Capitulo 13

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Capítulo 13

-Hola...

Me giré mirando a Malú que entraba ya vestida por la puerta, se había duchado y vestido con la ropa de la noche anterior. Le sonreí.

-Te he cogido ropa interior... espero que no te moleste...
-¡No! Claro que no.

Me senté en la isla que tenía en medio de la sala, esperé que ella también lo hiciese, pero no fue así.

-He preparado café, zumo, tostadas... Qui...
-No voy a quedarme a desayunar Vanesa... Yo no...

Bajé mi cabeza, cuando entró en la cocina ya noté que algo no iba bien, ese brillo que trajo ayer se había esfumado, las ganas con las que me miraba ya no estaban, me hice pequeña. Se había arrepentido de lo que pasó la noche anterior. Yo nunca lo haría... La miré, yo también tenía mis límites.

-Puedes irte.
-Vanesa...
-No, Vanesa no. ¿No te gusta que jueguen contigo, verdad? A mí tampoco que lo hagan conmigo... (Me levanté, tiré las tostadas a la basura, apoyé mis manos en uno de los muebles, respiré) No soy la única que tiene la culpa de todo esto Malú, no soy la que lo empezó todo... Y estoy harta de que así se vea.

Me giré, me miraba con furia, una furia que no entendí, no sé si estaba enfadada conmigo o con ella misma por lo que había pasado horas antes.

-Vete, por favor...

Me dirigí hasta donde ella estaba, no se movía, así que preferí desaparecer yo de esa habitación. Antes de irme, me qu3edé a su lado, no pude callarme.

-Nunca me voy a arrepentir de algo que tenga que ver contigo... Nunca...

Me encerré en el baño, apoyé mi cuerpo en la pared, segundos después el ruido de la puerta de la entrada hizo que reaccionara. Se fue. Y quizás nunca volvería. Y yo... yo olía a ella. Y eso me mataba por dentro. Abrí el grifo de la ducha, me quité la camiseta y metí mi cabeza debajo de él. Lloré, lloré como hacía mucho tiempo no hacía. Hasta que no pude más y me obligué a terminar con todo aquello, y seguir viviendo como había hecho hasta hace apenas unos días. Mi vida es mía, y nada ni nadie podrán pararme.
Era temprano, no quería quedarme en casa, así que decidí ir andando hasta la oficina, pero antes pararme a tomar un café doble en una cafetería cercana. Llevaba mis gafas de sol, un moño mal hecho, ropa cómoda y mi mochila. No tenía ganas de nada, aun así había de afrontar todo lo que había pasado. Me senté con el café en mis manos, abrí Instagram, y decidí revolucionar un poquito a mi tropa y de paso deshacerme un poquito de la rabia que tenía dentro por el comportamiento de Malú. Hice una foto a mi café, de fondo una silla solitaria que había delante de mí, mis gafas encima de la mesa acompañaban la bebida. Le puse un filtro en blanco y negro, y escribí.

'Te has perdido quién soy. Cómo respiro, qué me hace temblar en todas sus vertientes, qué me despierta. Has manipulado cada emoción pura que me nacía bajo las uñas, bajo mi pecho, entre mi cuello. Te has perdido cómo soy un tres de febrero, veintisiete de mayo o quince de agosto. Aquí, en Madrid, en Málaga o Buenos Aires...'.

Era así, quizás yo me había perdido muchas cosas de ella y con ella, pero Malú también lo estaba haciendo conmigo. Era una relación de dos, y había llegado la hora de darme cuenta que no toda la culpa era mia, sino de ambos. Lo tenía más claro que nunca. Ahora era ella la que no lo entendía así. He luchado por no hacerle daño, y quizás me equivoqué haciendo caso a Rosa, así que voy hacer una cosa, parar y hacerme caso a mi misma.
Me terminé el café con un último sorbo, me puse las gafas y salí de la cafetería, quedaban apenas minutos para que fueran las nueve de la mañana, llamé a Alba a ver por dónde iba, no me extrañó cuando me dijo que salía del metro y estaba a punto de entrar en las oficinas. Era tan puntual que asustaba. Le dije que esperara, que ahora iba y subiríamos juntas. Así Ana mordería menos. Nos encontramos en el hall del edificio, solo verme la cara entendió que algo me pasaba.

-Uy... Luego vamos a comer y me cuentas.

Sonreí, y bajé mi mirada. No tenía ganas de hablar ahora y ella lo sabía. Subimos arriba, oí a Ana en el pasillo, Alba se asustó un poco y se puso detrás de mi. Me reí.

-¡Buenos días! (Saludé)
-¡Hola amig...

No terminó la frase y dejó de sonreír cuando vio a Alba, me puse delante, para que me mirase a mí.

-No quiero oírte Ana, ella se queda.
-Vanesa.
-No. (Miré a Alba) Estoy segura de que no hizo aquellas fotos, y también sé que será una gran trabajadora y un miembro más en este equipo. (Volví a Ana) Confío en ella, y espero que tú también lo hagas.

No contestó, supongo que cuando estemos a solas ya lo haría. No daría mi brazo a torcer, Alba se quedaba. Era de las pocas cosas claras que tenía ahora mismo en mi cabeza. Y pocas que tengo... al menos, que se cumplen.
Entramos al despacho, nos sentamos y Ana, como buena amiga que es, no mencionó más ese tema. Organizamos las últimas reuniones, las primeras entrevista de mi disco, y cuando sacaríamos a la luz la esperada portada y el título.

-Me gusta mucho que se llame 'Munay'... (Dijo Alba saliendo del ascensor)
-El amor del creador por creación. Me gustó mucho esa frase y lo que significa... Y ahí está. Munay... El amor que le tengo a mis letras, a las historias que en ellas hay.

Sonreímos mientras salíamos de ese edificio, íbamos a comer cerca del centro, algo rapidito, teníamos una nueva reunión en la discográfica para terminar de ver donde haríamos las firmas.

-¡Esperarme!

Sonreí a Alba cuando oí aquello, nos giramos y Ana venía corriendo hacia nosotras.

-¿Te apuntas?
-Si me dejáis...
-¡Claro! (Dijo Alba) Siempre que quieras estar con una traidora...

Me reí, mientras Ana se ponía a su lado algo avergonzada. Dieron unos pasos delante de mí, Ana pidió perdón a Alba y está le dijo que no pasaba nada, que en parte era muy normal que lo pensara. Al final se van a llevar genial. Cogí mi móvil e hice una foto para el recuerdo, guardé el móvil de nuevo en el bolso y me acerqué a ellas. Me puse en medio, les sonreí mirándolas, cuando volví a mirar al frente, paré en seco. Un coche muy familiar había aparcado delante de nosotras, la ventanilla de detrás se bajó, no quería que fuera quién pensaba, bajé mi cabeza hacia el suelo y escuché.

-¿Podemos hablar?

Arañando el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora