24. Damien

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Los chicos me pasan a buscar a eso de las ocho para que vayamos a comprar las bebidas. Vienen en el auto de Mariano, quien viajó desde Pergamino con su novia, Fernanda, y un par más de los chicos de Rugby.

Sebas va a hacer unas hamburguesas y unos choris en el quincho de su edificio, y nosotros tenemos que llevar para tomar.

—¡Qué hacés, desaparecido! —me saludan los chicos mientras me hacen lugar en la parte de atrás.

—Acá andamos... —es mi escueta respuesta. Se dan por satisfechos.

Vamos a La Gallega y compramos tantas bebidas que no sabemos cómo acomodarlas en el auto. Dos cajones de cerveza, cuatro fernet, dos packs de cocas, Campari y Citric, y no somos los únicos que llevamos.

Cuando llegamos, pasamos directo por el garaje. Los chicos ya prendieron el fuego. El hermano de Sebas, Cristian, nos señala la heladera —es de esas de negocio con la puerta de vidrio— para que pongamos las cosas, y vuelve junto a la parrilla.

—¡Feliz cumple, boludo! —saludo a Sebas con un abrazo.

Fuera del quincho está lleno de mesas. La pileta, que se supone debería estar cerrada, está rodeada de gente. Nadie dentro, por ahora.

—Vinieron las chicas —me dice y señala el grupo en el que está Fernanda charlando. No tardo en reconocer a Tamara, mi ex, entre ellas. Por un momento, me siendo algo incómodo.

—Buenas —las saludo a todas con un beso. Las conozco a la mayoría. Además de Fer y Tamara, están Rita, la mejor amiga de mi ex, y Geor, que nunca me cayó del todo bien. Georgina es una mala imitación de Martina. Hace que habla suave y juega el papel de inocente, pero no es más que eso, una actuación barata. En mi experiencia con ella, puede llegar a ser bastante arpía.

Los ojos de Tamara brillan un poco cuando me devuelve el saludo y me siento mal de nuevo. Es una mina preciosa, lo admito. Inclusive yo, que no me gustan las mujeres, puedo reconocer que está de infarto. Es la típica morocha argentina: piel trigueña, muchas curvas, súper simpática... Fui la envidia de media escuela cuando me puse de novio con ella.

Sin embargo, a medida que avanza la noche, la que no para de tíreseme es su mejor amiga, Rita. Está casi al límite del acoso. Tratando de mantener distancia sin ser descortés, me preparo un fernet, y me siento con los chicos.

—¿En qué andan?

—Estábamos hablando de autos —dice Mariano—. Estoy pensando en cambiar el mío.

—¿Posta? ¿No te lo compraste el año pasado? —pregunto

—Sí, pero no me gusta. Quiero el cinquecento.

Me abstengo de hacer comentarios y me dedico a escuchar. Rita se sienta con nosotros y se me pega. Tamara me mira con una expresión de burla e intento no reírme. Se ve que las cosas entre ellas no andan bien a pesar de que eran muy amigas en la escuela.

—Preparame un fernet —le ordena Mariano a Fernanda y, sin más, se gira para continuar su charla sobre autos.

Fernanda se levanta sin chistar. Yo la miro ir y venir con algo de aprensión.

En términos objetivos, es la chica más linda de la noche. Tiene el estilo modelo de pasarela: alta, rubia, vestida de pies a cabeza con las mejores marcas. Me hace acordar tanto a mi vieja que me da un escalofrío. Por eso, creo, no puedo cerrar el pico cuando le alcanza el fernet a su novio.

—Lo hiciste aguado —le recrimina mi amigo.

—Te lo hubieses preparado vos —le digo y no me da bola.

Entonces, me besó (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora