Capítulo Veintidós. Un Poco Menos de Conversación.

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Tras atravesar el lobby, subimos en el ascensor, Tom sí lucía un poco cansado al alzar la vista para ver los números rojos que se iluminaban en una pantallita sobre nuestras cabezas dentro del elevador.

Nuestra habitación era bastante cómoda, un poco más pequeña que la que habíamos tenido en Berlín, pero bonita. Había unas flores en la mesita junto a la puerta, cerca del baño a la izquierda. Las ventanas eran amplias y nos tocaba una vista de la ciudad que por la noche se iluminaba en partes, desde ahí arriba era como ver estrellas en el suelo.

A pesar de haber despertado esa misma mañana acurrucada casi encima de Tom, él ni siquiera se había dado cuenta; Bill llamó a la puerta con el cabello revuelto y ropa deportiva puesta.

- Quiero ir a desayunar con ustedes, antes de la firma en Mad Lords, ya sabes, pasar el rato en algún lugar de aquí.

La propuesta de Bill me había entusiasmado no por el "un lugar de aquí", que aunque estar en París para mí ya era una cosa importante, no era ninguna clase de sueño de vida.

- No lo sé, Tom sigue dormido. – Le dije, - no quisiera despertarlo, pienso que querrá dormir más.

Bill bufó y apartó la mirada al meterse los dedos entre el rubio cabello revuelto.

- Ustedes dos son iguales... - Me explicó, - eso mismo me dijo ayer cuando llamé a la puerta.

Me sonrojé, aquella había sido la conversación que había ignorado por completo; la conversación en alemán que de cualquier modo no comprendería, sobre la cual prefería hablar con mi hermana.

- Bueno... eso no es nuevo. – Le dije.

Bill dudo por un segundo, pero echó la cabeza hacia un lado y se llevó las manos detrás del cuerpo.

- ¿Tú...? Zoey, ¿Tú que sientes por Tom?

Me había sonrojada completamente, desde la frente hasta la barbilla.

- Ay, Bill... - Empecé con una sonrisa de lado, sin querer contestar aquella pregunta. - ¡Pues lo quiero como a cualquier amigo!

Había intentado disimular, pero no me había salido del todo bien.

- No, no... - Me dijo y negó con la cabeza. – Yo sé que es más que eso, dime algo, ¿tienes miedo?

Observé a Bill, él me dedicó una sonrisa muy pequeña, tenía la expresión de un niño que está a punto de poner a su madre en evidencia frente a la abuela.

- No deberías. Sea lo que sea que piensas, Tom es más sentimental de lo que tú crees, si se lo permites lo verás: no podría hacerte daño.

Me reí, resoplando y cruzando los brazos sobre el pecho. En el presenté miré a Tom, su barbilla sombreada por la barba que volvía a crecer ahora que se había vuelto a decidir por dejarla ser libre por unas semanas antes de volver a intentar arreglarla.

- No sé... - Le había dicho a Bill. – Es que...

- Tú le gustas a él, él te gusta a ti. Los dos se conocen incluso desde antes de que yo te conociera, te lo juro, antes no lo había pensado porque tenía novia, pero siempre sale tu nombre en la conversación. A veces lo veo sonriendo como un idiota cuando le envías un texto. Sé lo que es. Lo de él y lo tuyo; te lo diré porque creo que es así: si no te arriesgas ahora, mañana será muy tarde.

Las palabras de Bill se habían quedado grabadas en mi mente, como una canción pegajosa que uno solo logra sacar de su mente al escuchar, solo que no sabía qué hacer en ese momento para sacarlas.

Las puertas se abrieron y Tom cogió mi mano para salir juntos del ascensor. Caminamos por otro pasillo más, parecía que los chicos estabas ya acostumbrados a sus vidas entre pasillos rodeados de puertas, tarjetas por llaves, maletas llenas de ropa revuelta y cómodas con cajones vacíos.

Kings Of Suburbia (Tom Kaulitz FF) *En Español*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora