Capítulo trece

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✖NO DIGAS NADA✖
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- Amor. Amor, despierta. Estoy aquí.- escucho una voz en un susurro. Me acurruco más en mi almohada.- Amor, soy yo. Despierta.- dice de nuevo y entonces caigo en cuenta de quién es la voz.

Abro de repente los ojos y la vista se me ciega por unos instantes pero no los cierro, los abro más ignorando el ardor y consentrandome en la persona que me está mirando fijamente a los ojos mientras sonríe mostrando esos hermosos hojuelos.

Me quedo mirándolo sorprendida.

Esto no puede ser real. Él está muerto, yo lo vi en la tumba.

Esto no es real.

- Mi amor... Estas tan hermosa..- dice acariciando mi mejilla, intuitivamente presiono más mi mejilla contra su toque.

- Tú... ¿eres real?

- Eso depende de ti, la pregunta es ¿fuí real para ti?

- Fuiste lo más real que tuve. Lo eres.- sonríe y yo también.

- Entonces soy bastante real.- dice dejándose caer a mi lado.

Lo observo y me acuesto de lado, él también lo hace. Nos quedamos mirandonos y comenzamos a reír.

- Me encanta tu sonrisa ¿te lo he dicho?- pregunta quitando un mechon que se escabuyo en mi rostro.

- ¿Te he dicho que me encantan tus hojuelos?

- Así como que más de mil veces.- dice y reímos.

Pasa un momento que sólo miramos hacia las estrellas de mi techo que él colocó hace casi un año.

- ¿Cómo... estas aquí?- no puedo evitar preguntar. Estoy muy confundida.

- Te lo prometí Sparrons, nunca me iré de tu lado, aunque sea en sueños me tienes que ver.

Dicho esto caí en cuenta de lo que sucedía; es un sueño. No es real. Tiene sentido.

Me están picando los ojos y siento como se llenan de lágrimas. No lo puedo evitar, me siento demasiado mal.

Él se queda mirándome, no hace nada. Entonces entra un hombre desconocido a mi cuarto, me sobresalto.

Algo pasa, pasa tan rápido que no me da tiempo a detenerlo, Ian ya tiene el cuchillo enterrado en su corazón. Murió en sueños y en vida real.

Estoy asustada, sé que el hombre me mira porque hace un movimiento de cabeza que me lo dice. No le puedo ver la cara, está cubierta por una malla.

Ignorando al hombre que sólo se queda mirándome volteo hacia Ian, y entonces caigo en cuenta de algo; me dio la oportunidad de decirle cuanto lo amo, pero ya se fue a la mierda.

Lo siguiente es que me encuentro abrazando el cuerpo de Ian y llorando, estoy muy alterada.

- Amor, amor, ¡amor!



Abro los ojos totalmente alterada, se me hace muy dificultosa la respiración. Tengo la cara húmeda por las lágrimas derramadas.

Fue tan... real.

- ¡Amor! ¡amor! ¡¿me escuchas?! ¡¿estás ahí ¿verdad?!- grito y mis padres de inmediato vienen hacia mi calmandome y diciéndome lo que estoy cansada de escuchar; que me calme. Obvio no lo hago.

¿Cómo calmarme si tuve la oportunidad en mis manos de decirle cuánto lo amo y no lo hice? Mierda, ellos no tienen ni idea de lo que se siente esta basura, ya estoy harta. Me cansé.

Siento un familiar dolor en la nuca cada vez que grito y simplemente lloro.

Y entonces ocurre otra vez más en mi larga lista de veces, me estoy dirigiendo al hospital.

No Digas NadaWhere stories live. Discover now