—P-pero yo no puedo hacer eso... —protesté horrorizada. Apenas podía hablar al imaginarme la situación que me estaba proponiendo—, no puedo.

—Sé que es difícil hija, posiblemente sea tu... tu primer amor, pero al fin y al cabo es sólo eso, un primer amor —comentó con simpleza, como si mis sentimientos no importaran. Se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta—. Olvídalo _____, será lo mejor para todos.

Narra Alba.

Una semana hacía que había abandonado el hospital y todavía seguía sin salir de casa. Hasta ayer mismo _____ no paró de insistir en que fuera a clase, o al cine con ella, cualquier cosa con tal de que no estuviera encerrada en mi cuarto sin comunicarme con nadie por más tiempo, pero realmente no me sentía preparada. Hasta hoy. El aire que respiraba en mi habitación ya comenzaba a ahogarme, necesitaba salir a la calle cuanto antes, así que cogí mi móvil y marqué el numero de _____, esperando que estuviera disponible para ir a dar una vuelta.

—Alba —mi madre me interrumpió justo en ese momento—. Hija, tienes visita.

Me levanté de la cama y dejé el móvil sobre la mesita de noche girándome hacia ella.

—¡Albaa!

Los gritos inconfundibles de Ruth y Carla me dejaron sorda por momentos. Al verlas entrar lo primero que se me pasó por la mente fue que se habían equivocado de lugar, puesto que iban demasiado arregladas como para venir a hacerme una visita, pero al ver lo contentas que se pusieron al verme me di cuenta de que sabían a la perfección donde estaban.

—Hola chicas —saludé dedicándoles una leve sonrisa—. ¿Qué hacéis aquí?

—A parte de venir a ver qué tal estabas, que por lo que vemos ya estás perfectamente... —dijo Carla—, nos pasábamos por aquí porque queremos que te vengas con nosotras de fiesta.

—¿Yo? ¿De fiesta? ¿Con vosotras? —pregunté atropelladamente— No sé, no lo veo buena idea...

—¿Y por qué no? Te aseguro que esta va a ser la mejor noche de tu vida —habló Ruth alzando sus cejas repetidas veces—. Qué dices, ¿te apuntas?

—No sé por qué nos estamos molestando en preguntárselo —intervino Carla muerta de risa hablando con su mejor amiga—. Tenemos ordenes de sacarla de estas cuatro paredes sí o sí. Así que venga, que te vienes con nosotras.

Me arrastraron cada una de un brazo hasta sentarme delante de mi escritorio y, mientras Ruth comenzaba a sacar todo mi maquillaje de un cajón, Carla abrió mi armario y rebuscó por todos los rincones algo de ropa para ponerme.

—¿Quién os a dado ordenes? —pregunté confundida y, debía de admitir, también un poco divertida.

—_____ —me respondió Carla distraída. A través del espejo pude ver como se daba la vuelta sonriendo triunfante y extendía en el aire un vestido súper hiper mega pequeño, el cual ni si quiera sabía que tenía—. Este es perfecto.

—Yo no me puedo meter ahí —le aclaré negando continuamente con mi cabeza—. Qué queréis, ¿vestirme como una prostituta? 

—Sí, básicamente sí —respondió Ruth con naturalidad volviendo a poner toda su atención en limpiar mi cara—. Alba, esta noche vas a perder toda la inocencia que tienes en ese mini cuerpecito y te vas a convertir en una auténtica mujer. Y cuando digo mujer, es mujer.

Retuve el aliento asustada. ¿Eso significaba que dejaría de ser virgen en unas pocas horas? 

Ella cogió mi máscara de ojos y empezó a aplicármela con lentitud y de la forma más delicada que pudo. Luego pasó a un pintalabios rosa fuerte, y después quiso seguir con algo de colorete, pero conseguí detenerla a tiempo. No estaba acostumbrada a maquillarme tanto.

Te NecesitoWhere stories live. Discover now