-Por supuesto que sí, Lo.-Le dijo Camila mirándola con cariño y suspiró contenta.-Y gracias. Por confiar en mi, ¿sabes? Me gusta, me hace sentir especial.

-Lo eres.-Le confirmó la más vieja con una media sonrisa, finalmente separándose de la morena.-¿Quieres llevarme a casa? Sólo si no te molesta.-Pidió Lauren haciendo un puchero en modo de broma.

-No soy capaz de negarme a ese lindo puchero.-Le contestó la más joven con una sonrisa. Tomando a Lauren de la mano, la condujo hasta su auto y abrió la puerta del copiloto, no sin antes plantarle un casto pero significativo beso en los labios de la ojiverde.-Te quiero, en verdad lo hago.

-Y yo a ti, Camz, yo a ti.-Le dijo suspirando aliviada la más vieja. Subiéndose al auto, dejó su mochila en los asientos traseros y se puso el cinto de seguridad. Camila la imitó.-¿Cómo te ha ido?

-Bien, aburrido.-Se encogió de hombros la morena.-No sé cómo podré hacer esto de la terapia física si odio tanto la biología, bromeó la más joven, haciendo que Lauren riera en voz baja.

-Bueno, si en verdad te gusta, creo que en verdad te vale la pena hacerlo, ¿no?-Comentó la ojiverde, mirando sus dedos que jugaban nerviosamente entre ellos.

-Supongo que sí.-Asintió Camila con suavidad. Miró a Lauren de reojo, y se veía triste. Sabía que lo estaba intentando ocultar, pero en estos meses, Camila la había conocido bastante bien como para darse cuenta de que la ojiverde fingía estar bien.-Ya te lo dije pero, gracias. Me gusta que confíes en mí, es lindo.

-No tienes que agradecerme, Camz. En todo caso, yo debería agradecerte a ti. Soy un lío de problemas y aquí estás, llevándome a mi casa.-Dijo Lauren riendo y suspiró.

Camila paró en la puerta de la casa de la más vieja y la miró. Con una media sonrisa se acercó a Lauren y pasó un mechón de cabello por detrás de la oreja de la ojiverde. Dejando una mano en su mejilla, se limitó a darle suaves caricias con su pulgar.

-Me gustaría saber qué pasa por esa hermosa cabeza.-Le dijo en voz baja la morena, dando un beso en su frente haciendo que Lauren mostrara una sincera sonrisa.

-Gracias por dejarme entrar en tu vida.-Le susurró la ojiverde, sin apartar su mirada de Camila, haciendo que esta sonriera ampliamente.-Es...no lo sé, me encantas. Mucho.

-Y tú a mí, Lolo.-Le dijo con cariño, plantando un suave beso en sus labios. Alejándose, trazó la mandíbula de la ojiverde con sus dedos hasta llegar a su cuello y dejó caer su mano.-Anda, ve. Nos veremos el viernes, como siempre.

-Por supuesto, adiós.-Asintió Lauren con una sonrisa tímida. Saliendo del auto, lo rodeó hasta acercarse a la ventanilla de la morena y le dio un fugaz beso.-Te quiero, preciosa.

Dejando una Camila muy sonrojada, caminó hacia la entrada de su casa sin mirar a la morena, con una gran sonrisa de satisfacción en su cara. Sabía que Camila estaba sonrojada, así que había cumplido su misión.

Camila suspiró y se echó en su asiento, una sonrisa de tonta enamorada se formó en su cara y se tapó el rostro con las manos, negando levemente.

Lauren era perfecta.

Con una pequeña cosa, hacía que su estómago se llenara de mariposas, y eso le encantaba.

Y no podía ocultarse más. Tenía que decirlo.

Tenía que mostrar que Lauren era de ella.

No de manera posesiva, obviamente. Solo, que Lauren era de ella. Y Camila era de Lauren.

Se pertenecían mutuamente.

Decidida, Camila encendió su coche y condujo hasta la casa de sus padres que no llegarían hasta dentro de un par de horas. Se sorprendió cuando al bajar del auto, pudo observar la silueta de una joven sentada en la entrada de su casa.

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