Capítulo 24

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Capítulo 24

Me quedé callada, no sabía hacia dónde mirar, Rosa cabreada a punto de estallar y Malú como nunca antes la había visto. Y Ana, como una espectadora más en medio del salón, la miré y me pidió que relajara la situación.

-Será mejor que hablemos como personas adultas...
-Es gracioso que lo diga una mujer cómo tú.

Miré a Rosa, y me tapé aún más con el albornoz. Cada vez que abría la boca me sentía más avergonzada por todo lo ocurrido. Agaché la cabeza y aguanté el nudo de mi garganta.

-Rosa...

Ana aún no había hablado, pero no pudo quedarse más callada. Levanté la cabeza al oír sus pasos venir hacia nosotras.

-Será mejor que te vayas de aquí.
-Ay Ana... Aun sigues siendo fiel a Vanesa... Pero tus días también están contados.

Mi amiga dio un paso más y se puso enfrente de ella, levantó su cabeza con orgullo y sonrió.

-Nunca te he tenido miedo, he aguantado tantas cosas de ti... tantas que no saben... Que hagas lo que hagas, no podrá conmigo, ni mucho menos con Vanesa.
-No lo tengas tan seguro.
-¡Basta Rosa! (Grité, todo esto estaba llegando demasiado lejos) Fuera de mi casa, no eras bienvenida antes y ahora muchísimo menos.

Me encaminé hacia la puerta, delante de Malú, aún seguía allí, apoyé mi mano en el pomo y miré a Rosa a los ojos, era fría como el hielo, su mirada solo transmitía rabia y dolor. En el fondo me daba pena. Pena porque no sabe querer a las personas por lo que saben o sienten sino por lo que son. Sonrió, creía que había ganado algo viniendo hasta aquí, y lo había hecho, había ganado que la considerará menos humana de lo que creía, había ganado que no le tuviera ni un mínimo de respeto, pero a ella eso que más le da. Miré como se alejaba, y cuando ya no la tuve en mi vista giré la cabeza y miré a Malú.

-Será... (Dijo Ana a nuestro lado, la miré) Será mejor que me vaya.

Asentí, era lo mejor. Necesitaba hablar con Malú, necesitaba explicarme aunque ni yo misma supiera que me estaba pasando, o quizás sí y no me estaba dando cuenta, o quizás no quería verlo.... No lo sé. Ana se despidió de nosotras, agarró fuerte unos segundos mi brazo para darme todo el apoyo moral que podía. El nudo de mi garganta aún seguía allí, carraspeé cuando al fin cerré la puerta y Malú estaba dentro. Miré hacia abajo.

-Siéntate... voy... voy a cambiarme... dame un minuto...

Tardé poco más de un minuto en salir de mi habitación, me puse unos tejanos y una camiseta, el pelo ni me lo toqué. Me acerqué hacia el salón y allí estaba ella mientras miraba el móvil, cuando notó que estaba ya allí me enseñó la pantalla.

-Malú yo...
-Es... es una bonita versión...
Ese video se reproducía sin parar, y no solo en el teléfono de Malú sino que también en mi teléfono. Cuando lo guardó se quedó mirando hacia la mesa. Quité rápido la botella, e intenté recoger los cristales del suelo.

-¡Mierda!

Me levanté del suelo rápido, uno de los trocitos de la copa rota me había hecho un corte, respiré para tranquilizarme, nunca me había gustado la sangre. Me dirigí ala cocina, lo dejé todo encima de la encimera y metí mi mano debajo del agua fría.

-Tranquila... solo es un corte...

La miré, y me sonrió. Cogió un poco de papel y vino hacia mí. Cerró el grifo y cogió mi mano para secarla. No podía apartar la vista de ella, de sus gestos, de su cara, de sus ojos que tanto transmitían. No podía callarme, no podía.

-¿Por qué me mentiste Malú?

Soltó mi mano sin mirarme, se dio la vuelta. Cogí el papel y lo tiré, apoyé mis manos en la encimera y cerré los ojos. Todo eso se iba acabar.

-Perdón... No... ayer no tenía que haber hecho eso Malú... Lo siento... Yo... Joder... (Resoplé y escondí mi cara en mis manos, segundos después noté que ella me acariciaba la espalda y la miré de lado) No puedo más... No tenía que haber pasado nada... no...
-¿Qué? (Se separó de mi dando un paso atrás, me giré y apoyé mi espalda en el mueble)
-He vuelto a caer...
-Vanesa...
-Pero es la última vez. (Agaché la cabeza) No quiero confiar más en ti porque luego me encuentro con mentiras... y duele, duele demasiado ya...
-Estás siendo muy injusta. (La miré) Sí... te mentí... Pero, tenía razón una vez más... (Levanté la cabeza del todo y continuó) Todo muy bonito delante de nuestros amigos... pero cuando hay que dar la cara te escondes.
-Malú... ¿quién dio la cara contra Rosa el otro día? ¡¿Quién?!

Levanté la voz mientras daba un paso hacia ella, no quería pero lo hice. Los nervios me mataban y su posición no la entendía.

-Lo hiciste porque quisiste... pero... ¿y si te lo pido yo? (Di un paso atrás, sonrió triste) Te lo pedí... te pedí que vinieses a hablar con Gonzalo, que me acompañaras, y aún estoy esperando una respuesta. Tengo miedo, ¿sabes? Tengo miedo de su reacción, de lo que puede hacer, de lo que te puede hacer. Pero no lo ves... No todos nuestros problemas se llaman Rosa. ¿Qué hago Vanesa? ¡Dime! ¿Confío en tus falsas promesas?
-¿Falsas? Nunca...
-¿Nunca? Vamos Vanesa... ¿Alguna vez has querido ir más allá? Intenta recordar... Intenta pensar en todo lo que dijiste que haríamos un día y aún sigo esperando... Ni una simple cena en un restaurante... ¡Oh no! ¡Nos pueden ver y hablar de nosotras! ¡Me da completamente igual con quien me vean! Pero a ti no... Tú tienes mucho que perder... tú... tú... solo tú... Tan egoísta como siempre.

Arañando el destinoWhere stories live. Discover now