Capítulo 23

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— Despierta, cielo. Así… ya estás bien. — Abrió sus ojos, y la primera vista del día no fue muy satisfactoria. Esa era su madre… con el rostro magullado, lleno de vendas. Y aun así tratando de hacerlo sentir mejor al frotar un trapo limpio por su rostro. Jungkook no pudo evitar llorar cuando, al hacer el mismo gesto en el rostro de su madre, pudo notar como sus expresiones se contraían en dolor.

— Lo siento, lo siento tanto. — No podía parar de disculparse, e iba continuar haciéndolo si no fuera por la ensangrentada aguja que se encontraba acomodada en su mesita de noche y la repentina revelación que le había golpeado de repente.

Recordaba, lo recordaba todo.

No se refería a la hipocondría en sí, eso no se iría. Se refería a que podía recordar todos los acontecimientos del día anterior cuando se supone que le habían inyectado aquel repugnante suero y no podía.

— Relájate, amor. Guarda silencio o lo descubrirá. — Dijo la pelinegra colocando un dedo en sus labios. Jungkook la miró incrédulo. — Por Dios, Jungkook, eres mi hijo. ¿Crees que si te enteraras de que tienes hipocondría, yo no me daría cuenta? Sé que lo sabes. He dejado que salieras por tantos días de aquí para darte tiempo a recordar, pero le he asegurado a tu padre de que en el gimnasio te cuidarían y no dejarían que te lastimaras, así no tendrías un episodio, así nadie lo sabría ni siquiera tú, aunque estoy segura de que algún ataque habrás tenido. Aun así se ha enojado al no tenerte en su mira.

— ¿Qué hiciste? — Hubo algunos segundos de silencio, en donde los labios de la mujer temblaron y ella evitaba mirarlo.

— Yo ya no quería que te lastimara de esta forma, así que le grité. Le dije lo desgraciado que era.

— Mamá.

— Eché todo por el inodoro, ya no queda nada.

— Entonces…

— Agua, eso era. Agua fue lo que te inyectó.

— Oh, mamá… — Jungkook quiso besarla, abrazarla con todas sus fuerzas. Al fin, por fin Jeon Somi había tomado un bando.

— Debes disimularlo, actuar. — Jungkook asintió frenéticamente, enamorándose de la determinación que ahora se encontraba en la cara de su madre. — No lo sabe, no debe saberlo. Él cree que no sabes que tienes hipocondría, así debe quedarse. Sé lo mucho que lo odias, pero no debes delatarlo, por tu propio bien.

— Lo sé mamá, no soy tan estúpido. Gracias… — El chico besó una de sus mejillas. — Gracias por ayudarme, no sabes cuánto te lo agradezco.

— No, amor, no es nada. De hecho, siento que te lo debo, sé que jamás debí dejar que volvieras a entrenar desde un principio pero…Es que eres tan bueno en eso.

— No lo sientas. Además, no tuviste elección, sé que debías estar de acuerdo con todo lo que ese hombre te pidiera. Está bien. Y aunque pienses que odio la gimnasia, no es así. La adoro, estoy enamorado de ella y siempre lo haré. Es sólo que había peleado y sido traicionado tantas veces con ella que no pude evitar tenerle cierto desprecio al principio. Pero al fin y al cabo volví a ella porque ahora sé…que la vida no me dará algo mejor. No te sientas culpable, de no haber sido por ti, tal vez no hubiera llegado hasta aquí. Eres mi motivación, ¿lo sabías?

— Está bien, pero… hablas de la gimnasia como si fuera una mujer. — Jungkook no pudo evitar sonreír, cerrando sus ojos.

— No puede ser…

— ¿Seguimos hablando de la gimnasia o me estás tirando línea de que tienes una novia? ¿Quién es y cómo se llama?

— No mamá, yo… — Dijo tapando su boca para no reír a carcajadas.

— Oh, te gustan los hombres. Lo olvidé. No me hagas caso, tal vez la edad me está ganando.

— Se llama Park Jimin, mi entrenador. Estamos en una relación.

— Eww.

— No es un pedófilo, está joven.

— Eso dices tú, el amor hace ciego a cualquiera. — Jungkook quiso reír otra vez, pero viendo la frase desde otra perspectiva, pudo ver la verdad que escondía el humor. Jeon Somi no podía dejar a Jeon Sungjin porque estaba enamorada, siempre lo había estado desde hacía 20 años de matrimonio. Pudo ser incluso desde antes, cuando ambos jóvenes iban al mismo colegio. Su madre le había mencionado algo de espiar a su padre tras las paredes. Para animar a su madre, sacó su teléfono que estaba un poco mojado en el bolsillo de la misma ropa de ayer, donde lo había guardado. Buscó una foto de Jimin y puso el artefacto frente a su cara.

— Virgen purísima, ¿quién es él?

— Es Park Jimin, mi novio.

— Mierda, es sexy. — Jungkook soltó una ruidosa carcajada que hizo que su madre le tapara la boca con las manos, riendo también. — No, mira, está bien. Ríete, así tu padre piensa que olvidaste lo de anoche. Sabe que estoy aquí arriba, quiere que te dé escusas de por qué te ves tan demacrado. Me dijo que te dijera que te golpearon anoche cuando venías a casa por una urgencia y que te dejaron cerca de la casa, que yo te encontré y que te traje a tu cuarto. Lo que debes hacer es actuar como que es verdad.

— Es cierto que vine por una urgencia. El mensaje que enviaste…

— No lo escribí yo. Él sabía que no vendrías si él te llamaba. Jungkook, sólo haz lo que te digo.

— ¿Eso es todo?

— No, Jungkook, por favor, debes quedarte aquí, no debes salir a hacer más nada que no sea entrenar. Ya has visto lo que pasó. Y esto va a repetirse cuando tengas ataques. Como ya sabes, tu padre aprovecha tus episodios para torturarte, descargarse contigo, sabiendo que lo olvidarás al día siguiente. Cuando tengas episodios, no desaparezcas. Ven aquí enseguida y hazte el desentendido, como si no supieras qué pasa. Él te hará daño y te inyectará lo que ahora es agua, si lo hace, no te defiendas, actúa como si no supieras que está pasando. Sólo así no se dará cuenta.

— Pero pronto dejaré de tener episodios.

— ¿Qué?

— No mamá, no lo entiendes. Debo salir de aquí, debo ir a terapia.

— ¿Terapia?, ¿con quién?, ¿cómo no se ha enterado tu padre?

— No lo sabe porque no he ido con ningún profesional. Jimin me ayuda, todo lo que necesito es terapia cognitiva.

— ¿Es seguro, te curarás? — Su madre le miró con los ojos iluminados.

— No lo es, estoy intentando controlarlo. Pero es difícil, por eso debes dejarme salir e ir con Jimin.

— Bien, haz lo que puedas, yo te ayudaré en lo que me sea posible. Pero si te curas, debes estar con tu padre el tiempo suficiente, para que vea que has mejorado.

— Entiendo, lo haré.

— Bajemos, él está esperando.

— Sí… ¿mamá? — La llamó él.

— ¿Sí, cariño? — Ella se volteó deteniendo su marcha hacia la puerta, colocando una mano sobre el marco. Jungkook frunció el ceño al ver las vendas que tapaban gran parte del rostro de la mujer más hermosa en el mundo entero.

— ¿Qué hay de ti?

— ¿Conmigo?

— ¿Qué se supone que debo pensar que te pasó? — Preguntó a la vez que su madre se colocaba una mano en la cara y caía en cuenta de que no había mencionado nada al respecto.

— Supuestamente tuve un accidente de auto y me he estrellado contra el vidrio. — Jungkook negó con la cabeza, era lo más absurdo que había escuchado.

— ¿No se le podía ocurrir algo más creíble?

— Se ha encargado de destrozar mi parabrisas… — Dijo finalmente saliendo de la habitación, dejándolo solo.

— Bastardo…

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