treinta y cuatro

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Maya

1 mes después

- Puedes tomarte un descanso Maya -Antonia me dice. Yo sólo asiento, dirigiendome a la pequeña salita de empleados que se encuentra justo a un lado de la cocina. Me siento en una de las sillas y recargo mis brazos en la mesa que está frente a mí.

Otra vez siento que ya no puedo más con mi vida. Otra vez me siento tan miserable, pero es porque estoy enferma de la gripa y cuando me enfermo, realmente me enfermo y me siento pésimo. Así no podía seguir atendiendo clientes.

- Puedes irte si así lo deseas Maya -me avisa Antonia mayor. Yo asiento, tomando mi bolso. Ni siquiera quise cambiarme de ropa.

Fui a la farmacia para comprar medicamento, si algo me hacia feliz era que me dieron salida temprano cuando mi salida es a las 10 de la noche... son las 6:47.

Miah probablemente ya había salido de su trabajo, imagino que ella ya se encuentra en casa y yo estoy aquí tratando de llegar viva.

Ha pasado un mes desde que perdí a mi bebé. Y aún me siento demasiado vacía, estoy tratando de luchar con lo que siento por dentro.

Desde hace un mes que no dejo de llorar, las lágrimas salen solas ya sea en la noche o viéndome al espejo,  ya no estaba mi vientre abultado, simplemente era mi vientre normal. Y ver eso me hacia sentir jodidamente mal, yo quería que mi vientre creciera más... yo quería tener a mi bebé.

Al llegar a casa me sorprendió no ver a Miah por ningún lado, bueno al menos me daba tiempo de pensar en mí, de pensar en muchas cosas y ponerme a llorar otra vez. Me desnudé y puse la tina para darme una ducha de agua caliente, coloqué música relajante y las lágrimas volvieron a salir solas.

Mi cuerpo ya estaba cambiando, mis pechos estaban en crecimiento sin embargo ahora estaban a la normalidad, yo había cambiado desde esa maldita noche, esa noche en la que perdí al bebé.

Solía lamentarme todas las noches, solía recordar a él o ella. Si hubiese sido niña me hubiese gustado que se llamara Kayla o Rebecca, si fuera niño me hubiese gustado que se llamara Zack o Liam. Sin embargo el destino cruel no me permitió ni siquiera saber el sexo, simplemente me lo arrebató de mi vida.

Terminé de llorar, terminé mi ducha media hora después, me coloqué mi pijama y sequé mi cabello, alborotandolo. Revisé mi celular, tenía siete llamadas perdidas de Ashley y diez mensajes.

ashley xx:

Maya
Maya
Maya
Estás ahí??!?!?
Maya!!!!
Contesta mierda
Maya contestAAAA
Es él
Es Cooper
Maya, él está aquí


Fruncí el ceño ¿Qué mierda? ¿Cooper? Intenté llamarle a Ashley pero cuando sonó el primer timbre tocaron la puerta con brusquedad. Me asusté y tiré mi teléfono al suelo haciendo que este se apagara.


- ¡Maya! -escuché su voz. Su maldita voz... era él- ¡Abre la puerta!

Abrí la puerta y me encontré con él. Traía el cabello más corto, más tatuajes y un nuevo semblante. Él sin siquiera pensarlo se acercó a mí, abrazandome con fuerza. Cerré los ojos y las lágrimas salieron otra vez.

Maya y Miah ►Del Club del Suicidio◄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora