Bienvenida a casa

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Ya era casi media noche mientras cerraba con llave la puerta de mi casa, Carmilla se había adelantado con ambas manos cargadas de mis bolsos y los acomodaba en su auto negro.

-¿Lista?-dijo, mientras me abría la puerta del copiloto y me miraba con una sonrisa.

-Lista.- y entré para sentarme en el cómodo asiento de cuero, estirando las piernas y pensando si había hecho lo correcto.-¿y... que tal hoy?

-Bien-dijo con un suspiro.- Tuve que lidiar con un par de alumnos molestos y sus padres aun más molestos... Increíble que tenga que lidiar con padres en la universidad.

-Wow, ni siquiera mi padre sobre protector se metería en mis asuntos de la universidad.-dije, sorprendida.

-Si... nosé que le pasa a esos padres, pero bien.-dijo, mirándome mientras frenaba en un semáforo.- ¿y tus estudios?

-Iban bien... ahora tuve que retrasarlos para poder juntar más dinero para reparar la casa... así que hasta los meses que faltan para que empiecen las materias que me quedan, tengo un tiempo libre de exámenes.-dije, estirándome un poco en mi asiento.

-A veces caen bien unas vacaciones de estudio obligadas.-dijo.-Ya casi estamos llegando, es en la esquina.- dijo, señalando un edificio antiguo de enormes ventanales. Se adelanto varios metros y frenó justo en la entrada del edificio. Bajé del auto y me acerqué a ayudarla con mis bolsos.

-No, hace falta, estoy bien.-dijo mientras sostenía mis bolsos con una facilidad increíble.-¿Puedes tomar la llave de mi bolsillo y abrir la puerta?

-Si... mmm permiso.-dije, dirigiendo mi mano a su bolsillo trasero.

-Cuando quieras, linda. Pero tratemos de que la acción pase adentro de casa, no quiero rumores de los vecinos-dijo, riendo y haciéndome reír mientras sacaba las llaves de su ajustado bolsillo. Me acerqué a la puerta, abrí y entré a una sala de estar muy espaciosa con un gran sillón en un costado y una mesa mas baja, pinturas colgadas por todas las paredes. Parecía que el departamento tenía un toque rustico y original que quedaba muy bien con los cuadros colgados.

-Bienvenida a tu nuevo hogar linda.-dijo, poniendo mis bolsos cerca de un ropero que había en la puerta de entrada.-Dejo tus bolsos en este ropero pero después los llevamos arriba.-terminó de decir y sentí sus manos en mis hombros haciendo unos masajes suaves, definitivamente Carmilla sabía hacer masajes.- Estas un poco tensa, linda. ¿Qué te parece si preparo algo de comer mientras te acomodas así después podes descansar?

-Si por favor.-dije, relajada con el movimiento de sus suaves manos.-¿Hay alguna manera de que hagas masajes y cocines al mismo tiempo?

-Ojala pudiera pero dudo que sea posible. Quizás pueda seguir con los masajes más tarde.-dijo, dando un último apretón a mis hombros.- Por el pasillo esta la escalera, la primera puerta a la derecha es el baño, la que sigue es mi habitación. Por supuesto esta es la sala de estar, la puerta de la izquierda es la cocina y allá, donde están las luces apagadas, esta la mesa pero casi nunca ceno ahí. Siempre uso la mesa baja y me siento en el piso. Pero... como quieras.

-Bueno... gracias Carm, en serio.-dije, tomando su mano.- Una pregunta...¿Dónde puedo dormir?

-Hay dos opciones... el gran y cómodo sillón o mi gran y cómoda cama. Donde quieras, linda.-dijo, entrelazando sus dedos con los míos.

-Creo que hoy voy a dormir en el sillón... mientras más cansada estoy, mas me muevo mientras duermo y no quiero molestarte.

-No serías una molestia pero está bien, como decidas. Voy a cocinar algo rápido, ponete cómoda. Si necesitas pijama, avísame.

-Traje el mío, creo que me voy a cambiar ahora mismo y bajo a ayudarte.-dije, tomé un bolso y me dirigí por el pasillo hasta la escalera de madera que crujía bajo mis pies. Llegué al primer piso y entré en la primera puerta. El baño era bastante grande y blanco, con una amplia bañadera moderna. Terminé de cambiarme de ropa y salí sin hacer mucho ruido, quería ver su habitación ya que esta noche no iba a dormir ahí. Para mi sorpresa era muy sencilla, las paredes eran blancas con un par de cuadros de diferentes colores, tenía un estante llevo de vinilos y su correspondiente reproductor. La cama era blanca y enorme, mucho más grande a la que yo tenía en mi propia casa. Lo más llamativo de toda la habitación era el gran ventana del medio que daba a la esquina por donde habíamos llegado, se veía gran parte de las cuidad y sus luces, los semáforos cambiando de color y la gente caminando apurada.

-¿Estás bien, linda?- su llamado me trajo de vuelta a la realidad y me apresuré a salir de su habitación.

-Sí, si estoy bien.-dije, ya bajando.

-Oh pero cuanta sensualidad para una persona tan pequeña.-dijo, mirándome de pies a cabeza. Yo ni siquiera había pensado en lo que tenia puesto, mi pantalón enorme y felpudo de perritos y una musculosa blanca.

-Sí, lo traje especialmente para la ocasión.-dije, riendo un poco. - Perdón, es que estoy muy cansada.

-Me imagino. Vamos la comida ya esta lista.-dijo y me tomó de la mano hasta la mesa baja al lado del sillón. Cenamos mientras charlamos de todo un poco. Al terminar, Carmilla subió a su habitación a buscar una frazada y unas almohadas.

-Gracias por dejar que me quedara en tu casa, Carm.-dije, mientras dejaba las cosas sobre el sillón. Y daba un paso cerrando la distancia entre nosotras para pasar mis brazos alrededor de su cuello y abrazarla.

-No hay problema, linda.-dijo, y llevó sus manos a mi cintura para sostenerla con firmeza. Justo lo que necesitaba, que alguien me sostuviera un rato, estaba abrumada de obligaciones Suspiré con un poco de alivio, no quería que este abrazo terminara. Apoyé mi mentón en su hombro y sentí como plantaba un casto y delicado beso en mi cabeza.

-Podría quedarme así toda la noche.-dijo de un suspiro en mi odio.- pero creo que necesitas dormir.

-Sí, es verdad.-dije, y me separé despacio de ella que soltó el agarre en mi cintura.

- Todo se va a solucionar, linda.- dijo, y con suavidad me corrió un mechón de la cara, yo asentí con la esperanza de que sea verdad. Se acercó más hacia mi cara y me besó la mejilla con dulzura.- Buenas noches.

-Buenas noches, Carm.-le respondí.

-Avisame si necesitas algo. Cualquier problema, voy a estar arriba.-dijo, y me acosté en el sillón mientras ella apagaba la luz y subía la escalera.

Perdí el sueño pensando en todo lo que tenía que hacer al día siguiente, el trabajo, todavía no podía decirle a mi padre que no estaba en casa, solo quería dormir. Cada posición que tomaba en la cama era incomoda y las maderas del piso parecían hacer un ruido constante. Necesitaba dormir y ya no sabía cuánto tiempo llevaba pensando, estaba empezando a angustiarme la idea de no poder dormir aunque iba a tener un día muy agitado. Alargué la mano hasta mi celular y al encender la pantalla, vi que eran las 3:30 de la mañana. Estaba angustiada, malhumorada, preocupada al mismo tiempo y lo único que quería hacer era llorar y desahogarme. Así que eso fue lo que hice, mientras salía de la cama, tomaba mi almohada y me encaminaba hacia la escalera. Subí con cuidado, abrí la puerta de su habitación y eso fue lo que la despertó.

-Hey linda.-dijo, con voz ronca.- Ven. No llores.

Caminé hasta los pies de la cama y me tendió una mano para guiarme hasta su lado, apoyé mi cabeza en la almohada, sentí como pasaba su mano bajo mi hombro y con la otra mano rodeaba mi cintura, su pierna envolvió las mías acercándome más a ella. Su respiración en mi nuca me tensaba y me relajaba al mismo tiempo, haciendo que mi angustia se calmara. Su cuerpo contra el mío era el sostén perfecto.

-Todo va a estar bien.-dijo en mi oído antes de darme un beso detrás de la oreja y unos minutos después ya estaba dormida.


Café tibioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora