Capitulo 17

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Capítulo 17

Narra Vanesa

El cambio de hora estaba al caer y se notaba en el ambiente, Madrid detrás de mi ventana, veía como la lluvia empapaba el parque. En mis manos mi té de media tarde. Cuando me fui de casa de Malú comí algo cerca de la oficina, necesitaba estar sola y pensar en todo lo que había pasado en tan poco tiempo y que tanto había costado. Después de las reuniones decidí que la calma de mi hogar me ayudaría pero no es así. Quería salir a correr, pero el tiempo me había estropeado el plan. El té se me terminó pasado los minutos, estaba a punto de dejar la taza en el fregadero cuando el timbre sonó. No esperaba a nadie, y tampoco es que tuviera muchas ganas de visitas, grite un 'ya voy' que resonó en casa, Canrmela se puso detrás de mi esperando a que abriera. Lo hice y sonreí.

-Os he dicho que quería estar tranquila...
-Ya... pero no se le pueden decir no a una botella de vino blanco bien fría.
-Alba... de verdad...
-Alba y Ana, (dijo ella mientras miraba a Ana a su lado) Que también ha sido idea suya...

Me resigné y las dejé pasar. Y cómo si de su casa se tratase, cogieron unas copas de la estantería y una cubitera para que la temperatura del vino no bajara. Yo las observaba desde mi sofá, me sonrieron cuando se sentaron conmigo y abrieron la bandeja de los dulces. Mientras Ana servía un poco de vino un trueno sonó e hizo que Alba se sobresaltase.

-No me digas que tienes miedo a las tormentas...
-¿Yo? (Le pregunto Alba a Ana) Miedo no... un poco de respeto...
-¡No te creo! (Dijo Ana riéndose mientras se apoyaba en el sofá)
-Nunca me han gustado... Y ahora que estoy sola en Madrid aún menos...

Mientras cogía la copa para no hacerles un feo a mis amigas noté como Carmela se apoyaba en mi pierna, le sonreí y le acaricié la cabeza.

-¡Mira! ¡No soy la única!

Sonreí mientras Ana se reía de Alba, y esta le daba un golpe en el brazo. Ay Ana... ves como no era tan difícil entender un poco a Alba. Las observé mientras ellas hablaban de la comida, de cómo les había gustado aquel restaurante, del camarero guapo que les había servido, de la chica de al lado y su bolso... Me gustaba que se llevasen bien, tendríamos que trabajar mucho tiempo juntas, más les valía entenderse. El timbre sonó, mis amigas tan sorprendidas como yo, se giraron para mirarme. Me levanté.

-¿Estas esperando a alguien?

Negué con la cabeza mientras iba hacia la puerta, de nuevo un trueno llegó mientras abría la puerta.

-Malú... per...

No me dio tiempo a reaccionar más que aquellas dos palabras, se aferró a mis brazos haciendo que una caja que llevaba en las manos se cayera. Estaba empapada, temblando, y yo solo pude abrazarla fuerte. Besé su cabeza antes de girarme y mirar a mis amigas.

-Ana trae una toalla, y algo de ropa. (Vi cómo se levantaba e iba hacia el baño) Alba... prepara una infusión bien caliente.

Me dirigí con Malú aun agarrada a mi cuerpo, tiritando, hasta el sofá. La senté, cogí la toalla que inmediatamente me trajo Ana.

-Pero... Malú... Cómo...
-He... he tenido que... que aparcar lejos... y...
-Podías haberme llamado (Le dije mientras secaba con cuidado su pelo, ella bajó la cabeza y se dejó hacer).
-Me he dejado el teléfono en casa... he salido rápido...

Alba llegó con el té, lo dejó en la mesa. Le sonreí y volvía mirar a Malú.

-He dejado la ropa en el baño, junto el secador. (Dijo Ana poniéndose detrás mi)
-Vamos Malú, ve a cambiarte...

Se levantó e hice lo mismo, la acompañé al baño, le comenté que si quería darse un baño también podía pero se negó. Volví al salón, y mis amigas se levantaron.

-Será mejor que nos vayamos.
-Pero Ana...
-No hay peros, será mejor que estéis las dos tranquilas...
-Alba, os podéis quedar.
-Uy no, no. Además tengo que ir a contarle algún periodista que estáis aquí.

Me reí, no pude impedirlo, y más cuando vi que Ana se acercaba a Alba y le daba un manotazo flojito en la cabeza.

-Eres muy tonta.
-Uy... y lo que te queda por ver...

Alba dejó atrás a Ana y se acercó a mi sonriente, me dio un par de besos y abrió la puerta.

-Cualquier cosa llámanos, ¿vale?

Me despedí de Ana tras aquellas palabras, cerré la puerta después de que saliesen, me giré, di un paso y tropecé con algo que había en el suelo. Miré hacia abajo y encontré una caja no muy grande, recordé que se le había caído a Malú cuando entró y me abrazó. Me agaché para recogerla, la llevé hasta el sofá, y quizás por curiosidad, por miedo o por el destino, abrí esa caja. Sonreí al ver todo lo que había allí dentro, cogí un papel, era una entrada de nuestro concierto compartido en Córdoba.

-Aún recuerdo el público gritar nuestros nombres...

Me giré cuando escuché su voz, una de mis mallas y una camiseta de estar por casa le hacían aún más sexy de lo que recordaba. El pelo alborotado cayendo por sus hombros me había enloquecido siempre, sin maquillar, sus ojos brillaban y una pequeña sonrisa apareció segundos después cuando aún no podía apartar mi vista de ella.

Arañando el destinoWhere stories live. Discover now