Miah
Según el reloj de mi oficina marcaban las 5:45 de la tarde, en quince minutos me iría de aquí. No me malinterpreten, amo mi trabajo sin embargo es incómodo si tengo a Brandon frente a mí mirandome como si fuese su objeto... Bueno, me he ganado ese título por el momento que pasamos el viernes en la noche. Tecleaba en respuesta a un correo que envío una fanática de la revista, cuando escuche un carraspeo, proveniente de él.
- Te veo tan seria y no me la puedo creer -Lo escucho reírse- Montaste un gran espectáculo y vaya que lo disfrute... -Su mirada de vuelve lujuriosa, recordando lo que hicimos esa noche.
- ¿Quieres dejarme en paz? Estaba borracha -Pongo esa excusa y continuo tecleando sin siquiera voltear a verlo.
- No creo que seas de las chicas que se emborrachan con media copa de vino -Alza sus cejas, juguetón.
Suelto un suspiro frustrante, tratando de tranquilizarme. Este chico me recordará esto hasta mi muerte.
- Lo hice porque estaba necesitada de alguien, me pasó algo con una persona y quise vengarme. -Ay Miah que has hecho, no le confíes nada a este imbécil.
- Con mucho gusto te ayudo a vengarte las veces que quieras... -Escucho su silla moverse, estoy tratando de no levantarme y golpearlo. Se acerca peligrosamente a mi escritorio- ¿Qué no crees que note como te ponía? Te retorcías ante el tacto de mis manos, gemías en alto cada vez que te embestía y te corriste... preciosa, me faltó hacerte más cosas -susurro lo suficientemente audible para nosotros dos, entrando a la oficina de nuestra jefa para entregarle unos reportes.
Me sentí sudando y nerviosa. Brandon estaba dispuesto a volver a tener algo conmigo, ¿Por qué diablos permití que sucediera esto? Me siento la persona más sucia del mundo.
Dieron las 6 de la tarde y Brandon aún no salía de la oficina así que guardé mis cosas con rapidez y con mis manos temblando. Casi corro hacia el elevador y agradecí porque no me encontré con Brandon. Suspire aliviada despidiendome de una compañera, pero ella me pidió que llenara unos papeles y no pude decirle que después porque se vería grosero. Llené esos papeles con una letra que no podias leer con claridad y aún así, me encontré con Brandon esbozando una sonrisa.
- Mierda... -dije entre dientes saliendo del lugar. Brandon se colocó frente a mí.
- ¿Quieres que te lleve a casa, preciosa? Podrías enseñarme algo de tu lencería coqueta... -Sonrió. Tenía el deseo de darle un puñetazo en el rostro- O tus senos... Me faltó hacer algo con ellos...
Fue acercándose peligrosamente a mi, pasando sus brazos alrededor de mi cintura, pegandome a él y besandome fuerte. El choque de nuestros labios fue algo doloroso pero los movimientos se fueron suavizando y no entiendo por qué seguía con este juego.
- Brandon, basta, sólo fue una noche ¿sí?
- Es que me gustas mucho Miah... esa noche siempre va a quedar en mi mente. Te juro que puedo recordar cada cosa, cada gemido tuyo, cada beso que te di -susurro besando mi cuello. Personas que pasaban nos ignoraban pues supongo que era normal para ellos ver a una "pareja".
- Pero sólo fue cosa de una noche... -¿A qué me recuerda esto? Oh sí, cuando conocí a Wayde y folle con él en un baño de una casa ajena, cuando fui a buscarlo a su casa.
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Maya y Miah ►Del Club del Suicidio◄
Teen FictionLas gemelas Warren del club del suicidio, viviendo una vida completamente distinta en Nueva York. Para leer este libro, necesitas leer El club del suicidio I y II. Esta historia es completamente mía, queda prohibida su adaptación e imitación.©