Incierto: capitulo treinta y tres.

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¿Había olvidado lo que le hizo? ¿Lo que me hizo a mi?

—Oh, ¿estás viendo esto? —preguntó mientras se colocaba de pie y comenzaba a desabotonar el abrigo—. Él me la dio cuando me sacó pero supongo que siendo su... —Me miró como si estuviera eligiendo la palabra, aunque yo sabía que todo era para provocarme algo que sin duda estaba funcionando—. ¿chica es la palabra correcta? No importa realmente, supongo que siendo lo que diablos seas sabrás que no es lo único que ese hombre me ha dado.

De manera inconsciente mis manos habían formado puños firmes al escuchar sus palabras. Ella sabía que aquel era un punto débil, y darle el gusto era justamente lo que sin querer estaba haciendo.

—Le has enseñado a follar, eso lo tengo claro —respondí y aunque me costó, logré embozar una sonrisa—. Es una pena que ya no te muestre todo lo que aprendió ¿no es así? Aquí entre nos, es un hombre realmente bueno en lo que quiere así que gracias por la obra de caridad.

—Sientes que ganaste algo, puedo ver el orgullo que sueltas con cada palabra pero recuerda algo, niña —dijo y cuando vi que el abrigo se abría, su ropa interior con el encaje oscuro quedó a la vista—. Fui su primer mujer, y soy la primera en cada cosa de su vida. Tu cuerpo lo comparará con el mío, cada vez que lo toques recordará la forma en la que yo lo hice y cuando lo folles, recordará que la primer mujer que lo hizo fui yo. ¿En serio crees que has ganado? El segundo puesto no es ganar, princesa, el segundo puesto es de una aspirante más que no cumple los requisitos necesarios.

Fue inevitable abalanzarme sobre ella. Enredé mi mano en su cabello y tiré de él con fuerza mientras mi mano subía a su rostro y se desquitaba en el mismo. Mis uñas destrozaron su piel extremadamente cuidada, mis piernas enredaron las suyas y nos obligaron a caer al suelo donde todo siguió, porque yo no podía detenerme.

Aunque no me gustara admitirlo ella me había puesto la situación complicada. Sabía defenderse, de manera constante estaba liberando sus manos de las mías o logrando devolverme los golpes. Podía saber con seguridad que tendría un cardenal donde su codo golpeó mis costillas y me dejó sin aire, y también mi rostro sufriría consecuencias porque cuando tenía oportunidad dejaba que sus uñas se clavaran en mi piel.

—Abusaste de un niño indefenso. —Me senté sobre ella con mis piernas apoyadas en el suelo y dejé que mi puño se desquitara con su rostro—. Eres una puta, y pagarás cada cosa que hiciste.

—¿Yo abusé de él? Fue su estúpido padre farsante quien lo llevó a mi habitación —dijo pero era tarde, mis manos ya habían rodeado su cuello—. ¡Fue ese condenado hijo de puta quien lo obligó a convertirse en un hombre! ¡Crees saberlo todo pero no sabes nada! ¡Absolutamente nada!

No necesitaba saber nada más e incluso aunque quisiera detenerme ya sentía que había perdido mi oportunidad de retorno. Cada parte de mi estaba deseando acabar con su vida de la misma manera en la que ella había acabado con la de tantas personas. No me importaba su vida, no quería salvarla o siquiera darle la oportunidad de redimirse porque sabía que ella no lo haría y ni siquiera lo intentaría. Su alma estaba cubierta por un manto negro que jamás se iría, algunas veces no importa cuantas oportunidades le des a alguien porque todas serán desechadas si no quiere aprovecharlas.

Era muy tarde para ella.

—Sé más de lo necesario.

—Apuesto que entonces sabes que su verdadero padre no es quien él asesinó. —Ante la sorpresa mi primera reacción fue disminuir la fuerza que aplicaba en su cuello para ver como comenzaba a toser—. No tienes ni idea de lo que estoy hablando ¿no es así?

—¿Qué? —No pude decir nada más.

—Su padre murió en tus brazos hoy. —¿Cómo diablos podía Belial ser su padre?—. Si tú dices que soy una zorra, deberías saber que no soy la única zorra en esta historia.

OcultoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang