Capitulo 4

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Capítulo 4

Di el ultimo sorbo a mi copa, miré al fondo del restaurante y ya no quedaba nadie, miré a Alba que me explicaba con total devoción alguna de sus aventuras juveniles mientras yo hacia ver que la escuchaba. Si, desde que había visto a Malú unos minutos antes había desconectado del mundo, y mi cabeza había abandonada el presente para volver al pasado, aquel pasado que tanto echo de menos.
Me di cuenta que una de las camareras se acercó para dejarnos la cuenta.

-Listo.

Añadió Alba segundos después mientras me sonreía y se levantaba de su silla. La imité terminándome el gin-tonic de un trago, saludé desanimada a los chicos que acaban su turno y nos dirigimos a la calle. Paré enfrente de la puerta y esperé que Alba se pusiera a mi lado.

-Bueno, ha sido fantástico.
-Alba... Lo siento mucho...
-¿Por qué?
-No he ido una gran compañía, y al final has acabado pagándolo tu todo... yo...
-¡Anda, calla! Si a mí me encanta hablar y has estado muy atenta a mis explicaciones sobre cómo hacer un arroz al horno...
-(Alcé mis cejas) ¿Estabas hablando de hacer arroz al horno? (Dije algo avergonzada mientras ella se reía y asentía)
-¡Imagínate si me hacías poco caso!

Me ruboricé del todo y aparté mi mirada de la suya.

-Lo siento muchísimo, de verdad...
-Vanesa, (hizo que la mirase) lo entiendo,  no te preocupes. Supongo que... bueno... es ella...

Tragué el nudo que se había formado en mi garganta, la miré a los ojos esperando que siguiera pero se calló, no sabía que decir, así que continué yo.

-Anda vámonos... (Sonreí mientras me ponía a su lado y cogía su brazo en jarra) Te debo un gin-tonic, y tú una suposición sobre mi vida.
-No creo que sea el momento...
-Lo es, créeme que lo es.

Reí mientras continuamos el paseo hasta llegar a uno de mis barrios favoritos de Madrid, nos sentamos en una de sus terrazas y pedí dos copazos.

-Soy toda oídos.
-Vanesa...
-Mira Alba, quizás necesito dos o tres como estos 8Dije alzando el gin-tonic) para que el día mejore un poquito, no tengo trabajo para esta tarde, y no voy a no escucharte a partir de ahora. Así que...

Me sonrió, le contesté de la misma forma después de darle un sorbo a mi bebida, vi cómo se ponía recta en su silla y me reí, hasta que la miré a los ojos y me puse seria como estaba ella. Dejé la copa en la mesa, y empezó a hablar.

-Voy a pedirte perdón primero. No quiero que te enfades, por favor. (Asentí) Y no quiero que esto afecte a nuestro trabajo porque quiero seguir aquí, al pie del cañón. (Le sonreí y volví a asentir, carraspeó y continuó) Voy a serte clara, y directa... Siempre he creído que entre vosotras ha habido algo, no sé si una relación de verdad o una simple diversión. Siempre he querido pensar que habéis tenido algo bonito y que por alguna razón no pudo ser. Y también creo que esa razón... eres tú.

Pues sí, era directa, no tenía pelos en la lengua, y no le temblaba la voz cuando dijo aquello. No me hice pequeña, porque yo sabía que en parte tenía razón. Iba a hablar y contarle más sobre mi cuando me interrumpió.

-Me hace gracia cuando leo cosas sobre Malú, sobre sus relaciones o la no relación contigo. (Se rio sarcástica) Apenas hay una foto vuestra paseando o saliendo a comer, pero si las hay con Gonzalo... (Y de nuevo ese nudo en la garganta) Cuando le preguntan sobre su relación no dice nada, ni se molesta, sonríe y todo está bien. Y aquí es donde viene mi explicación de que eres tú la que impide esta relación. Porque a diferencia de ella, cuando te preguntan sobre una posible relación, en vez de dar la cara y promover lo que dicen tus canciones, vas y te escondes. Vanesa... (Se apoyó en la mesa y estiró sus brazos hasta llegar a mis manos que sostenían la copa) Adoro tus letras, vivo libre mi vida porque te hago caso con ellas... Pero luego tu... Haces lo contrario...
-Mi vida privada es mía... no tienen ningún derecho a...
-¡Vamos Vane! Desde el primer momento que tú pretendes ser algo en este país y vives de tu imagen, sabes a que te expones.

Separé sus manos de las mías y apoyé mi espalda en la silla, había oído demasiado. La miré, pero ella no lo hizo. Sentí que estaba defraudada conmigo, y dolió. Di un último sorbo a mi copa y me levanté.

- Tienes mucho que aprender Alba...

Cogí mi bolsa e iba a irme pero antes, ella tenía algo más que decir.

-Y tu Vanesa... (Nos miramos) Tienes que escucharte más...

Y ahí tenía razón de nuevo. Hacía mucho que había dejado de escucharme, de leer algunas letras antiguas y olvidarlas incluso. Me había aferrado a una realidad paralela, la que querían escuchar, o la que yo quería enseñar. Llegué a casa, Candela me saludó efusiva al llegar, la acaricié mientras la cogía en brazos y llegaba al salón mientras esquivaba las cajas de mudanza que había en el suelo. Me senté y encontré una nota en la mesa.

'Mañana vendré a buscar las cajas que me faltan. Inma'.

Arañando el destinoWhere stories live. Discover now