Capítulo 50

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Capítulo final primera parte

—Simon... ¿Qué...que es esto?—dije viendo atónita la gran casa.
—Es nuestra casa—volteé a verlo y me estaba sonriendo—. Es la casa de tus sueños.
—Dios mío Simon—mis piernas empezaron a temblar—. Esto no puede ser verdad.
—Lo es Adele—puso su mano en mi pierna—. Lo es.
—¿Cómo...?
—La encontré un día que iba al trabajo. Vi un letrero de se vende al inicio del empedrado y la verdad me dio curiosidad. Cuando iba conduciendo entre los grandes árboles me sentía como en un sueño. Al llegar a la gran casa lo único que me vino a la mente fue aquella vez que estábamos en mi casa, cuando éramos unos mocosos, y cada uno describía su casa ideal. Tu descripción se había materializado en esta casa.
—Esque... Es increíble—dije volteando a la casa de nuevo.

•••
—Yo viviría en... En una cabaña. En el bosque—dijo Simon viendo hacia el techo, imaginando su cabaña.
—Es por eso que siempre te he dicho oso—dijo Laura con la boca llena de palomitas—. Ahora todo tiene sentido.
—Jajajaja tienes razón—dije burlándome de Simon.
—Muy graciosas.
—¿Y vivirás solo o te llevarás a Melody la gimnasta de quinto contigo?—dijo Laura levantando las cejas.
—¿Le contaste?—me reclamó.
—¡No! Ella lo descubrió cuando fuiste a coquetearle y nos dejaste solas en el pasillo.
—Bueno pues gracias a ese coqueteo conseguí su numero—dijo orgulloso.
—Wooo alguien tendrá diversión en la noche del baile—dijo Ben.
—Eso espero mi amigo—dijo Simon riéndose con él.
—Son unos cerdos—dijo Laura aventándoles palomitas.
—¡Oye! Tú vas a limpiar—dijo Simon.
—Claro que no. Bueno continuemos. Tú Adele, ¿cuál será tu casa cuando seas mayor?
—Una casa en medio de la nada...
—Otra loca—dijo Ben riéndose.
—Cierra la boca—dije aventándole un cojín—. De dos pisos. ¡Una mansión! Jajajaja. Tendrá muchas habitaciones y un jardín enorme rodeándola.
—Yo viviré en una caja—dijo Laura—. Seré una vagabunda, ya no soporto la escuela—se recostó en el sofá dramáticamente y todos reímos.
•••

—La casa estaba maltratada así que la compré y empecé a arreglarla, claro, con ayuda profesional. Las llamadas del "trabajo" eran llamadas de los que me ayudaban para decirme como iban.
—Oh... Esas eran las llamadas misteriosas—dije un poco avergonzada de haber pensado que me engañaba—. Esto era lo que te hacía actuar tan extraño.
—Exactamente. Todo era para ti y por ti. También por nuestros pequeños. Imagínate a Angelo jugando aquí con Louie. O a los bebés cuando crezcan. Me pareció perfecta.
—¡Oh Simon!—dije con ganas de llorar.
—Bueno pero que esperamos... Vamos a entrar.
No pude resistir. Lo tomé del rostro y lo besé. Sonriendo se separó de mí y acarició mi mejilla.
—Te amo...

Bajamos del auto. De la mano subimos las escaleras y nos paramos frente a la puerta.
—Oye—dije volteándolo a ver.
—¿Si?
—Entonces lo de Sufian...
—Era mentira para que aceptaras venir.
—¿Ellas lo sabían?
—Ellas, tú madre y Daniel. Ah y Sufian por si lo llamabas y preguntabas por los instrumentos.
—Y nadie me dijo nada...
—Les pedí por favor que no lo hicieran y todos aceptaron. Ninguno ha visto la casa más que yo—buscó algo en su bolsillo y sacó una pequeña llave—. ¿Me harías el honor?
Emocionada la tomé y me acerqué a la puerta. Introduje la llave en la cerradura y con dos vueltas esta se abrió. Volteé a verlo emocionada y él sonriendo me indicó que entrara.
Al abrir la puerta de madera esta rechinó un poco y me dejó ver el enorme pasillo que conduce hacia una estancia con unas escaleras enormes. Todo está iluminado por la luz del sol que se filtra por un ventanal en el techo, las paredes blancas hacen que todo se vea aún más luminoso. No hay muebles, lo único que hay son pequeños cuadros en las paredes, todos del mismo tamaño y a la misma altura. Me acerqué al primero que está al lado de una puerta.
El cuadro tiene un dibujo, un dibujo hecho por Simon, reconocería sus caricaturas en cualquier lado.
Sonreí al ver que los del dibujo éramos él y yo cuando nos conocimos.

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