Sorpresa...

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El sol entraba por la ventana abierta de la habitación de Carmilla, Laura levantó la mirada para verla a los ojos de nuevo.- ¿todo bien?

-Pocas veces estuve así de bien.- respondió, sonriéndole desde la comodidad de sus almohadas.- Creo que voy a tener que levantarme y darme un ducha.-dijo, apoyándose sobre sus codos en la cama.

-Supongo que vamos a ser dos.-respondió Laura, se levantó de la cama y salió para el baño, la pelinegra la miró mientras se iba y se sintió bien por tenerla a su lado otro día más.

Después de una ducha que se demoró más de lo que se suponía, ambas estaban terminando de tomar el desayuno en la cocina de Carmilla.

-¿Hasta qué hora dictas clases hoy?- preguntó Laura, mientras terminaba de morder una tostada que estaba cocida a la perfección... otro de los talentos de la pelinegra era la cocina.

-Hoy... hoy voy a estar en el aula hasta las 8 de la noche.- respondió, sirviéndose una segunda taza de café.- ¿Por qué preguntas?

-Nada, solo curiosidad.- dijo la rubia aunque estaba pensando en ir a sorprenderla a final de hora y una sonrisa escapó de su rostro.

-Aunque esa mirada no dice lo mismo eh...- dejó su taza de café en la mesa y, por detrás de Laura, la abrazó por la cintura, dejando un beso en su cuello.

-Mejor dejémoslo así.- dijo la rubia, se dio vuelta para quedar de frente a la pelinegra, mirándola a los ojos, pasó los brazos por su cuello.

-Lo que digas, linda.- cerró la distancia entre ellas y alcanzó sus labios con ternura. Laura le devolvió el beso, sintió la sonrisa de Carmilla sobre su piel y se separó despacio.

-Carm... creo que vamos a llegar tarde.- dijo, luego de levantar la vista al reloj que había en la pared de la cocina.

-Maldito trabajo, siempre arruina el momento.- y escuchó la risa de Laura mientras se acercaba al comedor a tomar su abrigo

Mientras estaban separadas, el tiempo pasaba muy rápido- pensó Laura desde la cocina de la cafetería y esperaba que Kirsh le tendiera el plato para la mesa que lo esperaba. La tarde había pasado muy tranquila, la gente no había estado de mal humor y habían tenido buenas formas. Hasta su jefa había estado de buen humor y la dejó salir antes de horario – aunque no sabía que era para ir a sorprender a Carmilla en su trabajo-. Saludó a todos con una sonrisa, tomó su abrigo y se dirigió a la salida. Todavía tenía tiempo para caminar hasta la universidad en donde la pelinegra daba clases...

Por su parte, Carmilla estaba terminando de explicar un tema nuevo y empezaba a entregar los exámenes que había corregido para hoy. Una pequeña parte de la clase había aprobado con notas altas, casi la mitad había aprobado con lo justo y la gran parte que quedaba había desaprobado. Para muchos de ellos significaba que deberían abandonar la materia e intentarlo el año siguiente, así que había varios que estaban despidiéndose de ella y charlando sobre algún tema relacionado. Poco a poco la mayoría se había ido del salón, ya era la hora de salir. Quedaba un joven de anteojos enmarcados con un bolso de cuero que le hacía unas preguntas sobre uno de los puntos y al fondo del aula, había una chica. Una chica que casi no había participado de su clase en todo el cuatrimestre, lo única que Carmilla sabía es que era su nota en el examen y su nombre, Emily.

-Si, a pesar de ese punto, el resto está muy bien.- dijo, mirando al joven que parecía apenado por su nota, aunque era un aprobado.- trata de practicar la estructura de las respuestas y la próxima no vas a tener problemas.- el joven levantó la vista, la mano le temblaba un poco. Definitivamente Carmilla sabía imponer autoridad.

-Gracias profesora.-le dijo y le tendió el papel. –Hasta mañana.

-Hasta mañana Will.- terminó de decir y el joven salió del salón. Emily todavía estaba en el salón.- Emily... ¿puedo ayudarte con alguna duda?

La joven empezó a caminar en su dirección, se paró demasiado cerca y le tomó la mano.

-Ay Carmilla, no entiendo cómo me pudo haber ido tan mal en este examen...-dijo, y la miró a los ojos con una mirada nada inocente.

-Eh... bueno, tuviste unos errores de redacción pero no fueron tan importantes...-dijo, esforzándose por mirar la hoja mientras le explicaba. Esta chica no podía ponerla nerviosa.

-Había estudiado tanto para esto.- dijo, poniendo una mano en el hombro de la pelinegra. Carmilla desvió la mirada a los dedos que corrían por su brazo.- Seguro me puse nerviosa...- la mano de la joven volvió a subir y ahora fue a su rostro, acariciándolo. Carmilla no podía sentirme más incómoda, solo quería salir corriendo del salón pero debía mantener el semblante. – Con una profesora tan linda sería raro no ponerme nerviosa.- dijo, sonriéndole y cerró el poco espacio que había dejado y besando a Carmilla sin siquiera preguntarle...

Luego de una larga caminata y preguntar muchas veces, Laura había logrado encontrar el aula donde Carmilla daba las clases. Caminó varios pasos casi corriendo para llegar a verla y al llegar a la puerta se frenó en seco ante lo que estaba viendo. Una chica alta, más alta que ella con una cabellera castaña tenía sus labios en los de Carmilla. Tuvo la sensación de haber recibido un golpe en la cara. Esto no podía ser real. Carmilla no podía estar engañándola con una alumna, no podía haberle mentido todo el tiempo que había estado juntas. Solo pudo soltar el aire contenido con desconsuelo, se dio vuelta y salió casi corriendo por el gran pasillo...


Café tibioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora