Capitulo 21

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Capítulo 21

Narra Vanesa

Salimos de casa de Alejandro después de una larga charla, aunque yo me ausente por mi trabajo durante un buen rato, creo que fue lo mejor. Pudieron hablar y noté como Malú estaba más tranquila. Subíamos al coche y le pregunté que le había contado y como había sido su reacción. Me contó lo que le dijo y su apoyo incondicional. Cosa que ya sabía, y no porque soy una adivina sino porque la llamada que había recibido  terminó mucho antes de que saliese por la puerta de la cocina y me reuniese con ellos. Pero no se lo dije, preferí sorprenderla, y creo que lo iba a hacer.

-¿No vamos a tu casa?

Negué con la cabeza mientras concentraba mi vista en la carretera, sonreí porque no tenía ni idea donde íbamos y me gustaba llevar el control.

-Y entonces... ¿Dónde vamos?

Paré en el último semáforo que encontraríamos antes de llegar a mi destino, lo pillamos en rojo así que aproveché y giré mi cara para mirarla. Estaba sería, la noté nerviosa, sonreí.

-No te preocupes, confía en mí...

No se sí la convencí mucho, pero seguí conduciendo. Sabía que cuando llegase a ese lugar se sentiría bien. Necesitaba aquella calma que le iba a regalar, aunque solo sea por unas horas. Aproveché una de las llamadas para cancelar todas mis reuniones de hoy. El destino es el que manda, y voy a vivir el ahora y no pensar en que pasará.

-Estamos llegando.
-Pero Vane...

Sonreí, ese tono de voz me gustaba. Sabía dónde estábamos. La observé un segundo y la encontré mirando por la ventana. El sol nos tocaba la cara, respiré tranquila sabiendo que se acordaba. Aparqué y salí del coche. Ella lo hizo también. E paré a su lado mientras veíamos lo que teníamos delante.

-Es...
-Sí.

La miré y cogí una de sus manos. Nos sonreímos mientras andábamos hacia la puerta. Cogí mis llaves y abrí. La dejé pasar a ella primero, y se quedó con la boca abierta.

-Está un poco cambiado...

Comenté yo al cerrar la puerta y ponerme detrás de ella. Sonreí cuando vi que daba unos pasos adelante y se ponía enfrente de la cristalera que daba al jardín.

-Es nuestro jardín...

No pude hacer otra cosa que seguirla y abrazarla por detrás. Apoyé mi cara en su hombro y sonreí.

-Sí... mejor cuidado, con alguna flor de más... (Reí) el jardinero viene un vez cada quince días. (Me separé de ella y di un paso atrás, me giré y continué hablando) Y la casa... bueno, es un poco bohemia.
-Pero (volví a mirarla) ¿Cuándo la compraste?
-Días después de irme de tu lado... (Bajé mi vista al suelo) Volví con Pongo a pasear por la sierra y se coló aquí dentro (Sonreí recordándolo), entré a buscarlo y una oleada de recuerdos vinieron a mi. Me senté en el jardín, jugueteé con el pequeño un buen rato... (La miré de nuevo) y me di cuenta que era la única forma de no soltarte del todo. (Me sonrió) Después de varias semanas de papeleos, la pude conseguir.

Di un vistazo y respiré, me sentía muy orgullosa de aquella pequeña guarida. Estaba poco amueblada, y la mayaría de los muebles los había comprado en el rastro, o de alguna página de internet de muebles vintage. Traje alguna de mis guitarras, mi piano viejo, recuerdos de mi primer viaje a Argentina hacían que aquel lugar fuera aún más especial. Miré a Malú que continuaba quieta, de espaldas al jardín observándome. Me sonrió y dio un paso hacia mí, hasta ponerse enfrente.

-Es... es increíble. Yo... (Dejó de mirarme) No había vuelto por aquí... no...
-Ei... (Dije mientras cogía su barbilla y subía su cara para que volviera a mirarme) No pasa nada... No voy a pensar en el pasado, ni lo que podrá ser o no. Aunque llegué el destino y nos arañe hasta destrozarnos, (Cogí sus manos y las miré) que lo haga... allí estarás tú, tus manos para curarme. (La miré) Tus ojos para salvarme. (Solté una de sus manos y cogí su cara, sonreí y me acerqué) Y tus besos... tus besos para darme toda la fuerza que necesito para seguir aquí.

La besé, y en medio de aquel pequeño salón, con vistas a un jardín verde y mojado, nos hicimos el amor como tantas veces hubiéramos hecho si esta casa al final hubiera sido nuestra. Decidí comprarla para tener un trocito de ella siempre a mi lado, venía a componer alguna tarde que los recuerdos me invadían, o cuando necesitaba un poco de calma, esa calma que solo ella me sabía dar.
Me levanté del sofá, hacía ya unas horas que estábamos allí, nos habíamos quedado dormidas después de gritar nuestros nombres y susurrarnos un te quiero en el oído. Me puse el jersey y mi ropa interior, y me fui hasta la cocina. La monté para poder pasar algún fin de semana, o para cuando venían los músicos a crear magia. Cogí un par de cervezas, y unas patatas, tampoco tenía grandes lujos pero me moría de hambre, y conociendo a Malú ella también estaría hambrienta. Me senté al borde del sofá, dejé las cosas en la mesa baja que tenía en frente y la observé. ¿Cómo había estado este tiempo sin ella? ¿Cómo había podido seguir viva? Quizás seguía viva porque el destino me tenía preparado esto... estar aquí, con ella. Sonreí cuando noté que se movía, acerqué mi cara a su hombro desnudo y lo besé.

-Despierta dormilona...

Sonrió, abrió los ojos y me miró. Levantó todo su cuerpo y se sentó a mi lado, cogió la cerveza después de darme la gracias, le sonreí. Iba a poyarse en mi pecho cuando oímos el ruido de un teléfono. Un mensaje le había llegado, y aunque no me hacía gracia que lo hiciese, se levantó para cogerlo. Unas vistas maravillosas me regalaba de espaldas a mí, su cuerpo desnudo hacia que me perdiese en el tiempo. Pero al girarse, y observar su cara, volví a la actualidad.

-Será mejor que nos vayamos...

Arañando el destinoOnde histórias criam vida. Descubra agora