Capítulo 14

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•Narra Adele•

—Y todos fueron muy muy muy felices. Gran...final—dijo Laura cerrando el libro.
Todos los pequeños niños aplaudieron. Angelo al verlos también empezó a aplaudir.
Laura estaba sonriendo y al ver a Angelo no pudo evitar soltar un escandaloso "awww".
—Eso fue hermoso Laura—dije sonriendo.
—¿Hermoso? ¡Hermoso Angelo! ¿Viste sus aplausos con sus pequeñas manitas regordetas?—dijo tomando las manos de Angelo. Él empezó a reírse—. ¡Ay no ya! Adiós Adele, me casaré con tu hijo.
—Jajajajajajajaja eso si no lo permito. Además ya estás con Daniel.
—Shhhh nadie lo sabrá. ¿Verdad peanut? ¿Verdad que no?—dijo con una voz graciosa.
Angelo y yo nos reímos.
—Tráelo a todas las lecturas ¡por favor!
—Jajajaja eso haré. A Angelo le fascinó y a mí también. Tú solo dinos cuándo.
—Excelente. Te llamaré para la siguiente.
—Bueno creo que tenemos que irnos. Va a oscurecer pronto y es un largo camino a casa. Pero antes comprare el libro que leíste.
—Oh no... Ten. Esta es una de mis copias, te la regalo—me dio el libro.
—No no Laura déjame pagarlo.
—Adele por dios no seas tonta. Llévatelo.
—Laura....
—Si sigues insistiendo no te doy nada ni te vendo nada.
—Jajajaja okay okay. Dile adiós a la tía Laura Angelo—dije acomodándolo en mis brazos.
Laura y yo volteamos a verlo.
—Baaaa ma...—dijo alegre moviendo sus manos.
—Es demasiada hermosura para un cuerpecito tan pequeño Adele jajajaja.
—Ya lo sé. Es mi pequeño angelito. Bueno, gracias por invitarnos Laura. Adiós—le di un beso en cada mejilla y salí de la librería.

Pedí un taxi. Cuando íbamos camino a casa me puse a ver las calles mientras Angelo jugaba con el libro.
Al detenernos en una luz roja escuché el sonido de una hoja rompiéndose. Volteé rápidamente y vi que Angelo había roto una hoja, no tenía texto gracias a dios.
—No no peanut—dije quitándoselo—. Con cuidado.
Al levantar la vista de nuevo sentí como mi quijada caía al suelo.
A lo lejos pude ver a Alex. Caminando por la acera, con las manos en los bolsillos y un cigarrillo en la boca. Viendo el piso sin tomarle importancia a lo que había frente a él. Instintivamente abracé a Angelo con fuerza.
Alex siguió caminando con intenciones de cruzar la calle, justo cuando todos los autos empezaron a arrancar. Recordé cuando yo hice exactamente lo mismo por ir inmersa en mis pensamientos.
El taxista no lo ha visto, Alex está casi frente al auto y no se detiene.
—Pare... Pare... ¡Pare!—grité y el taxista me obedeció. Estoy casi segura que la defensa del auto rozó la ropa, bastante sucia, de Alex.
Levantó la vista y volteó a ver el taxi. Me escondí detrás del asiento.
—¡Fíjate idiota!—gritó el taxista.
Alex solo lo vio fijamente por unos segundos—. Hazte a un lado.
Alex lentamente se fue a la acera de nuevo. Me agaché lo más que pude.
Que no me vea por el amor de dios que no me vea.
Me levanté cuando ya estábamos bastante lejos. Volteé hacia atrás y ya no podía verlo. Hasta entonces solté la respiración.
—Que loco hombre ¿verdad?—me dijo el taxista—. Gracias por advertirme. No lo había visto.
—Si... No hay problema—dije distraída. No podía dejar de pensar en que casi atropellamos a Alex... Al destrozado y andrajoso de Alex.

Llegando a casa seguía inmersa en mis pensamientos. Como un zombie caminé sin ánimos hasta mi habitación. Puse a Angelo en la cama y me fui al baño a preparar su tina. Le quité su ropa y lo metí al agua tibia. Le di su pequeño pulpo de plástico y empecé a ponerle shampoo en el cabello. Todo eso lo hice casi de manera automática porque por mi mente solo pasaba la imagen de Alex atravesando la calle. No cruzamos miradas pero pude ver sus ojos completamente rojos.
No sé en realidad que estoy sintiendo. Tal vez tristeza, por ver en lo que se ha convertido; enojo por recordar que por dentro ya no es él y me maltrataba; y miedo, sobre todos los sentimientos mezclados reina el miedo. Tantos meses sin verlo, admito que llegue a pensar que nunca volvería a verlo y que podría seguir con mi vida pero claro que eso no sucederá.
Salí de mi trance cuando escuché un gritito de Angelo. Parpadeé varias veces y volteé a verlo, el pobre tenía todo su rostro lleno de jabón.
—Lo siento mi amor—tomé un poco de agua y lo enjuagué—. Estaba... En otro mundo—le dije mientras me veía a los ojos.
Sus hermosos ojos verdes. El color los sacó de mí pero sus ojos son lo más hermoso que he visto en este mundo.
Lo que me sorprende es que casi no se parece a Alex. Puede que en la forma de su cabello o en la forma de su rostro pero el color de los ojos, de la piel, su barbilla partida. Se parece bastante a mi. Eso debería ayudarme a no recordarlo... Pero... ¿Cómo olvidar al padre de mi pequeño?
No se lo que me pasó pero la situación y mis pensamientos me golpearon e invadieron de repente. Las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas. Bajé la vista y cerré los ojos. Sentí la humedad de mi lágrima en mi mejilla.
—Maaaama mama mama mama—levanté la vista y Angelo tenía su pequeño pulpo en la mano. Lo tenía extendido hacia mí como si quisiera dármelo. Después volvió a acercarlo a la bañera y golpeó el agua riéndose por las gotas salpicándolo y salpicándome a mi.
Eso me hizo sonreír.
Sin importarme que estuviera mojado lo abracé con fuerza. Es mi único motivo para seguir. Él me necesita y yo lo necesito a él.

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