—Lo sé, papá.

Él tenía razón. Me había afectado un poco el tema de su separación pero, tal y como le comenté a Liam una vez, aquello era lo mejor para todos si me paraba a pensarlo. Así no sufríamos en silencio por una realidad evidente.

                                         *     *     * 

—Espérate aquí, yo iré a por Katy.

Me bajé del coche ágilmente y caminé unos cuantos pasos hasta llegar a la puerta de la casa. Sin necesidad de que tocara el timbre, la puerta se abrió y Katy me abrazó por las piernas dejándome inmovilizada. Al parecer me esperaba impaciente desde hacía rato.

—¡Has venido! —exclamó alzando su cabecita y sonriéndome.

—Te prometí que lo haría.

Le tomé de la mano y entré con ella hasta la cocina, dónde estaba Karen cocinando algo que tenía una pinta exquisita. Ella siempre con las manos ocupadas, si no era limpiando su casa era cocinando o cosiendo los rasguños de las prendas de sus hijos.

—Mmm... ¿qué prepara hoy la mejor cocinera del mundo? —la abracé por detrás y ella me correspondió como pudo.

Al igual que con Katy y Liam, mi relación con ella se había afianzado mucho últimamente. Me trataba como una hija más desde que mi madre no estaba, me ayudaba y hacía que la considerara como una segunda mamá para mí. A lo mejor estaba un poco feo que yo pensara eso, pero por primera vez sentía que tenía una familia. Me sentía querida por ellos y el sentimiento era mutuo por mi parte.

—No exageres —rió devolviendo su atención a la comida—. ¿Os vais ya?

—Sí, está mi padre esperando fuera. ¿Estás segura de que no quieres venir? —insistí una vez más, no gustándome para nada la idea de dejarla a ella sola en su casa.

—No, cariño —me sonrió con dulzura—, Liam se enfadará demasiado si me ve a mí también allí —miró a Katy alzando las cejas—. ¿O no?

—No —habló ella convencida levantando sus hombros. Realmente no le importaba la reaccón que pudiera tener él—. Liam no se enfada nunca conmigo, ésta vez tampoco lo hará.

Karen y yo reímos mientras negábamos con la cabeza. Aquella niña era demasiado lista para tener todavía cinco años.

—Bueno, entonces no perdamos más el tiempo. Vámonos.

                                        *     *     *

—Katy, ahora calladita, ¿sí?

Ella asintió con los ojos muy abiertos y me siguió hasta el interior del salón de actos. Tardé unos instantes en acostumbrarme a la oscuridad del lugar, pero cuando lo conseguí pude comprobar que las audiciones ya habían comenzado. Ahora sobre el escenario se encontraba un chico al cual no logré identificar. Él cantaba la canción Without you de David Guetta y Usher. Tenía una voz algo dura e inexperta que le temblaba debido a los nervios, notablemente sin mucha capacidad para hacer giros, pero sin embargo era muy bonita y agradable de escuhar.

Sentí como Katy daba unos tironcitos a mi camiseta para que bajara hasta su altura.

—Mira _____, allí está Liam —me dijo al oído señalándome justo debajo del escenario.

Efectivamente. Ahí estaba él, de espaldas, sentado en una de las butacas, y atento al chico que cantaba. A su derecha se encontraba Daniel, el profesor, y a su izquierda Alba y Marcel. Los cuatro miraban al escenario y de vez en cuando bajaban la vista a unos papeles en sus regazos para hacer algunas anotaciones.

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