Capítulo 18

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Había guardado aquella pregunta para sí mismo durante tanto tiempo que ya había perdido la cuenta. Pero lo había preguntado sobriamente y estaba seguro que podría recordar la respuesta. 

— ¿Qué día? — Jungkook le respondió igual de sobrio, sorprendiendo al castaño. Aquel chico era inmune al alcohol, ¿o qué?

— Las nacionales. — Dijo en voz baja, apegándose más al menor para hacer de la conversación más íntima, como algo que solo ellos dos sabrían. Para su sorpresa, Jungkook rompió en risas, dejando atónito al mayor. No estaba ebrio, pero al menos un poco le habría hecho efecto.

— Oh, eso… — Dijo al fin. — Nada que no sepas ya, hyung.

— Me gustaría saber la historia completa. — Comentó él.

— ¿Qué te hace pensar que la hay?

— No lo sé, lo presiento. — Jungkook rio alto de nuevo, contagiando una sonrisa al castaño.

— Todo lo que puedo recordar ahora mismo es a un hipócrita, una mentirosa, a un hombre que odio y a una mujer muy débil. — Dijo contando con sus dedos y dejando la botella de lado. — Luego esto. — Jungkook hizo la seña de un golpe con las manos. — Luego esto. — Juntó todos los dedos de una mano con todos los otros dedos de la otra mano. — Y luego esto. — Dio un aplauso. — Boom. Luego…mucho dolor, mucho dolor. Ojos, por todos lados. El hipócrita, la mentirosa, el hombre y la mujer. Eso fue lo que pasó. — Jimin ya no sabía si aquello había sido una sobria historia en la que tendría que machacar su mente para poder entenderla o alguna estupidez provocada por el alcohol en la mente del pelinegro.

— Está bien, creo que entendí. — Jungkook asintió, complacido.

— Una historia triste, ¿no es así, hyung?
— Sí.

— Ahora tú, hyung.

— ¿Yo?

— Sí, tú. — Dijo Jungkook riendo otra vez. Retiraba sus palabras, estaba completamente ebrio.

— ¿Qué quieres saber? — Indagó mientras inspeccionaba cuanto alcohol contenía la botella de Vodka.

— ¿Por qué me odias tanto? — Jimin se sorprendió por la pregunta. Había una razón, claro que sí. Había una razón por la cual había hecho de los primeros días de Jungkook en su gimnasio un auténtico infierno. Y él estaba en el humor para revelarla. Lo que no sabía, era si Jungkook estaba lo suficientemente sobrio para escucharla.

— Yo no te odio Jungkook. No, de ninguna manera. De hecho yo…

— Pero sí lo hacías, antes. ¿Por qué? — Interrumpió él. 

— ¿Estás sobrio?

— ¿Estoy sobrio?

— Mierda, no lo estás.

— Mierda, no lo estoy.

— Aun así, pienso que deberías saberlo.

— Debo saberlo. — Jimin le ignoró.

— Un nombre. Kim Seokjin.

— …

— Un chico muy parecido a ti. Era muy consistente. Venía a los entrenamientos todos los días, llegaba temprano. Recuerdo que pasaba mucho tiempo con Namjoon, era muy raro. En fin, el chico era bueno, como persona y como gimnasta, grosero, descortés y malcriado como tú, pero bueno al fin y al cabo. Era un dios en el caballo con arcos. Fue uno de los primeros chicos a los que entrené, hace ya un par de años cuando apenas había conseguido el gimnasio. Todo iba muy bien, quería llevarlo a las nacionales, pero… de repente todo salió muy mal.

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