14. Alejo

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—Ponele un «me gusta» —dice Ema desde la cocina, donde bate un café instantáneo.

Yo ya tengo el mío en las manos. No soy de los que le hacen espuma. Lo sé, hay un lugar en el infierno para la gente como yo.

Escucho de vuelta el tema de Chris Cornell en el que Damien me etiquetó, Worried Moon. Admito que estoy sonriendo como un idiota.

«Este es el tema que te decía» es todo lo que pone.

No es que me haya tomado como romántico el post, pero, aunque no lo crean, dice demasiado. Alguien más contesta debajo; todos pueden ver que estoy etiquetado.

«Buena movida».

Soy débil. Y él, insistente. Con esto se acaba de ganar muchos puntos.

—Eso iba a hacer.

—No. Ibas a ponerle un «me encanta».

Intento no reírme. Sí, puede ser que estuviese evaluando la posibilidad.

Le hago caso a Ema.

Después, cuando ya no me aguanto, le mando un mensaje a Damien.

Yo: muy buen tema.

—¿Vas a hacer algo al respecto? —me pregunta Emanuel y toma su celular. Él también está de buen humor hoy. Parece que Martina se peleó, esta vez de manera definitiva, con el novio.

Como es entendible, ella está triste. Sólo que no tanto como si quisiese de verdad a su ex. Creo que está más preocupada por qué hacer respecto a mi amigo, que por su reciente ruptura.

—Pensaba en invitarlo a ver una peli —digo sin mucha convicción.

Desde el fin de semana, nos mandamos audios de WhatsApp y mensajes todos los días. Así es como sé que se levanta muy temprano, porque el primero me llega cerca de las ocho.

Yo a esa hora estoy fuera de combate, así que le contesto a esta hora. Las once de la mañana cuenta como madrugada para mí.

Hablamos de todo por horas, nunca nos quedamos sin tema. Anoche fue música.

—Si querés hoy, yo seguro voy a casa de Martina.

Lo miro. Ya no disimula diciendo que va a ver a Lore.

—Ema, en esta le doy la razón a Martina —le digo con cautela. Ella no quiere lanzarse de lleno a otra relación, y, aunque sus motivos distan mucho de ser los mismos que los míos, entiendo sus porqués. Lo que más respeto de su decisión es que no lo hace por ella, sino por Ema. Al igual que yo, ahora, intentando sin mucho éxito pisar un poco el freno con Damien.

—No la estoy presionando —se defiende—, y vos tampoco lo estarías haciendo por invitarlo a ver una peli.

¿En qué momento el mundo se dio vuelta y quedamos Martina y yo en un lado, y Ema y Damien en el otro? Debe ser el Universo, pienso, y me río al recordar mi charla con Gastón, está equilibrando las cosas para que no hagamos pelotudeces.

—Te lo voy a explicar una sola vez —le digo con humor—, nos hacemos los difíciles ¿Sí? No somos difíciles. Y si me pongo a dieta y todos los días me mostrás el chocolate...

Larga una carcajada.

—Yo también te lo voy a explicar una sola vez: Esa. Es. La. Idea. Y no, no es presión, porque no le pienso volver a sacar el tema hasta que ella me dé un indicio de estar preparada. Pero, siguiendo tu analogía, intento recordarle que el chocolate sigue ahí y...—enfatiza las palabras—, que soy el único chocolate disponible. ¿Se entiende?

Entonces, me besó (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora