23. Alejo

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—Daiana dice que, si queremos, subamos hoy al SUM. Hay que llevar bebida y nada más —digo ni bien llego al departamento de Damien. Él está estudiando, y la mesa está llena de restos de goma de borrar.

Sí. Abrí con mi propia llave. Para ser honesto, debería pasarle parte de la plata del alquiler a él porque me paso la mayor parte del tiempo en su departamento. Y como siempre, todo empezó con un cepillo de dientes.

Desde que somos oficialmente novios, nos vemos todos los días, aunque sólo sea para compartir la cama las pocas horas que dormimos juntos. Es que, como todos saben, noviembre es letal en la vida de un estudiante.

Damien es el novio perfecto, salvo, quizá, por los celos. Los intenta manejar y lo amo aún más por el esfuerzo que hace, pero Gastón lo puede. Si él anda cerca, Damien se pone en modo perro con su hueso.

Por lo demás, cumple con su palabra de no esconderse y yo no entro en mí de la felicidad. Amar a alguien, y poder hacerlo libremente, es la definición de ser feliz en la vida.

Conocí a sus compañeros de facu, parecen buenos locos, y a un par de amigos que se hizo en el gim de la universidad; a todos me presentó como su novio.

La forma en que se comporta conmigo es única. No me quedan dudas de que soy su presente y de que tiene toda la intención de que sea su futuro; me dice y me demuestra que me ama con palabras y actos. El único lugar que aún está vedado para mí es su pasado.

Es como si él hubiese salido del clóset dejando todo atrás y tuviese miedo de volver la vista. Desde nuestra charla aquella noche, no hablamos de su familia, pero tampoco lo hacemos de sus amigos de Pergamino. Aún no comulga con la idea de que ese Damien, el que tiene un pasado lleno de mentiras y agresiones, es el mismo que hoy sale adelante y se la juega por ser feliz.

Empiezo a acomodar las bolsas del súper y se acerca a ayudar.

—¿Cuánto te debo?

—Tiré el ticket.

Niega con la cabeza, resignado.

—¿Quién es Daiana?

—Tu vecina ¿te acordás? la que te tenía ganas. Bah, no sé si ya se le pasaron...

—¿Tengo una vecina que se llama Daiana? ¿y me tiene ganas a mí? Mirá lo que me entero. ¿Vos cómo la conocés?

—Prácticamente vivo acá, Damien.

—Yo «vivo» acá, Alejo, y no tengo ni puta idea de quién es. ¿Cómo hacés para conocer tanta gente?

—Uf, es una técnica milenaria —digo con sarcasmo y veo a Damien entornar los ojos sabiendo que le tomo el pelo—, los antiguos sabios orientales lo llamaban dialogar. Consiste en intercalar intervalos de «hablar» con intervalos de «escuchar» hasta hallar el equilibrio perfecto...

—¡Andá a cagar!

Me río.

—Vos andá a estudiar. Yo hoy no tengo facu hasta las cuatro, que tengo que entregar un trabajo y me libero. De ahí me junto con Camila a ver lo de marcas y después, si querés, me vengo para acá y vamos al SUM. Pero te tenés que encargar vos de comprar algo para tomar, porque no voy a hacer tiempo.

—No puedo... —dice y lo noto algo nervioso.

—¿Estás preocupado por el parcial? Te va a ir bien, Damien...

—No, es que... hoy es el cumple de Sebas. Bah, fue el lunes, pero lo festeja hoy.

—Ah. Ok. No hay drama. Veo, si me pinta salir, le digo a los chicos, si no, me quedo en casa con mis ricos fideos con manteca.

Me sonríe e intenta volver a concentrarse en los apuntes.

Preparo mate y me siento, frente a él en la mesa, a cebarle mientras busco unas imágenes en su compu. Tengo que hacer un trabajo sobre logotipo, isotipo y demás, con ejemplos reales y un diseño propio de cada tipo.

—No estás concentrado —digo—. ¿Qué pasa?

Muerde el lápiz. Usa los de madera, creo que porque puede destruirlos con los dientes cuando no le salen los ejercicios. Ahora lo mastica por otra razón.

—No me di cuenta de que se venía el cumple de Sebas...

—¿Y?

—Que no hablé con los chicos de lo nuestro y seguro me van a empezar a pinchar de por qué ando desaparecido, y les voy a tener que contar, sólo que hubiese preferido hacerlo en otro contexto que no fuese el cumple de Sebas —explica todo a las corridas, casi trabándose con las palabras.

—Las cosas se dicen cuando se está listo, Damien. Si no te sentís seguro hoy, te callás la boca y punto.

—Pero...

—Damien, mi amor, uno comparte cosas con sus amigos. Entre compartir algo y deber una explicación hay una gran diferencia.

Asiente en silencio. Más por no discutir que por estar de acuerdo. Él cree que, si no anda por todos lados regando que está conmigo, me está ocultando. Trato de hacerle entender que no es así, que las cosas se van dando, compartiendo, contando, a medida que uno se siente listo y preparado. Yo en mi casa aún no dije que salgo con Damien, aunque creo que sospechan algo.

Hago el almuerzo. Sí, fideos, la especialidad de la casa, pero esta vez con salsa boloñesa. Para Damien, si no hay, aunque sea un pedacito de carne, no es comida.

—No te lo iba a dar ahora, pero me parece que necesitás un mimo —le digo cuando, después de almorzar, me abraza y no me suelta.

Hace que me sienta culpable por distraerlo de sus cosas. Ema nos carga de que somos los únicos que nos ponemos de novio y nos va mejor en la facu, pero a veces siento que le robo demasiado tiempo.

—¿Qué?

Me mira con sus ojazos hermosos y me derrito un poco. Parece increíble que semejante chico se sienta inseguro; más si es por mí.

Saco mi tubo porta láminas de la mochila y se lo doy. Me sonríe y lo desenrosca con tanta emoción que me lamento no haberlo envuelto en papel de regalo para que lo rompa como un nene en navidad.

Saca la lámina y mira el dibujo que hice. Abre los ojos y su iris transmite deleite.

—¡Está genial! ¿Para mí?

—Para quién, si no. Te amo.

Me abraza fuerte y me da un súper beso.

—¡Es espectacular, Alejo!

Lo extiende, lo mira, lo apoya contra la pared, lo guarda y lo vuelve a sacar. Yo sonrío satisfecho.

Humildad aparte, es bueno. Damien me inspira y, en cuanto lo empecé, las ideas empezaron a brotar. Es un lobo y un hombre enfrentados, y el paisaje es un bosque y una ciudad entremezclada, con una gran luna de fondo. Me esmeré mucho en los detalles, al punto que me llevó más tiempo que cualquier otro dibujo que haya hecho.

—Gracias. —Me besa—. La verdad que sí, necesitaba un mimo. Te amo —dice algo vacilante.

—Yo también. Pero ahora voya ser un mal novio y te voy a dejar así estudiás. Suerte hoy a la noche, y....¡relax!    

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Este es para Mary-HP :)


Entonces, me besó (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora