Capítulo 40

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—Estuvo maravilloso mis pequeños—les dije tras bambalinas—. Muchas felicidades a todos.
Todos me abrazaron al mismo tiempo.
—Usted estuvo genial maestra—dijo Sophie sonriendo—. Me gustó mucho su canción.
—Gracias Sophie—sonreí—. Muy bien, nos quedan dos noches de festival. Jessie grabó todo para analizarlo ¿Okay?—todos gritaron un "¡si!"—. Entonces vámonos al hotel. Mañana a las nueve de la mañana desayunaremos y después iremos a ver la ciudad. Ya a las cinco vendremos de nuevo aquí. Vámonos.

Nos fuimos del lugar del festival. Los niños apenas pudieron aguantar el cansancio. Cuando llegamos al hotel todos corrieron a sus habitaciones.
Angelo iba dormido en los brazos de Simon. Abrí la puerta de la habitación e hice lo mismo que cuando llegamos al hotel... Me dejé caer en la cama.
—Que cansancio—me quejé. Me quité los zapatos y subí los pies a la cama—. Creo que me voy a quedar dormida así con todo y vestido, maquillaje, no me importa.
—Jajajajajaja Adele. Solo que no me estás dejando nada de espacio en la cama con ese vestido.
—Lo lamento—cerré los ojos—. Dormirás con Angelo—todo lo que hablábamos era en susurros para no despertar a peanut.
Simon le quitó los zapatos y la ropa para ponerle su pijama con cuidado. Me quedé viéndolos con una sonrisa. Angelo está tan cansado que ni siquiera se inmutó de que Simon lo cambió de ropa. Después lo cubrió con la cobija y encendió una de las lámparas al lado de su cama.
Me imaginé cómo será la vida con los gemelos, dos pequeño va a ser más difícil, pero no me preocupo la verdad porque tengo a Simon.
Cuando volteó a verme me sonrió, le sonreí y volví a cerrar los ojos fingiendo estar dormida.
—Gemelos Adele—Simon se sentó en la cama y empezó a acariciar mi cabello—. ¿Cuándo lo supiste?
—En mi última cita con la ginecóloga hace unos días. No podía esperar para decirte, pero preferí hacerlo después de la canción—me senté a su lado con dificultad por el largo vestido—. Angelo era el único que sabía.
—¿En serio? ¡Y no me dijo nada tampoco!

•••
—¿Qué sucede dígame de una vez por favor?—dije desesperada en tener una respuesta de la ginecóloga.
—Escucho dos palpitaciones Adele y no es la tuya y la del bebé. Mira la pantalla—volteé confundida y la pequeña mancha eran ahora dos manchas más grandes.
—¡Oh por dios!—grité, no lo pude evitar—. Son...
—Son gemelos Adele. Vas a tener gemelos.
—No puedo creerlo—dije empezando a llorar. Me limpié las lágrimas y cuando abrí los ojos de nuevo vi como Angelo se asomaba por la puerta—. ¿Puede pasar solo un momento?—la ginecóloga lo vio y sonrió.
—Si está bien, pasa—dijo sonriendo y abriendo la puerta.
Angelo corrió hasta mi y puso su mano sobre la mía.
—¿Mami?
—Hola mi bebé—le dije entre mi llanto de emoción—. Adivina que—su cara de confusión me llenó de ternura—. Vas a tener dos hermanos mi vida.
—¿Dos?—dijo entre emocionado y confundido.
—Si—dijo la ginecóloga—. Mira pequeño. Estos dos de aquí son tus hermanos.
La cara de Angelo me causó tanta risa. Fue confusión pura. Frunció el ceño y ladeó la cabeza.
—¿Eh?—dijo mientras intentaba hallarle forma a la imagen en la pantalla.
—Jajajaja apenas se están formando—dijo la ginecóloga también divertida.

Cuando salimos de la ginecóloga Angelo empezó el interrogatorio.
—¿Qué es gemelos?
—Gemelos son dos niños o niñas que son muy muy parecidos. Sino hasta iguales. Sus cumpleaños son el mismo día y todo—intente explicarle.
—Y ¿Por qué?
—Esa es una buena pregunta jaja. Pero para responderla tendría que explicar un proceso biológico bastante complicado y extenso.
—Y ¿Qué eran esas manchas?—dijo refiriéndose al ultrasonido. Le pedí a la ginecóloga que lo imprimiera. Lo saqué del bolso y mientras esperábamos el Metro se lo mostré.
—Mira, estos son tus hermanos.
—Jajajajajajaja esos no son bebés—dijo Angelo divertido.
—Si lo son jaja solo que apenas están creciendo. Tú también eras así de pequeño.
—¿Si?
—Si mi vida.
—¿Tú también?
—Claro...
—¿Papá también?
—Todos fuimos así Angelo. Van a ir creciendo poco a poco.
—¡Pero papá es muy grande! ¿Así era pequeño?
—Jajajajajaja, si mi vida, así éramos todos. Y un día tú también vas a ser muy grande—dije haciéndole cosquillas en la panza—. Pero peanut, quiero que me prometas algo.
—¿Qué?—me vio a los ojos con sus hermosos y grandes ojos azules.
—No le diremos nada a papá por el momento, ¿Okay?
—¿Por qué?
—Es una sorpresa ¿si? Solo podemos saber tú y yo.
Angelo asintió con ánimos. Chocamos los cinco y subimos al metro.
•••

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