Capítulo 17: Te odio.

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Nos mantuvimos así, uno junto al otro hasta que mi corazón dejó de retumbaron contra mi pecho y mis lágrimas se secaron sobre mis mejillas

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Nos mantuvimos así, uno junto al otro hasta que mi corazón dejó de retumbaron contra mi pecho y mis lágrimas se secaron sobre mis mejillas. Sucedido eso, me sentí en calma. Por primera vez en mucho tiempo me sentí a salvo. Matthew pareció percibirlo porque se separó ligeramente de mí en busca de mis ojos.  Tardé un momento en juntar valor para mirarle, pero cuando lo hice, no me arrepentí.

La mirada de Matthew era clara y calma, y me trasmitió una comprensión que me arrulló.

—Gracias... —dije al sentir mi voz firme—. Por todo.

Una sonrisa encantadora apareció en sus labios.

—¡Ahí está! —exclamó. ¿Acaso siempre había sonreído de esa forma? —. Sabía que esa palabra existía en tu vocabulario, Hada.

Me reí por lo bajo al ver su expresión de falso asombro. No era necesario pensarlo demasiado para saber que Matthew intentaba, con sus comentarios tontos, que me sintiera cómoda. 

—Un gracias y una sonrisa en menos de un minuto. —Matthew enarcó sus cejas—. Definitivamente debe de ser mi día de suerte. ¿Crees que debería intentar hacer algo nuevo? Ya sabes, como tirarme de un paracaídas o bailar con un hula hula. El aro siempre se me cae antes de siquiera moverme —agregó moviendo sus caderas en un gracioso intento de imitar el baile.

A modo de respuesta, solté una risa sostenida. Matthew de verdad estaba allí, frente a mí, observándome como si fuese su única preocupación. Pensar en ello me hizo volver al silencio. Me sentía extraña y confundida, pero a pesar de ello, estaba bien y cuando Matthew tomó mi rostro con sus manos, el contacto suave estableció una sensación de calidez en mi interior.  

—No quería lastimarte, Hada —aseguró perdiendo toda diversión.

—No lo hiciste, Matthew.

—Pero yo...

—En realidad —le interrumpí al ver la sombra de culpa que se proyectaba en su expresión—, cada día confirmo más el hecho de que eres un idiota.

La confusión se ganó lugar en su rostro.

—Tienes delante de ti a una chica necesitada de cariño y no te aprovechas de la situación —continué negando con la cabeza—. Realmente eres tonto.

—Quizá es parte de mi plan convencerte de que soy un buen tipo, para luego ganarme tu confianza y posteriormente llevarte a la cama.

—Era un buen plan —comenté fingiendo sentirme decepcionada—, y probablemente funcionase, pero ahora que lo revelaste... —Me encogí de hombros—. Creo que nunca lo sabremos.

—Yo no diría nunca, Hada—dijo y volvió a aproximarse a mí hasta que sus labios quedaron próximos a mi oreja. Su aliento caliente rozó mi piel y me provocó un escalofrío que recorrió mi cuerpo entero—. Siempre tengo un plan b —me informó en una tonalidad carente de inocencia—, y ese puedo asegurarte que es infalible.

Cuando Matthew volvió a mirarme, mordí mi labio inferior en busca de calmar el calor que se había apoderado de mis mejillas. Él simplemente sonrió y me guiñó un ojo divertido antes de que su celular empezara a sonar. De esa manera, sin separase del todo de mí, deslizó su mano dentro del bolsillo de sus vaqueros para tomar el aparato.

—Hada, si no me odias, ¿me permitirías llevarte al instituto? —preguntó mostrándome la pantalla de su celular.

7:00 am. Leí abriendo mis ojos de par en par. 

—¡¿Ya?! —solté. ¡No podía ser tan tarde!

Matthew se encogió de hombros y yo salí disparada en busca de mi cartera. Al tiempo que saltaba, derrapaba y casi tropezaba de los nervios, mi mente se invadió de preguntas. ¿Cómo había pasado el tiempo tan rápido junto a él?, no lo sabía y en el fondo, tampoco quería saberlo. 

Tomé mi cartera y regresé a la salida. No obstante, me detuve antes de llegar.  ¿Qué sucedería a partir de ahora? Es decir, Matthew sabía la verdad, al menos una parte y la idea de que terminase sabiéndolo todo me heló la sangre.

Todo. 

La simple idea de que alguien, además de mis fantasmas del pasado, lo supieran todo acerca de mí, me hizo sentir enferma. Respiré y sujeté el pomo. No temía enfrentar las reacciones del presente, debido a que me consideraba capaz de soportarlas fuesen cuales fuesen, sin embargo, lo que me daba miedo era tener que dar batalla al pasado. Ese pasado del que solo sabía huir.

Suspiré pesadamente apartando todos esos pensamientos. Mientras Matthew no intentara introducirse en mi vida para descubrir toda la verdad, estaba bien.

Si él mantenía la boca cerrada y guardaba lo que sabía, estaba bien.

Si nuestra relación seguía siendo como la de hasta ese momento, estaba bien.

Todo estaba bien.

Yo me aseguraría de que así fuera y así nunca tendría que hacerle frente al pasado.

Abrí la puerta tras recuperar mi postura despreocupada y la cerré posteriormente con llave, sin atreverme a ver a mi compañero. Con esto hecho, encaminé con destino hacia su bestia metálica que descansaba en la calle.

—Te odio —le informé con un exagerado, pero creíble ceño fruncido que consiguió que se desconcertara—, y te mataría si no fuera porque necesito que muevas el trasero y me lleves al instituto en esa cosa.

Su mirada expresó su desconcierto. 

—Ahora —insistí con ademanes impacientes. 

Él sonrió cuando yo lo hice e hizo un leve movimiento de cabeza que bien pudo haber sido un asentimiento, antes de decir:

—Con gusto, Hada.

Escondiendo mi otro yo. [COMPLETA. EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora