Al sillón...

912 67 8
                                    

Subieron al auto de Carmilla en silencio, que no era incómodo sino más bien dolido. Laura había aceptado a quedarse en la casa de la pelinegra bajo la condición de que no hablarían del tema hasta el otro día y ella dormiría sola, para así poder pensar mejor. El viaje fue simplemente silencioso, lo único que se escuchó fueron los sollozos sordos de Laura y su llanto reciente.

-Laura, Laura.-dijo, Carmilla con suavidad cuando frenaron en un semáforo. La rubia la miró con ojos cansados y pequeños espasmos sacudían su pecho.- Respira, mirame.- trató de ser lo más suave posible tomándole la mano, al ver que Laura no se retiraba, decidió que podía seguir.- Exhala despacio. Respira de nuevo.- Repitió el procedimiento un par de veces más hasta que Laura respiraba con normalidad y unos minutos más tarde había llegado a su casa.

-Bueno... voy a dormir en el sillón.- dijo la pelinegra, mientras se quitaba el saco y lo arrojaba sobre su temporal cama, justo después de que Laura dejara su cartera. Aunque en su mente solo quería poder ir a su habitación con Laura, poder acostarse con ella, abrazarla y besar su cuello mientras se quedaba dormida.

-Pero Carm... Carmilla, tu cama...

-No, linda.-dijo, y le pareció que Laura estaba demasiado enojada para escucharla llamándola asi.- Podes usar mi dormitorio, tenes que descansar bien. Y... yo no tengo problema.

-Gracias.-dijo, agachando la cabeza, deseando que su enojo se hubiese ido por completo y poder volver a dormir en los brazos de Carmilla.- Si necesitas algo, podes ir a buscarlo.

-Sí, está bien. Buenas noches, linda.

La rubia subió las escaleras y se dirigió directamente al cuarto de la pelinegra, la cama todavía estaba desordenada de la noche anterior y solo podían recordar lo que había pasado. Dejó sus zapatos al borde de la cama y el resto de la ropa. Fue al baño a cepillarse los dientes, se lavó la cara y solo podían pensar en lo mucho que quería que lo que había visto en la tarde hubiese sido mentira. Lo mucho que quería que las cosas volvieran a ser como eran antes.

Distraída en sus pensamientos, volvió al cuarto...

-Laura!- dijo Carmilla, sorprendida.- Yo solo...-empezó pero se distrajo en el cuerpo de Laura que solo deambulaba en ropa interior.- eh... vine a buscar esto.- levantando una pequeña caja que estaba a un costado de la cama.

-Está bien. No es como si nunca me hubieras visto en ropa interior antes.-dijo, pasando por al lado de la pelinegra para meterse debajo de las sabanas.

-Cierto.-dijo Carmilla, dirigiéndose a la puerta para salir.- Laura...

-Mhh...

-¿Cómo estás?- preguntó, de la forma más sincera que lo había hecho en años.

-Nose.-respondió Laura, mirándola a los ojos.- Quiero estar bien, quiero que estemos juntas pero esto... esto me lastimó mucho. ¿Cómo estas vos?

-Mal... por haberte lastimado, porque esto me lastima a mí también y porque no te quiero perder.- respondió y vio como Laura bajaba la cabeza al escucharla.- Bueno, voy al sillón. Que duermas bien.

-Que duermas bien.- dijo Laura, la vio alejarse por el pasillo y bajar por la escalera. Se acomodó en la cama, se cambió de posición más veces de las que cualquiera querría. Su cerebro se había olvidado que era hora de dormir. Solo podía pensar en el pasillo de la universidad, como llegó al salón para ver la estúpida escena que había desatado todo este desastre. Le hervía el cerebro de pensar en que fácil hubiera sido si no hubiera pasado, seguramente hubiera ido a cenar con Carmilla y ahora estarían durmiendo o pasándolo mejor...

Después de varios minutos de divagar en sus ideas escuchó algo en el piso de abajo, donde estaba Carmilla. Salió de la cama a hurtadillas, no quería hacer ruido, se acercó a la escalera y escuchó con más precisión... Sollozos... de Carmilla. Se frenó en seco al borde de la escalera y empezó a meditar entre bajar o no hacerlo. Recordó el primer día que había pasado en esta casa, ella no podía dormir y la pelinegra la había protegido con sus brazos mientras lloraba.

Decidió que iba a bajar, pero quiso hacerlo muy silenciosamente ya que no quería asustar a Carmilla. Con cuidado pasó los escalones, llegó al salón y la escena la dejó impresionada. La pelinegra estaba sentada en el sillón, su rostro enterrado en sus manos con sus codos apoyado en sus rodillas, sollozaba con fuerza. Sobre la pequeña mesa del comedor había un mar de fotografías. En todas ellas estaba Carmilla, con diferentes peinados, vestimentas y acompañantes. Algunas fotos eran muy antiguas, parecían guardar muchas historias en ellas, parecían tener más años que Laura misma. En ellas estaba Carmilla... con una joven con rasgos asiáticos, con un joven con gorro marinero, con una mujer con ropa de los años 20, con un hombre de traje antiguo con galera y bastón, con una joven al pie de la Torre Eiffel, y muchísimas fotos más. Pero había una, justo en el centro de todas, parecía que la pelinegra la había tenido en sus manos momentos atrás. Decidió acercarse a verla mejor, ya que Carmilla no podía escucharla sobre sus sollozos. Estiró un brazo y tomó la foto con cuidado ya que era muy antigua. En ella estaba Carmilla, usando un vestido antiguo, mirando con ojos que no significaban otra cosa que amor a una joven... una joven idéntica a Laura. La sangra se le heló debajo de la piel, una corriente la corrió por la columna. Dio vuelta la foto para buscar una fecha... "año 1689". Las piernas se le aflojaron e hizo un esfuerzo para mantenerse en pie, soltó un suspiro que no sabía había contenido. Carmilla la escuchó por fin.

-¿¡Laura!?- dijo, con la voz acongojada por llorar. Se levantó rápidamente y tomó la foto de las manos de Laura.

-Carmilla... ¿Qué es esto? ¿Quién es esa mujer? ¿Por qué se parece tanto a mí?

-Laura espera... Te puedo explicar.-dijo, mientras amontonaba las fotos con sus manos y las volvía a poner en la caja.- Esto no es lo que pensas...

-Todas esas personas... esas personas no parecían de esta época, no tienen los rasgos de esta época... -dijo, con cara de preocupación. Carmilla la vio y solo podía pensar en que no quería perderla de nuevo... después de tantos años sin encontrarla...

El teléfono celular de Laura empezó a sonar en su cartera, cerca de donde estaba Carmilla.-Por favor, atiende el teléfono.-dijo la pelinegra.

-Sí, pero me vas a tener que explicar todo esto.- dijo, mientras se acercaba a su cartera y tomaba el celular.- Que raro... número desconocido.- deslizó la pantalla.

-¿Hola?... sí, soy yo.- dijo, Carmilla pudo ver como su cara se convertía del enojo al terror. Sus ojos se abrieron profundamente.- ¿Qué? ¿Cómo esta él? ¿A dónde lo trasladan? Ya salgo para allá.- cortó la comunicación.

-¿Qué pasó?- preguntó Carmilla con ansiedad.

-Mi papa... tuvo un ataque en su vuelta de las vacaciones. Tengo que ir al hospital.- dijo, con expresión de no haber llegado a la realidad.

- Anda a vestirte, voy a prender el auto. Vamos Laura, te llevo.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Hola :) Me gustaría que comentaran que les parece el rumbo que esta tomando la historia... Disfrutenlo! 

Y quiero agradecerle a mi mejor amigo Pablo que me esta ayudando mucho con las ideas :D

Café tibioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora