-No lo está, puedes pasar a su oficina
-Gracias

Cuidé que mi madre no pudiera verme a través de las ventanas de su enorme oficina, llegué a la que tenía un letrero donde se leía el nombre de la abogada que buscaba, me dio la entrada cuando le dije a su asistente quién era y ésta la llamó por teléfono.

-Matthew, hola-con su mano me invitó a sentarme en la silla frente a su escritorio
-Señora Banks, necesito que me ayude a llevar un caso
-Claro, qué necesitas?

Comencé a contarle la situación, por su reacción pude notar que se portaría bastante ruda por la delicadeza del caso, le agradecí por apoyarme e insistió en que no le pagara por sus servicios, la razón era por lo feliz que me veía junto a Lila. También le hice prometer que no le contara nada a mis padres, por ahora, dado que yo lo haría después.

Pedí que Erick me llevara a la universidad, no tenía el ánimo suficiente para manejar la motocicleta y quería leer las cartas de Lila a mis padres.

Abrí la primera, esto no era correcto pero tenía que comenzar a trazar en mi mente el mapa que me guiará hacia mi princesa. Quité el sello del sobre con el nombre de mi padre, desdoblé la hoja y sentí el nudo en mi garganta al ver la letra de la bostoniana.

«Estimado señor Richard:

Usted ha sido una de las personas que me tendieron su mano desde la partida de papá,...»

Volví a doblar la hoja, el inicio de esa carta me sonaba mal, creaba teorías que deseaba descartar, así que abrí la de mi madre con la esperanza de estar equivocado en lo que pensaba.

«Christina:

La grandeza que una mujer tan increíble como lo es usted, sólo provoca más admiración a su persona de mi parte.

Recuerdo la conversación que tuvimos, aquella donde hablamos sobre mi futuro con Matthew...

Omití esa parte, no me correspondía saber de qué hablaron ellas ese día, me limité a mirar si había algo que confirmara mis sospechas...para mi mala suerte, sí había algo que me rompió el corazón.

Gracias por el cariño que me brindó, lo extrañaré porque me daba casi el mismo que a sus hijas...»

No soporté más, me solté a llorar. Sus cartas y las de mis padres me confirmaban aquello que temía, y no compartía con nadie más. Todas eran despedidas, en cada una de ellas plasmó sus agradecimientos hacia nosotros dado que ya no le veríamos de nuevo, pude vislumbrarla en mi mente escribiendo esas cartas y soltando más de una lágrima al hacerlo.

-Joven Matthew, está bien?-preguntó el chofer, salí de mi tragedia para contestarle
-No, ciertamente no lo estoy, Erick-me permití decirlo en voz alta y a alguien más
-Algo relacionado con la señorita Anderson?
-Cómo sospechas que tiene algo que ver con ella?
-Lo he transportado desde que usted era un niño que iba al colegio, le he visto diferentes emociones a través del retrovisor, pero sólo lo he notado irradiando felicidad y mostrando otros intensos sentimientos gracias a cierta señorita que usted aprecia
-Le hice algo horrible, Erick, algo realmente horrible
-Todo, de cierto modo u otro, tiene una solución
-Creo que tienes razón-No respondí esperanzado
-Entonces siga trabajando en ello, haga las cosas con el mismo corazón que siempre ha demostrado a esa señorita y verá que volverán a estar juntos. Todos sabemos que mueren el uno por el otro
-Tú también lo has visto?
-Algo jaja, usted jamás organizó un cumpleaños tan detallado como el que hizo para esa señorita, además de que ella fue seleccionada para conocer el secreto que sólo sabíamos la señora Charlotte y su servidor

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