Capítulo Diecinueve. Tenemos Un Millón de Millas Por Recorrer.

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Tengo un sueño horribleeeeee
Por cierto, creo que no me ha quedado taaaan mal ésta imagen...

¡Disfrútenlo! 

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Tom y yo pasamos un par de horas caminando por la ciudad, habíamos visto algunos puntos importantes, pero no habíamos querido alejarnos mucho del hotel, cosa que nos dejaba un poco limitados.

- En otra visita te enseñaré más, - me dijo, apretando un poco mi mano entre sus dedos.

Asentí, la verdad era que nuestro pequeño recorrido me divirtió bastante; especialmente por las cosas que me contaba de su familia. Habló de su casa en Leipzig, lo que había sido vivir ahí, los sitios a donde fue a tocar con Bill antes de encontrarse con Georg y Gustav, como fue el cambio cuando dejaron aquel sitio.

- Me gusta más América. – Me había contado, pero de todas formas había muchas historias que había dejado atrás cuando se fue de Alemania.

De cierto modo, me hacía más fácil todo cuando se olvidaba de lo que no quería contar y simplemente hablaba. Era más natural y sentía como que podía escucharlo hablar todo el día aunque olvidara las palabras y tuviera que adivinarlas por él en ocasiones; haciendo que los dos riéramos cuando adivinaba algo sin mucho sentido.

- Tú naciste en Florida, ¿no? – Me preguntó, a lo que asentí. - ¿Siempre viviste allá?

Note el toque de curiosidad en la voz de Tom y me reí bajito; parecía que ahora me tocaría a mí contarle.

- Sí y no. – Le dije, - cuando mis padres llegaron a Miami, rentaban una casa en un barrio latino. – Le expliqué, - Rachel estaba por nacer y mis padres hicieron el viaje para buscar, bueno, ya sabes... una mejor vida. Papá trabajó muy duro desde el primer día, mamá trabajaba también.

- ¿Tu madre? – Tom alzó ambas cejas, era difícil creerlo, pues mamá no lucía mucho como una señora trabajadora.

Asentí y admiré un muro gris donde habían dibujado la imagen de una mujer gigante con vibrantes colores como el naranja, el amarillo, el azul y el verde.

- Tenía que llevar a Rachel con ella a la estética donde trabajaba. – Le dije, - por eso su cabello siempre está en su sitio. – Me reí. – Creo que yo tenía unos cinco o seis años cuando compraron la casa en los suburbios.

- Tu papá debió trabajar mucho para eso, ¿cuántos años tenía Rachel entonces? – Preguntó curiosamente.

Fruncí el ceño y torcí la boca hacia un lado.

- Ella habría tenido unos... ocho años, no pasaría de los nueve. – Intenté recordar. – Digo, poco a poco la cosa mejoró y cuando nos mudamos el negocio de papá ya había florecido, mamá dejó de trabajar y unos años después nació Sarah.

- Ya... -Tom me escuchó atentamente.

- Fue todo un suceso, no te imaginas. – Alcé la mirada al cielo, claro y opaco sobre nuestras cabezas, - Mamá lloró cuando papá armó la cuna. Creo que ni Rachel ni yo tuvimos una cama propia hasta que nos mudamos a esa casa, fue cuando empecé a tocar la guitarra, me acuerdo porque Sarah dormía aunque yo practicara.

Me reí al recordar a la bebita regordeta, siempre acurrucada en su cuna con el pulgar en la boca, babeaba como un perro, pero sus mejillas rosadas hacían que toda la familia se pusiera a sus diminutos pies. Yo llegué a tocarle alguna canción mientras era tan pequeña que no fijaba la mirada, ella nunca lloró ante el sonido.

Kings Of Suburbia (Tom Kaulitz FF) *En Español*Where stories live. Discover now