Capítulo veinticinco

36 2 0
                                    

✖NO DIGAS NADA✖
____________________________________

Respiro profundo antes de abrir la puerta del taxi y salir de este.

Y aquí estoy... Apunto de vender nuestro lugar a una pareja recién casada, la cuál pudimos haber sido él y yo. Suspiro.

Cuando abro la puerta encuentro a el hombre casado. Busco con la mirada a la mujer pero no la encuentro. Supongo que vendrá más tarde.

Me acerco mientras me mira sonriendo.

- Buen día.- digo.

- Buen día, señorita Sparrons.

El corazón se me encoje recordando la cantidad de veces que Ian me llamó así.

- Sin señorita, por favor. Sólo Sparrons.

El hombre me mira confundido pero luego se relaja, sabiendo que es mejor dejarlo así.

- Bien, mi esposa viene un poco más tarde. Me gustaría ir discutiendo con usted algunos que otros detalles.

- Claro, no hay problema.

Dicho esto nos sentamos y hablamos todo lo que tenemos que hablar. Le respondo varias dudas y le confirmo la seguridad de garantía.

A pesar de que respondo a todas sus preguntas tengo que admitir que no dejo de observar la casa ni de revivir cada momento que tuvimos aquí. Aunque fueron pocos, duelen como si hubiéramos pasado cincuenta años aquí.

***

Me debilito.
Siento como mi cuerpo va perdiendo fuerza segundo tras segundo, siento como suenan los latidos de mi corazón. Como mi sangre se vuelve espesa y lucha por llegar a mi corazón. Siento como voy terminando con mi vida.

No me arrepiento ni me arrepentire porque esa es mi meta, esa es mi nuevo destino y nadie va a hacer que me retracte sobre eso porque ya tomé la decisión, y es lo que quiero.

Entro por la gran puerta de la biblioteca y me llevo una gran sorpresa cuando encuentro a Mercci, la señora que antes trabajaba aquí, sentada donde me sentaba con Ian, en el ventanal.

Me acerco apresurada y sin pedir permiso me siento al frente de Mercci.

- Mercci.

Cuando nota mi presencia abre los ojos y la boca grandes mientras voltea a verme, aunque sus pupilas no se filtran justo donde estoy. Sonríe y eso hace que yo la imite.

- Mi niña.. ¿cómo estas?-pregunta buscando mi mano, no la encuentra por lo que yo agarro la suya y la aprieto.

Trago fuerte.

- ¿Usted cómo está? ¿por qué ya no la veía por aquí?-pregunto evadiendo su pregunta.

- Bueno, algún día tenía que irme, ya sabes que no estoy muy joven que digamos.- dice con una sonrisa. Río sólo un poco.- ¿Qué te tiene así, pequeña? No te puedo ver pero te conozco lo suficiente como para saber que te pasa algo.

Analizo sus palabras y caigo en cuenta de que es eso... Se quedó ciega. Le doy un apreton en la mano y decido no tocar ese tema ya que por algo no lo quiso tocar ella. Suspiro.

- Han pasado muchas...cosas.

- Sabes que cuentas conmigo, hija.

- Lo sé... Ian...-suspiro de nuevo.- Ian murió.

Siento como se forma el nudo en mi garganta, nunca lo había dicho en voz alta y ahora duele mucho más.

Veo como Mercci baja la cabeza y aprieta mi mano tan fuerte como puede.

- Lo siento mucho, hija.

- Íbamos a comenzar una vida juntos, incluso ya vivíamos en nuestra casa y...- una lágrima cae.- decidimos celebrar la noche después de que nos mudamos... Un carro no frenó, un idiota no pisó el freno.

- A veces es así, a veces a las personas maravillosas le pasan cosas malas. Lo peor es que no podemos evitarlo.

Suspiro limpiando la lágrima.

<<No sabía que realmente llegaría este momento pero, él siempre se ha anticipado a todo, siempre fue así.

<<Aunque no lo creas él y yo hablábamos demasiado, él fue como ese niño que no pude tener. Entonces un día, él llegó con cuatro cartas escritas por él, y me dijo: Quiero que si muero primero tú seas la que entregues estas cartas a las personas queridas. Cada una tiene el nombre de la persona que le corresponde la carta por fuera.-ríe un poco.- recuerdo que lo miré como si estuviera realmente loco porque para mí era obvio que yo moriria primero.

<<Una de esas cartas es tuya, Ayleen. Él te escribió una porque tú realmente fuiste importante para él.

Trato de articular palabra alguna pero no me salen.

- ¿Don-donde está?- logro preguntar. Ella suspira.

- Está en mi casa.

- ¿Podemos ir ahora?

- Ayleen... Mi casa actual está en Londres.

- Bien, ¿cuándo nos vamos?- suspira y ríe sólo un poco.

- Cuando tú desees, hija.

Bien, mañana estaré viajando a Londres. Espero que mi cuerpo resista un día más...

No Digas NadaWhere stories live. Discover now