por favor, Laura no lo hagas más difícil de lo que ya es.- dijo, tomándola suavemente de los hombros para alejarla de su pecho y mirar su expresión desencajada.

-¿Mas difícil para qué?

-Mas difícil para alejarme cuando te arrepientas de haberme conocido después de escuchar mi historia...-dijo, agachando la cabeza, tratando de ocultar el dolor en su rostro.

-Te aseguro que va a ser muy difícil que me arrepienta de haberte conocido. Y si... escucharte me hiciera sentir rara, solo bastaría con abrazarte de nuevo para recordar las sensaciones que tengo cuando estas cerca mío.- dijo Laura, tomando la barbilla de la pelinegra con delicadeza para que sus miradas se cruzaran.- Hey... ¿Cómo estás?

-Mejor de tenerte en la misma habitación de nuevo... estaba ansiosa de verte otra vez.- respondió sonriendo levemente, pero la leve sonrisa era suficiente para Laura.

-Yo no podía dejar de pensar en este momento, estos meses fueron demasiado largos.- dijo, acomodando un mechón detrás de la oreja de Carmilla.

-En realidad, mi plan era aparecer en tu trabajo mañana por la mañana para que habláramos pero no puedo aguantarme las ganas de verte.

-No puedo estar más feliz por tu ansiedad.-dijo, riendo un poco.

-Y además, necesito pedirte un favorcito...

- ¿Te parece que cerremos la puerta? Porque el vecino de al lado está mirando raro.-dijo, viendo como Isaac las miraba en su pijama de pokemón desde la puerta de su casa.

-Sí, claro.- respondió y Laura se movió para dejarla pasar. Levantó la vista para ver la casa ya arreglaba, la ultima ve que había estado ahí, las paredes se estaban envolviendo en llamas y Laura dormía plácidamente en su sillón.

-¿Qué favor puedo hacer?

-Mmm... bueno, debido a lo que voy a contarte mañana estuve teniendo problemas en mi familia.-empezó, y al ver la cara de Laura, se corrigió.- No, no son problemas que me saquen el sueño, no hay dramas. Solo que... digamos que no puedo volver a dormir en mi casa y quería saber si podía... quedarme...

-No hace falta que me preguntes eso, Carm. Es obvio que podes quedarte las noches que quieras.-dijo Laura, como que fuera la cosa más obvia del mundo.

-Gracias linda. En serio.- respondió sonriéndole más ampliamente.- Ese sillón nunca se vio tan cómodo.

Laura no podía dejar de admitir que se desilusionó al escuchar que Carmilla dormiría en el sillón pero lógicamente era lo más apropiado. Minutos más tarde, la pelinegra ya tenía su cama armada con acolchados de diferentes colores y estaba acostada cómodamente. La rubia estaba en su cama, no podía dormir sabiendo que Carmilla estaba tan cerca. No dejaba de pensar en lo mucho que la había extrañado y en todas esas noches que se había quedado dormida entre lágrimas de un vacio interno que nadie podía llenar. Pero esa noche era diferente, ya no estaba sola. Esa distancia entre ambas habitaciones no era nada comparado a lo que había vivido los últimos meses. Pero aún así, no podía dormir porque su cerebro no paraba de hablar. Decidió levantarse a buscar un vaso de agua, eso era lo que hacía las veces que necesitaba calmarse pero poder dormir. Salió de la cama y caminó hacia el comedor pero antes de llegar a la cocina se encontró con la pacifica figura de Carmilla durmiendo acurrucada en su sillón. Pensó que volver a dormir no era tan urgente como sus repentinas ganas de verla dormir. Se tomó todo el tiempo posible para ver como su cara gesticulaba en sueños, y movía apenas los dedos de los pies. La sala se inundó de un silencio puro hasta que la pelinegra se despertó de una bocanada de aire y lagrimas en los ojos. Su pecho subía y bajaba con rapidez, el silencio se había ido y fue remplazado por un pequeño sollozo que llevó a un llanto aún más pequeño.

-Shh... Carm estas bien.- dijo Laura, mientras se acercaba a la pelinegra que se había sentado en el sillón. Llevó una mano a su pierna para hacerle saber que estaba con ella, nada le iba a pasar. Carmilla levantó la vista para verla con los ojos empapados y se sorprendió de verla con ella, sorpresivamente se acercó para abrazarla por la cintura y apoyó su cabeza en el regazo de la más pequeña.- Hey Carm... ¿qué paso? Estas bien, estoy a tu lado. Nada te va a pasar.- dijo, tratando de tranquilizarla pasando su mano por la espalda temblorosa de la pelinegra.

-Estas bien... estas bien.- decía Carmilla, casi en susurros mientras se aferraba un poco mas fuerte a su cintura.

-Si Carm, acá estoy. ¿Me queres contar qué paso?

-Laura, yo...-dijo, y se enderezó para verla a los ojos y estar segura de que ya no estaba soñando.- yo soñé que te perdía... de nuevo... No importa, estas bien ahora.- dijo, un poco mas tranquilla mientras pasaba una mano por el rostro de la rubia. Aunque las horribles imágenes seguían repitiéndose en su cabeza.- ¿Me harías otro favor?

-Lo que sea, Carm. – contesto Laura, tomando la mano de la pelinegra con dulzura.

-¿Podrías quedarte por lo que queda de la noche?- preguntó, un poco insegura después de la pesadilla que había tenido.

-Seguro.-respondió y dejó que la pelinegra la guiara para que se acostara, sintió como Carmilla se acomodaba en su costado, apoyando la cabeza en su pecho mientras escuchaba los latidos de su corazón. La mayor sabía que quería escuchar su corazón durante toda la noche para asegurarse de que seguían en su lugar.

Laura no estaba acostumbrada a sostener a nadie mientras dormía, ella siempre era la que se acomodaba en el costado de alguien pero esta vez era diferente. Pensó que no le importaría sostener a Carmilla por el resto de sus días, y poco a poco ambas recuperaron el sueño.


Café tibioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora