Capítulo 26: Tregua

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—¿Acaso soy el nuevo saco de boxeo del dúo inseparable? –Rio el pelirrojo sobando su nariz.

—¿A quién más se le ocurre acercarse a alguien de esa forma? –Exclamé sobando mi mano.

—¿Lo dice la que está espiando a Priya?

Rápidamente me crucé de brazos.

—¿Y tú qué haces detrás mío? ¿Acaso me estás siguiendo?

—Que egocéntrica te volviste –soltó mientras escondía una sonrisa. —No te estoy siguiendo, yo vivo aquí –señaló el edificio de atrás.

Me había perdido de muchas cosas nuevas.

—¿Y tú qué haces espiando a la nueva?

—Eso no es de tu incumbencia –murmuré apoyándome sobre el tronco donde me escondía.

—¿Entonces si la estás espiando..?

—¿Puedes marcharte y dejarme sola? ¿Qué quieres aparte de molestar?

—Solo bajaba a comprar algo para darle a Lysandro, no te alteres.

—¿Lysandro está contigo?

Este solo asintió sonriendo.

Últimamente ni siquiera había cruzado miradas con Lyss, por lo que me sentí algo mal tras caer en cuenta que Castiel era el único amigo que le quedaba.

—Y un pequeño consejo, si quieres saber si su novio es real, deberías pedirle evidencias, no espiarla. –soltó mientras me observaba.

—¿Por qué no observarla?

—Porque con Lysandro ensayamos todos los días y cada vez que bajamos, ella está sola. Ella nos dijo que se juntaba con su amigo, pero como verás, solo se queda hablando por teléfono.

Yo rápidamente volteé a verla y efectivamente, ella seguía ahí sola.

—Aunque tengo algo de curiosidad... ¿Por qué quieres saber si su novio es real? Te recuerdo menos entrometida.

—No quiero saber si tiene novio –solté llevando mis manos a mi cabeza.

—¿Y entonces?

—¿En serio vas a ponerte a interrogarme? –Exclamé apretando mis puños.

Este se quedó en silencio.

—No somos amigos, Castiel... Así que deja de pretender que tenemos la confianza suficiente como para hablar y fingir que nada pasó.

Este puso sus ojos en blanco.

—Si no quieres hablar, entonces deja de contestarme. No es tan difícil...

Era falso. Incluso después de todo, no muy en el fondo, quería que Castiel, genuinamente, se arrepintiera y pudiéramos hacer las pases, sin embargo, todavía no podía confiar en él.

Sin nada más que hacer o decir, rápidamente acomodé mi mochila y me dispuse a marcharme, pero entonces, el casi inaudible llamado del pelirrojo me detuvo.

Ya No Soy Aquella - CDMWhere stories live. Discover now