Capítulo 30: Terraza.

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—Entendemos su preocupación, pero lamentablemente, no puedo hacer nada con esa información –nos hablaba la inspectora mientras me devolvía el celular.

—¡Pero si las amenazas están allí! –Exclamaba Rosa.

—Lo sé, pero ahí no dice explícitamente que vayan a golpear a Nathaniel. Y acusar a Priya con algo tan serio, necesita de argumentos y pruebas sólidas.

—¿Y por qué simplemente no la interroga? Dijo que podía acudir a usted si lo necesitaba...

—Emma... Estás acusando a tu compañera de algo muy grave, ¿Por qué ella querría hacerte daño a ti y a tus amigos?

—¡T-Tampoco lo entiendo! –Exclamé. —Pero no entiendo como es que justo cuando Nath es golpeado por ella, la cuenta vuelve y...

—¿Viste a Priya enviando ese mensaje?

—N-No...

—¿Y tú Rosalya?

La peliblanca lentamente negó con su cabeza.

—Miren... Entiendo que estén asustadas, no es para menos, esas amenazas son algo serio –apoyó sus manos sobre el escritorio. —Es por ello que prometo ayudarlas a encontrar al responsable de todo esto.

Bajando mi cabeza, me quedé en completo silencio.

—Así que a partir de ahora, seremos un equipo. Cada vez que llegue un mensaje, deberás mostrarmelo, hablaremos con tu madre y haremos todo lo que esté a nuestro alcance. Solo debes prometerme que no seguirás respondiéndole ¿Me entendieron?

Si mi vida dependiera de la escuela y la policía, probablemente ya estaría muerta.

—¿Han hablado con sus padres? –Seguí insistiendo.

—Si, los padres de Nathaniel confirmaron que debido a que este entrena muchas más horas de las que su cuerpo soporta, sufrió un pequeño colapso. Priya no tiene nada que ver con esto.

Rosalya solo apoyó su cabeza sobre sus manos.

—¿Hay algo más que deba saber?

—Olvidelo –murmuré levantándome del asiento.

Rosalya rápidamente me imitó.

—¿Podemos marcharnos?

Esta asintió levemente con su cabeza.

—Les prometo que voy a ayudarlas, solo necesito que no te guardes nada. Sabes que estaré aquí cuando lo necesites –me observó.

Cansada de volver a insistir como por quinta vez, rápidamente tomé la mano de Rosa y juntas salimos de su oficina.

—No vamos a lograr convencerla nunca... –Murmuró Rosa mientras entrabamos al salón.

—Ya no sé que hacer... –Murmuré tirándome sobre mi mesa. —¿Fue solo una coincidencia o hay algo más de Nath?

—No lo sé... –Murmuró mientras me daba pequeñas palmaditas en la cabeza.

Ya No Soy Aquella - CDMOnde histórias criam vida. Descubra agora