Capítulo 4

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Ese día que me dejó encerrada solo era el comienzo de lo que se avecinaba.
Desde entonces no me deja salir de la casa, hablo con mi madre a escondidas del teléfono antiguo de su oficina. Él cree que ya no sirve, últimamente ya no está consciente de lo que dice o hace o de lo que pasa a su alrededor. Por lo menos eso me dio oportunidad de contratar a Rose para tener ayuda. Me siento destrozada, fuera de mi, como si no fuera yo.
Mi amor por Alex se ha ido extinguiendo con cada golpe que me da. Ahora le tengo miedo y odio. Me arrepiento de haber vuelto ese día, tenía oportunidad de quedarme con mi madre pero no lo hice.
He intentado escapar pero eso solo me da como resultado otra dotación de golpes. Pasó de las cachetadas a sostenerme el brazo con tal fuerza que me deja morado. Lo peor de todo es que no sé si lo hace mientras está drogado o mientras está "normal". Ya no siento que sea sólo por las drogas, ha estado furioso desde que se enteró de que aquel día tiré todas sus dotaciones e droga; lo cual sirvió de poco porque esa misma noche consiguió el doble. No sé dónde la consigue pero lo hace.

Estaba en mi habitación, Angelo acababa de quedarse dormido. Con una pluma y una libreta sobre mi regazo, recordando y escribiendo a la vez.

•••
—Okay Okay esperen desde el principio. Silencio todos ¿listos?
—Si—me dijeron mis cuatro pequeños alumnos de canto. Son los más chicos, todos tienen entre doce y catorce años y todos son increíblemente talentosos.
—Muy bien... Un, dos—con la manó les hice la señal para empezar y comencé a tocar el piano.
Todos juntos empezaron a vocalizar. Yo tocaba una nota y ellos cantaban esa misma nota.
—Y...alto—dije deteniéndome al mismo tiempo que ellos—. ¡Eso fue asombroso! ¡Wooooo! Un aplauso para ustedes jaja.
Los chicos empezaron a aplaudir. Era la primera vez que salía perfecto.
—Muy bien chicos nos vemos mañana—dije viendo mi reloj.
—Gracias maestra—me dijeron mientras tomaban sus mochilas. Cada uno se despidió de mí y salieron del salón dejándome sola con los instrumentos.
Me puse a recoger las partituras, la próxima clase no tardaba en empezar.
Volví a sentarme en el piano, puse las partituras a un lado de mí y me puse a tocar las primeras notas de Hometown glory.
—¿Podría empezar maestra? ¿Por favor?—dijo una voz masculina y me detuve. Volteé a verlo y sonreí.
—Claro alumno—le dije a Alex sonriendo—. Siéntese.
Caminó hasta el piano y se recargó en el.
—Prefiero apreciar su belleza desde aquí—puso su codo en la tapa del piano y me vio con mirada de tonto. Eso me hizo reírme a carcajadas.
—Eres un cursi—le dije empezando a tocar notas aleatorias.
—Solo por ti, por nadie más.
—¿Qué haces aquí?
—Pensé en pasar a visitarte—se sentó sobre las partituras.
—Ay no Alex levántate—dije rápidamente para que no se maltrataran.
Se levantó y mientras lo hacía me dio un beso en la boca.
—¡Iuuuu!—dijo uno de mis alumnos de la siguiente clase que había entrado al salón sin que nos diéramos cuenta.
Me separé de Alex y empecé a reírme.
—Jajajaja lo siento Johan. Toma asiento para esperar a los demás—él solo asintió—. ¿Ves lo que provocas?—le dije a Alex mordiéndome el labio inferior.
—Disculpe usted, pero es irresistible—me susurró al oído haciéndome sonrojar. Se puso atrás de mí y me abrazó—. Te veo en la casa—descubrió un poco mi hombro y lo besó. Sentí una descarga eléctrica por todo mi cuerpo.
—Alex...—susurré.
—Allá nos vemos—salió del salón dejándome loca por irme a casa con él.
•••

Me limpié una lágrima que recorría mi mejilla. Extrañaba mi escuela, a mis alumnos, la sensación de las notas musicales en mis oídos que me hacían sentir viva y feliz, ese Alex que no me lastimaba a tal punto de quitarme la felicidad y el amor por él.
"I don't love you anymore"—escribí en mi libreta justo cuando sonó el timbre. Me asomé por la ventana, mi nuevo lugar favorito de la casa, al lado de la ventana podía apreciar a todos los que pasaban, libres y soberanos; no como yo, encerrada por mi propio esposo.

Bajé y busqué a Alex hasta que lo encontré en la sala.
—Llegó Rose—dije con voz apagada.
Él es el único que puede abrir y cerrar la puerta. Es peor que estar encarcelada, bueno, de hecho estoy encarcelada...en mi propia casa, con un monstruo dentro de ella.
Alex se levantó del sofá, fue a abrir la puerta, dejó pasar a Rose y volvió a cerrarla con llave, la cual siempre está en su bolsillo del pantalón desgastado que siempre usa.

Save me Where stories live. Discover now