Presentaciones...

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Laura tomó aire, llenando sus pulmones mientras tomaba el frio picaporte y entraba en la habitación. La cama de sabanas blancas acogía a su padre, quien estaba conectado a un par de aparatos que marcaban su pulso.

-¡Papá!- exclamó en un pequeño grito ahogado y casi corrió al costado de la cama para abrazarlo como podía. Lagrimas de alivio mojaban su fino rostro, humedeciendo sus ojos cansados.

-Por favor, tenga cuidado, señorita Hollis.- dijo el médico, desde la puerta de la habitación.- Voy a dejarlos un rato a solas.

Pero Laura no lo había escuchado, estaba más preocupada por abrazar a su padre. Sus manos en su espalda la hicieron sentir en casa de nuevo, extrañaba sentirse en casa. Se quedó unos segundos sintiendo el momento, pensando en el miedo que tenía por su padre y como ahora se sentí micho mejor por tenerlo en sus brazos de nuevo.

-Papá... ¿Qué paso?- dijo, mientras se alejaba para verlo a la cara, las lagrimas brotaban seguían brotando de sus ojos.

-Osito... pensé que no iba a volver a verte a los ojos.-dijo él, también llorando.

-Ay papá...- dijo, también llorando sobre su hombro mientras lo abrazaba de costado nuevamente.

-Ya sé, ya sé.-dijo Sherman mientras acariciaba la espalda de su única hija.- ¿Cómo estabas? Digo... antes de enterarte de esto.

-Antes de esto, estaba bien. Ahora que te veo, ya estoy mejor.-dijo, sonriendo mientras se separaba un poco y lo miraba a los ojos.- Estaba quedando en la casa de...

-Carmilla, si no recuerdo mal su nombre.- interrumpió su padre.

-Sí, estuve quedándome en la casa de Carmilla. Todavía me quedan varios días para que terminen los arreglos en casa.- agregó mientras recordaba la vista de su casa hecha un desastre.

-Y... ¿Cómo es?-preguntó un poco ansioso.- Carmilla ¿Cómo es esta chica misteriosa? ¿Dónde las conociste?

-Papá!- se quejó un poco, antes de sentarse en los pies de la cama del hospital.- Ella... estaba en el café cuando la conocí, tuvimos un conexión ese día y me dio su número de teléfono.-dijo, sonrojándose un poco.- Y la parte casual es que... esa noche, empezó el incendio y cuando me desperté, ella me sacó de casa. Más adelante me dijo que había visto el humo, entro corriendo a ver si había alguien adentro y... me salvó.- terminó de decir, mientras agachaba la cabeza para ocultar el calor de sus mejillas.

-¿¿Ella te salvó??- exclamó, respirando hondo varias veces.

-Si papá, no hace falta que te estreses por eso, estoy bien ¿ves? Sentada delante de ti.

-Sí, está bien. Estas bien.- dijo, mirándola a los ojos.- Pero tengo que agradecerle, salvó lo más importante de mi vida. ¿Viniste con ella?

-Mmm si pero... no pensé que quisieras conocerla hoy y así.

-Si ella te hace feliz, y por tu sonrisa veo que lo hace, quiero conocerla, Osito.- dijo Sherman con una sonrisa que se formaba de costado en su rostro.

- Bueno papá, ahora le digo que pase.- respondió y se acercó a darle un beso en la mejilla.- Te amo.

-Yo también te amo, hija.

Laura abrió la puerta, del otro lado Carmilla estaba sentada en el banco media dormida contra la pared. La rubia se sentó a su lado y apoyó su cabeza en el hombro de la pelinegra.

-eh que... que... ¿qué pasa?- dijo Carmilla entre balbuceos. Giró la cabeza para mirar a Laura y tomó su mano instintivamente.

-Quiere conocerte.

-¿Papá Hollis? ¿Me quiere conocer?- dijo, mirándola a los ojos con expresión sorprendida. En el fondo sabía que todo esto no iba a salir muy bien pero no había forma de decirle a Laura que no, no tenía excusa.

-Si, te quiere agradecer que me hayas salvado el día que mi casa se incendió. Y como me vio sonreír mientras hablaba de vos, dijo que si me hacías feliz él quería conocerte.

-¿y... te hago feliz?- preguntó la pelinegra, un pequeño nudo se le formó en el estomago mientras esperaba la respuesta. Laura la miró directo a los ojos, con una mano acunó su rostro.- Si Carm, muy feliz.- cerró la distancia entre ella y llegó a los labios de Carmilla con los suyos. Un beso delicado, sin prisa ni pretensiones, solo aceptación. Se separaron cuando Laura se paró para tenderle una mano.- ¿Entramos?

La pelinegra la miró por un instante, contemplándola como si fuera la primera vez y sonrió con pureza. Estiró su mano y entrelazó los dedos de ambas. La más joven tomó el picaporte y pasó a la habitación y, solo cuando se hizo a un costado, Sherman pudo ver por fin el rostro de la misteriosa Carmilla...

Era un rostro que conocía, que había visto hacía muchos años, antes de que Laura llegara a su vida. Su expresión cambió, sus latidos se aceleraron ante el recuerdo de ese rostro tan joven y delicado, no podía creer lo que sus ojos veían.

-¿¿Mircalla??- llegó a exclamar mientras todas la maquinas a su alrededor empezaron a sonar al unísono y respiraba con dificultad. Laura se acercó con rapidez a la cama, lo tomó de la mano mientras intentaba calmarlo.

-ENFERMERA!- exclamó Carmilla a través de la puerta abierta y una mujer vestida con bata blanca entró y fue directo hacia Sherman y la maquinas alrededor.

-Se tienen que retirar. Ahora mismo.- dijo, con firmeza.

-Pero... papa! Por favor.- sollozó Laura casi sobre la cama de su padre que parecía estar teniendo otro ataque. Carmilla, con rapidez, la tomó por la cintura y la levantó sin molestia para sacarla de la habitación y dejar los doctores actuar. La puerta se cerró detrás de ellas y Laura se abalanzó sobre la pared que tenía enfrente mientras lloraba. La pelinegra la miraba, esperando dar una respuesta a lo que acababa de suceder.

-Laura, puedo explicar todo lo que paso... solo... mírame.-dijo, con tono casi desesperado pero sin animarse a acercarse a la más pequeña. Laura se dio vuelta despacio, con los ojos rojos y el rostro empapado.

-¿Mircalla? ¡¿Qué demonios fue eso?! ¿Qué está pasando?

Café tibioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora