Capítulo 1: Regreso.

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Habían pasado casi dos años de aquél accidente. Junto a mi mamá, habíamos permanecidos en una ciudad muy alejada del Sweet Amoris, sin embargo, por temas legales, debíamos volver a nuestra antigua casa y por ende, yo debía volver al mismo instituto.

Desde que llegamos, había estado muy nerviosa y no había podido dormir bien durante toda la semana. Así que en mi primer día, sentía que iba a morirme de los nervios.

Desde el accidente, solo había mantenido contacto con Nathaniel, hablábamos muy seguido, pues fue el único que intentó encontrarme después de irme de la ciudad.

Nath era el único que sabía que iba a volver, pese a que todos en el curso ya sabían que mi versión de la historia era la correcta y que finalmente habían descubierto las verdaderas intenciones de Debrah, ambos habíamos acordado que sería mejor no decirle a nadie de mi regreso. No pensábamos quedarnos allí mucho tiempo, así que intentaría hacer mi regreso lo más desapercibido posible.

—Recuerda que puedes tomarte solo una pastilla y solo en caso de emergencia –me hablaba mi mamá en el auto. —Si necesitas volver a casa, llamame, vendré a por ti, ¿Si?

—Tengo miedo... –susurré mientras sostenía su mano.

—Tranquila, cariño, eres una chica súper fuerte, yo sé que pudes entrar allá –me sonrió mientras le quitaba el seguro a la puerta.

Había cambiado mucho desde la última vez que había pisado el Instituto, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago y garganta de tan solo ver el edificio.

—Aparte, vas a ver a Nathaniel, él va a estar ahí contigo, de seguro haces nuevas amistades –me dio un pequeño beso en la frente.

—Está bien, iré –le sonreí mientras agarraba mi mochila.

—Espera, no te olvides de tus papeles y el dinero en efectivo para tus trámites –me entregó un pequeño sobre.

—Gracias... –le susurré mientras salía del auto.

—Mucha suerte, linda –se despedía de mí con la mano.

Yo, dando un enorme suspiro, tomé algo de aire y caminé hasta la sala de delegados.

El edificio seguía exactamente igual a antes. Todavía podía ver a Debrah y su grupito caminar por el pasillo, me ponía los pelos de punta.

—¡Hey, disculpa! –sentí como tocaban mi hombro. —¿Sabes dónde queda la sala de delegados? Soy nuevo, pero creo que estoy un poco pérdido –me sonrió un peliazul.

—También vengo a inscribirme –le sonreí sin mostrar mis dientes. –Puedes acompañarme, voy hacía allá.

—¡Genial! –Exclamó. —¡Soy Alexy, un gusto!

—¡Soy Emma, el gusto es mío! –Le sonreí.

A diferencia de lo que creía, al menos ya había hecho un nuevo conocido.

—¿Sabes si puedo pasar los papeles de alguien más? Mi hermano se fue a la biblioteca y no creo que pueda sacarlo para que venga a hacer su papeleo.

—Yo supongo que sí, recuerdo que mi mamá solía llenar mi papeleo –murmuré.

—¿Se renuevan todos los años?

Rápidamente asentí. Decenas de flashbacks me llegaron al lograr ver el interior de la sala de delegados.

—¿A qué curso vas? —Me preguntó Alexy sacándome de mis pensamientos.

—Tercero, ¿Y tú?

—¿En serio? –Exclamó sonriendo. —¡También voy a tercero! ¿Hay solamente un curso?

Ya No Soy Aquella - CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora