Capitulo 22

1.5K 69 6
                                    

Capítulo 22

Volvimos a casa en silencio, no quise saber quién era el mensajero, una vez más preferí estar ciega y no ver más allá de ella. No quería estropearlo, no quería decir o hacer algo de lo que más tarde me arrepentiría. Preferí callar y confiar. Confiar en que si no me había dicho nada es que no era importante, confiar en ella y en sus palabras. Confiar el ella y en sus actos. Confiar en nosotras y en lo que estamos viviendo.

-¿Te recojo más tarde y cenamos? (Le pregunté antes de llegar a su casa)
-No... Hoy no puedo... José me ha recordado que tenemos una reunión esta noche. (Me miró) Déjame por aquí, será mejor...

Le hice caso, paré el coche dos calles antes de llegar a la suya, se me hacía raro, frio, dolía, pero ahora mismo es lo que teníamos que hacer.

-Quizás hay fotógrafos y...
-Lo entiendo Malú, (dejé de mirarla, y me centré en un punto del horizonte) fotógrafos... Gonzalo... no te preocupes.
-Vanesa, te quiero...

La miré, asentí y susurré un 'yo también' que gritaría hasta quedarme afónica. Pero, así lo quería ella y así lo iba hacer. Tenía miedo de perderla, estaba asustada, como una niña un día de tormenta, esa que no encuentra el peluche al que abraza para sentirse protegida, como si teniendo entre sus brazos ese juguete no pudiese pasarle nada malo. Así me sentía cuando estaba ella a mi lado, nada malo podía pasarme si estaba con Malú, ella y yo, nosotras y nuestro mundo en el aire.
Me desperté temprano, jueves de otoño, me preparé café mientras abría la pantalla de desbloqueo de mi móvil. No encontré ningún mensaje de Malú, ayer terminaría tarde la reunión y no pudo hacerlo. Ana me citaba en la oficina dentro de un par de horas, teníamos que preparar la promoción de hoy. Sonreí cuando vi que tenía cientos de menciones en twitter, y recordé que hoy se estrenaba una nueva canción en la radio. Hace apenas unos días presentábamos 'Complicidad' y la llevaban al número uno, y hoy era el día de 'Inmunes'. Me senté en uno de mis taburetes, apoyé mi taza en la encimera americana y abrí la aplicación para leer todos los mensajes de la tropa. Encontré algún mensaje sobre la nueva canción, pero... para mi sorpresa... el nombre de Malú era el que llenaba mis menciones.

'Malú acompaña a Gonzalo al estreno de una obra, de la cual es productor'

¿Qué Malú...? Espera un momento. ¿Y la cena de ayer con su hermano? Pero... ¿Por qué me miente? Seguí leyendo los mensajes, 'Qué guapa Malú', y que gran verdad. Estaba sonriendo en todas las fotos que salía por mi muro, se la veía feliz, o eso parecía. Ha sido siempre muy buena en aparentar algo que no es. En eso nos parecíamos muy bien. Decidí bloquear el móvil y dejarlo ahí, no quería leer más. Basta. He vuelto a caer. Soy completamente idiota. Una idiota enamorada. Di un sorbo largo al café, dejé la taza ahí mismo y me dirigí al cuarto, aún tenía un buen rato para las reuniones, me puse ropa de deporte, cogí los cascos, las llaves, mi brazalete y por último el móvil. Las menciones seguían subiendo y mi cabreo también. Iba a poner el teléfono en su funda cuando me llegó un WhatsApp.

'¿Estás bien? Estoy leyendo twitter y... Si necesitas algo, llámame.'

Sonreí, desbloqueé y contesté.

'Gracias Alba, voy hacer un poco de deporte para que me dé el aire... Nos vemos en la oficina.'

Me recorrí todo mi barrio, por suerte con moño y gafas de sol no me reconocía nadie por la calle, y menos tan temprano por la mañana. Me dirigí a un parque cercano, estiré un poco los músculos y me relaje con la brisa mañanera que llegaba bajo los árboles. Volví a casa al cabo de unos minutos, me di una ducha rápida mientras Adele sonaba en mi hogar. Cogí el bolso, las llaves del coche y me dirigí hasta la oficina.

-¡Buenos días!

Llegué sonriente, no me apetecía estar triste. La vida nos hace más fuertes con hechos, y a mi, después de todo lo que ha pasado en tan poco tiempo, me ha hecho inmune. Quizás, apartemente. Pero ellas, mis chicas, no se merecían nada malo por mi parte. Mi equipo era lo que importaba. Mi disco ahora era el primero en mi lista. Aunque empatase con Malú y mis ganas de llamarla. Pero no. Esta vez no. Siempre que discutíamos era yo la que accedía, la daba el primer paso.

-Hola... ¿Cómo estás?

Me senté en nuestro sofá, donde tantas charlas hemos vivido. Y ellas se pusieron a mi lado. Si, Ana y Alba ya estaba esperándome con un café en sus manos, y otro en la mesa para mi, lo cogí y las imité. Apoyamos nuestras espaldas y las miré.

-Estoy bien...
-Has... has hablado con...
-No. (Dije mirando a Alba) Ayer... bueno, ayer... ayer parecía todo tan bonito y tan natural que me creí lo que me dijo... (Miré a Ana) Según sus palabras tenía una cena con José y su equipo...
-Vaya... (Asentí, mientras Alba continuaba) No sabía que Gonzalo era de su equipo...

Sonreí ante su ironía, terminamos el café mientras les explicaba como había sido los dos días anteriores, la visita a casa de Alejandro, nuestra visita a la casa de la sierra. Y lo estaba contando con una sonrisa, me di cuenta cuando llegué al momento que Malú se bajó del coche y me volví a casa, dejé de sonreír en ese momento de la historia. Miré a Ana y no pude aguantar más. La abracé mientras Alba me acariciaba la espalda y me daba su apoyo. Había vuelto a suceder. 'Enamorada hasta las trancas'. Así es como definió Alba mi situación. Sonreí porque no podía negarle lo evidente. Pero, tenía que seguir.

-Hay mucho trabajo... (Comenté mientras me secaba las ultimas lágrimas de mis mejillas)
-Mucho. (Añadió Ana) Tenemos un disco que sacar.

Sonreí. Tenía que centrarme y dejar atrás todo aquello. Si me necesitaba sabía dónde encontrarme. Y Malú... nunca me ha necesitado. Tiene su vida hecha, y yo... yo siempre me quedo sin vida cuando se va. Hasta que vuelve y me deja de nuevo con el corazón hecho cenizas.

Arañando el destinoWhere stories live. Discover now